"El Escritor de Cartas"
de Henry Nelson O´ Neil
Esta entrada podría considerarse una segunda parte de la que el 15 de Septiembre publiqué con el título "Correspondencias". Esta vez traigo otro de los libros fruto de la colaboración de dos escritores no sólo "separados" por la distancia de los lugares donde habitan, sino también por su edad y género. Sin embargo, nada de esto impide un acercamiento. Una vez más el puente de unión será la literatura. La literatura en su caso vista desde sus ojos de lectores y de escritores, transmitiéndonos sus experiencias, sus dudas, sus conclusiones, a través de sus cartas. Quienes protagonizan esta vez la relación epistoral son el escritor vasco Cano Harkaitz Jaúregui (Lasarte,Guipúzcoa-1975) y la escritora croata Dubravka Ugresiá (Kutina,Croacia-1949).
El escritor vasco se pregunta qué se espera de un escritor cuando presentadores de televisión y futbolistas se dedican a publicar libros a diestro y siniestro, y si es posible escribir sin viajar pues son las experiencias de los viajes y las propias reflexiones lo que alimentan la creatividad. Viajar, como menciona el escritor portugués en uno de sus poemas: "perder países". Viajar, aunque a veces ello conlleve incomodidades, como cuando explica irónicamente los métodos de ahorro de algunas aerolíneas. Comenta lo fácil que es traspasar fronteras cuando se ha nacido en un país pequeño. Habla de los cambios que pudo ver de adolescente en la ciudad de San Sebastián, lo que costaba a finales de los años ochenta, distinguir lo normal de lo cotidiano cuando se había nacido en un entorno dominado por un conflicto armado. Le cuenta a la escritora croata que hubo una época en que se utilizaban los nombres de astros y personajes mitológicos vascos para bautizar los bares.
Una de las cartas que más me ha gustado del señor Harkaitz es en la que le explica a la señora Ugresiá las razones que le movieron a elegir la profesión de escritor. Una de ellas, y no quiero desvelarles todas para que puedan descubrirlas por ustedes mismos, es que a la edad de diez años regalaba libros hechos por él mismo al resto de su familia. Una historia que él había escrito expresamente según los gustos de cada uno de ellos.
En el caso de la señora Ugresiá empieza contando cómo se topó con unas cartas de amigos, cartas que eran largas cálidas e inteligentes y las compara con los breves correos que solemos mandarnos ahora, algunos ni siquiera llegan a responderse porque se han perdido en el camino.
La escritora croata que por su firme postura antibelicista durante la guerra antigua de Yugoslavia fue catalogada de traidora y tuvo que abandonar su país, sabe también sobre las consecuencias que un conflicto armado puede acarrear.
Menciona que parte del oficio de escritor debería ser lanzar preguntas aquí y allá, inesperadas a veces, clásicas otras. En otra de sus cartas ensalza la grandeza del escritor Bohumil Hrabal por su amor por el género humano.
Según avanzan en sus misivas, línea a línea, va transcurriendo el tiempo. Nos van desvelando cosas sobre ellos mismos y sobre su entorno. Nos van descubriendo lecturas y autores, (curiosamente Shakespeare y Chejov no son el tema principal) y cuando llegas a la última página, a la última de las cartas en las que el escritor vasco se despide de la escritora croata con un : "hasta que nos veamos en San Sebastián", te dices: cómo me gustaría estar allí con ellos.