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miércoles, 20 de agosto de 2014

UN CUENTO CON ALAS

Imagen Sacada de Internet




Hoy quiero compartir con ustedes un relato que escribí hace un tiempo. Lo envié incluso a un concurso literaro, pero no gané ningún premio. Eso ahora no tiene importancia. He pensado que sería bonito ponerlo aquí y que pudieran leerlo. Se lo dedico a todos los niños del mundo, pero sobre todo, a aquellos que por el hecho de nacer en un país del, tan mal denominado tercer mundo, tienen el día a día mucho más difícil  Y a aquellas personas de buen corazón que luchan día a día, para que estos niños tengan la vida que se merecen.


"Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro"
(Emily Dickinson)



MARY POPPINS ATERRIZA EN NAIROBI

Hoy es un día muy especial para Sarah, es su primer día de colegio. Ha estado toda la noche en vela, pensando en cómo será aprender a leer y escribir.

Desde que llegaran a Nairobi, donde ella vive, un grupo de personas de una ONG, las cosas han ido cambiando. Mejorando, para ella y para los demás niños. Ahora vienen a visitarles de vez en cuando unas personas que enseñan a los más mayores cómo pueden tener el lugar más limpio. Otras les traen alimentos. pero lo mejor fue el día que llegó una señora alta y con pelo de color dorado y piel muy, muy blanca, a anunciarles que iban a abrir una escuela para que aprendieran a leer y a escribir. Esa señora no paró de hablarles de lo importante que era conocer las letras y los números. Venía con tía Clara, la mujer que hasta entonces les había estado ayudando como podía.
La señora de pelo de oro les enseñó un libro, lleno de colores y signos, que ellos no entendían.
Mirad -les explicó-. Voy a presentaros a una vieja amiga mía. Se llama Mary Poppins. La señorita Poppins no es como los demás. Ella posee poderes mágicos.
-¿Qué son poderes mágicos? -preguntó uno de los más pequeños.
-Son aquellos que te permiten hacer cosas que la mayoría de la gente no puede hacer. ¿Lo entendéis?
Nadie dijo nada, pero por las miradas de asombro y alguna que otra boca abierta, la señora se dio cuenta que no, no lo tenían muy claro.
Veréis -continuó-. Uno de los poderes mágicos de Mary Poppins es que puede volar, simplemente abriendo un paraguas. Y puede hacer que las personas y las cosas que están cerca de ella, vuelen igualmente.
Sarah no había dicho nada en todo el tiempo que aquella señora estuvo hablando, pero sus ojos azabache no se pudieron apartar, ni un momento, de las páginas abiertas del libro que les había enseñado.
Una mujer que puede volar. ¡Eso sí que era magnífico!.
Ya se iba a marchar, cuando la señora de pelo de oro, la detuvo.
¡Hola! -le dijo con una sonrisa. ¿Podemos hablar?
Sarah apenas pudo mover un poco la cabeza afirmando, pues le pilló de sorpresa que esa mujer se dirigiera a ella.
-He visto que no quitabas los ojos del cuento. ¿Te gusta leer?
No. Bueno, no sé -contestó tímidamente.
-Que no sabes si te gusta, o que no sabes leer.
Sarah se sintió molesta por esa pregunta, algo le decía que de la respuesta podía depender lo que ocurriera despues. Así que decidió quedarse callada.
Tia Clara, acudió a su rescate.
Sarah es una chica muy inteligente, pero ha tenido que hacer muchas labores. Algunas para ayudar a los más pequeños, otras, obligada por las circunstancias.
La mujer de pelo dorado intuyó por la mirada que le dirigió tía Clara, que era mejor no ahondar más en el tema, por el momento. Se despidieron de Sarah y se fueron.
Las dos mujeres caminaban despacio, con la cabeza gacha.
Clara con pasos cortos pero rotundos, como su corpulencia le exigía. Sus facciones estaban bien marcadas. Ojos grandes y rasgados, labios carnosos que en cuanto te descuidabas, lucían la mejor de las sonrisas. Y tras ellos, unos dientes blancos que parecían añadir luz a su piel negra.
Sarah es una niña muy especial -empezó a explicar a la mujer que iba con ella-. Ha sufrido mucho, pero es muy inteligente. Sé que puede aprender y llegar muy lejos.
La mujer de pelo dorado no se atrevió a interrumpir a tía Clara, sospechando que ella iba a seguir hablando sobre la niña. Como así fue.
Sara -continuó tía Clara, no conoció a sus padres. Creció con un tío, pero éste se casó de nuevo y su segunda mujer la echó y la llevó a casa de un hombre que se presentó como otro tío suyo. Aunque tenía mujer, abusaba de Sarah. Así que la niña decidió escapar. Estuvo vagando por las calles, hasta que llegó aquí.
Se hizo el silencio entre las dos mujeres. Ambas se detuvieron a la par, sin mediar palabra. Los ojos azules de la mujer de piel blanca y pelo dorado, se inundaron de agua.
-¿Cómo podéis soportar todo esto?
Tía Clara cogió del brazo a la mujer que tenía frente a ella, y la hizo reanudar la marcha.
Si Mary Poppins puede volar, esos niños también. Sólo hay que recordarles que, por mucho que alguien intente obligarles a arrastrarse por el suelo, como reptiles, ellos tienen alas. Tienen que aprender a abrirlas y despegar. Y para eso estamos aquí tú y yo. Para enseñarles cómo hacerlo.

