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martes, 27 de febrero de 2018

LIQUIDO ELEMENTO




Algo hay en lo profundo 
del agua, que te llama
a sus raíces últimas.
(Versos sacados del poema "Fondo" del "Libro de los Elementos" de Lorenzo Oliván)


¿Tiene forma el agua? Esta pregunta puede tener tan amplio abanico de respuestas como amplia sea la imaginación de quienes la respondan. ¿Es el agua el que toma la forma del elemento que se sumerge en ella, o es éste el que se transforma hasta ser también agua?
Si hay algo que no le falta al director Guillermo del Toro es imaginación. Y con ella y su gran talento para transformar en imágenes, historias y personajes, ha creado magia en la gran pantalla con la película "La Forma del Agua".
La historia se sitúa en los Estados Unidos, alrededor de 1963, en plena guerra fría. En un lugar de alta seguridad se estudia a un hombre anfibio, (interpretado por Dough Jones), traído de un lago de Sudamérica. De esa seguridad  se encarga Richard Strickland (interpretado por Michael Shannon) que abusará de su poder para llevarla a extremos de crueldad. Pero a veces no son los más poderosos quienes llevan las riendas de la historia, sino los aparentemente más anodinos, y es ahí donde aparece la verdadera protagonista de esta historia, una mujer muda que forma parte del personal de la limpieza, la solitaria y observadora Eliza Esposito, (interpretada por Sally Hawkins actriz que hace suyos a los personajes a los que da cuerpo como hiciera en "Persuasión"), que con esa capacidad de ver más allá de las formas, reconocerá en el hombre anfibio a su alma gemela y en Shannon a su más peligroso enemigo. En su recorrido por aguas peligrosas no estará sola, tendrá la compañía y ayuda de su compañera de trabajo Zelda (interpretada por Octavia Spencer, a la que pudimos disfrutar en "Señoras y Criadas") y a su, no menos solitario, vecino Giles (al que da vida Richard Jenkins)
Ésta es una historia  de ambición, de odio, de sed de venganza enmascarada con un supuesto deseo de cumplir con el deber. Es la historia de un ser venido, quizás, de un mundo fantástico, que se humaniza cuando conoce lo mejor y lo peor de nuestro mundo. Es la historia de una mujer que se convierte en un ser mágico cuando conoce a alguien diferente. Pero es  por encima de todo, una historia de amor y del poder que éste tiene en transformar a seres terrenales en anfibios. De conseguir, incluso, que el agua tenga forma.

Guillermo del Toro ha creado, como he dicho antes,  magia con esta película, y lo ha hecho no sólo con los personajes de la historia, sino añadiendo otros elementos que tienen también protagonismo: la luz con tonos verdosos y esos ocres que le dan a alguna de las imágenes apariencia de fotografía antigua, la maravillosa música, con la que ha hecho un homenaje a los viejos musicales de Broadway, y algunos efectos especiales con los que ha tenido el acierto de utilizar en su justa medida. Lo dicho, pura magia.

El líquido elemento me ha traído otra vez hasta aquí.