Apenas tiene que recorrer unos metros para llegar hasta la chabola de hojalata donde han construido la escuela. Al entrar, se  encuentra con unos tablones largos que hacen de asiento y otros, colocados frente a ellos, a más altura, donde algunos niños que ya han llegado antes que ella, posan sus manos. Son los pupitres.
En la pared de enfrente a las mesas, hay una especie de cuadro grande, hecho de pizarra, y dándole la espalda, descansa una silla. Frente a ésta, una pequeña mesa.
Los niños se van colocando según entran, cada uno donde le parece bien, o donde está algún conocido suyo.
Sara, instintivamente, se coloca en el pupitre que está en el último lugar.
Acaba de sentarse, cuando se hace el silencio. Al dirigir la mirada hacia la puerta, la niña se queda boquiabierta, pues ve que por ella acaba de entrar una mujer rubia, de piel muy, muy blanca, y ojos azules. Adornándole la cabeza lleva un sombrero negro con unas florecillas de colores. Un paraguas del mismo color que el sombrero, en una mano, en la otra, un libro. Y una amplia sonrisa en su bonita boca.
¡Mary Poppins! -grita Sarah sin poder contenerse.
Cuando se fija mejor, se da cuenta que en realidad es la mujer que estuvo días atrás con tía Clara, anunciádoles que iba a abrirse la escuela.
No -dice sonriendo-. No soy Mary Poppins. Pero voy a enseñaros a conocerla mejor. Y para eso, tenéis que aprender a leer. Conocer las letras de este libro donde se explica quién era la señorita Poppins. ¿Queréis conocerla?
¡Síiiii! -gritaron todos a coro.
-Pues bien, vamos a empezar.
La mujer fue hacia la mesa que estaba frente a los pupitres de los niños. Dejó el libro sobre ella, y se dirigió hacia la pizarra. Allí empezó a escribir unos signos que ningún chico sabía qué eran.
-Éstas son las letras del abecedario. Con ellas se forman las palabras y con las palabras, haremos frases. Cuando aprendamos todo ésto, podremos reconocer lo que está escrito en el libro de Mary Poppins.
¿Y entonces podremos volar? -preguntó uno de los niños que se había sentado en las primeras filas.
-Sí, pequeño. Cada vez que leas ese libro y otros más, podrás volar.
En la cara de Sarah se esbozó una sonrisa. Algo le decía en su interior, que éste iba a ser el principio de un largo y maravilloso viaje.







Autora: Mª Concepción Saldaña Alonso.

2 comentarios:

  1. Un buen relato el tuyo, Conchi. Hay millones de niñas como Sarah, lo tienen muy difícil. Necesitan mucha ayuda para poder despegar de una situación miserable y esclavizadora. Mary Poppins y su paraguas que permite volar es una bella metáfora. A mí también me gustaba el personaje, recuerdo la primera vez que vi la película como si fuera ayer.
    Leer permite volar, qué duda cabe.
    Un abrazo, amiga paseante y lectora.

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    1. En esta historia, como dices Abejita, el paragüas de Mary Poppins me sirve de metáfora. El personaje de la niñera capaz de hacer magia, siempre me pareció un tanto extraño. No hace mucho se estrenó una película titulada: "Al Encuentro de Mr. Banks" protagonizada por Emma Thompson (A la que admiro), haciendo el papel de la autora del cuento, y a Tom Hanks, en la piel de Walt Disney, quien al parecer, estuvo durante nada menos que 20 años, detrás de la autora para intentar conseguir los derechos y llevar el cuento a la gran pantalla. Ahí entiendes muchas de las metáforas que la autora también utiliza en su cuento. Pero no nos desviemos del tema. Nacer en África no es lo mismo que nacer en España, y si eres mujer, lo que te toca es mucho más duro. Por eso es necesario que aquellos que tengan formación se encarguen de formar a las nuevas generaciones. El conocimiento es como esa llave maestra, universal, capaz de abrir todos los candados de todas las cadenas. Por eso hay quienes tienen tanto interés de que personas de determinados países no lo tengan a su alcance. Una vergüenza.
      Saludos, amiga de rutas a pie y entre líneas.

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