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sábado, 28 de diciembre de 2013

EL AÑO QUE VIENE



Cuando un año nuevo empieza, y el 2014 ya está a la vuelta de la esquina, no sabemos lo que nos va a deparar. Es como cuando se empieza a leer un libro. Puedes tener una vaga idea de la historia o historias que encierra pero, saber, lo que se dice saber, sabemos bien poco.
Posamos los ojos en la primera línea y comenzamos a leer. De repente aparece una princesa que no puede despertar hasta que un príncipe le dé un beso. O una bruja que lleva una manzana de aspecto exquisito, pero que al morderla, puede hacer que una joven que vive con siete graciosos enanos, caiga presa del veneno que esa fruta contiene.
¡Haalaaa!, aquí hay un barco pirata que surca los mares, y va a una isla en la que hay un tesoro escondido.
En este otro libro aparece un gato con botas.
¡Mira, mira, aquí  sale un guisante gigante!.
Cuando comenzamos a leer, debemos hacerlo con los ojos de un niño. Dejándonos llevar por la historia, sin tener ninguna idea preconcebida. Abandonándonos al relato que el autor ha escrito para nosotros. Volando sobre una alfombra mágica si ésta aparece, sin preocuparnos de si podemos caernos de ella.
Comenzar un libro, o comenzar un año, con la mente y el corazón nuevos, como críos. Seguro que cada página o cada día, nos tiene reservadas historias maravillosas para ser leídas o vividas.
Mis deseos para el próximo año son: paz y pan para todos. Y que los buenos libros, les acompañen.
Hablando de libros y del hechizo de las palabras que éstos contienen,  no puedo resistir la tentación de recomendarles un título:
"EL INVENTOR DE PALABRAS" de Gerard Donovan, Editorial TusQuets. El autor de esta historia es irlandés. No sé si la tradición irlandesa de contar historias es lo que ha hecho que este escritor domine la palabra como lo hace, pero si pueden conseguirlo, bien en librerías o en bibliotecas, no duden en leerlo. En él se nos cuenta la historia de un hombre que vive en una cabaña, rodeado de naturaleza, y arropado por la biblioteca que en dicha cabaña tiene. Es un hombre al que le gusta leer, tanto, que incluso se permite utilizar cotidianamente, el lenguaje que en su tiempo utilizaba William Shakespeare. Toda su vida parece llena de armonía, hasta que alguien decide matar a su perro, la única compañía que el protagonista de esta historia tiene y,  a partir de ahí, todo empieza a cambiar.
¿Quieren saber cómo acaba esta atractiva historia? Busquen el libro, abránlo y, sumérjanse en sus palabras. Pura magia.
Y ya puesta, me voy a atrever a sugerirles algún título para los que tengan niños.
Para los más pequeños, los cuentos de Beatrix Potter, son un mundo por descubrir. 
Si son un poquito más mayores, cualquier cuento de Roald Dahl, resulta una deliciosa gamberrada. Y si además pueden leérselos en alto los padres, eso es ya todo un regalazo para los críos.

domingo, 22 de diciembre de 2013

CUENTO INACABADO DE NAVIDAD



Una fría noche de Diciembre de hace muchos, muchos años,  en una pequeña aldea rodeada de montañas y con espesos bosques y verdes prados cubiertos de nieve,  nació un niño del que empezó a correr el rumor, que era mitad humano, mitad divino. Se decía que los espíritus de los antiguos moradores de los bosques que rodeaban la aldea, le habían bendecido con la energía de los cielos, la velocidad del rayo, la rapidez del viento, la profundidad del mar, la luminosidad del sol, el resplandor de la luna, el brillo del fuego, la estabilidad de la tierra, y la firmeza de la roca.
Como nació sin ninguna posesión material, uno de los hombres de la aldea decidió hacerse cargo del cuidado del niño y de la madre.
Fue tanto el revuelo que el nacimiento de ese niño causó, que los poderosos del lugar vieron una amenaza en él y, decidieron que debía desaparecer. Así las cosas, la nueva familia tuvo que huir de la aldea, y se vieron obligados a emigrar de un lugar a otro.
Cuando ese niño se hizo adulto, empezó a hablar a todo el que quería escucharle. Habló de libertad, de amor y respeto a uno mismo y a los demás, como semejantes que uno y otros eran. Pero sobre todo, habló de vivir sin temor a nadie ni a nada.
Al principio, fueron sólo unos pocos los que se pararon a escucharle, pero luego se extendió el poder de sus palabras, la atracción que su presencia irradiaba, y fue consiguiendo que mucha más gente le escuchara y siguiera. Y cuando alguno de sus seguidores le decía que admiraba esa parte divina que poseía, él humildemente respondía que esa parte la poseían todos los seres humanos.
Fue tal su poder de atracción, que nuevamente los poderosos vieron en él no sólo una gran osadía, -¡ cómo se le podía ocurrir hablar de libertad y de igualdad!-,  sino un gran peligro, pues aconsejaba a la gente que viviera sin miedo. Y fue eso, precisamente, lo que le condenó a ser perseguido hasta ser arrestado.
Tras uno de los más bochornosos y corruptos juicios que se han celebrado nunca, ese niño,  que ya estaba en la treintena, fue condenado a morir de forma violenta.
Si bien es verdad que acabaron destruyendo su cuerpo, no pudieron hacer lo mismo con su espíritu, pues como he dicho al principio de esta historia, nuestro protagonista nació con una parte humana y otra divina. Y fue ésta última la que quedó intacta.
Los poderosos no han dejado, desde entonces, de intentar destruir todo lo que les recordara el mensaje que aquel hombre bueno había extendido allá por donde iba.  Y lo han hecho utilizando diversas estrategias como las guerras mundiales, o las nacionales. Creando conflictos entre personas de distintas etnias y creencias, sembrando el miedo, la desconfianza mutua, la miseria y la ignorancia. Pero debido a esa parte divina que todo ser humano tiene en herencia, en cada conflicto, en cada situación desesperada, surge alguien que rompe las reglas que los poderosos quieren imponer y, actúa regido sólo por su conciencia. Por eso hay pilotos de aviones militares que en lugar de bombas, dejan caer desde sus aviones de guerra, alimentos y medicinas. Y soldados que en lugar de disparar balas, reparten tabletas de chocolate, y juguetes para los niños que viven en países destrozados por la ambición de unos pocos. Por eso existen médicos y enfermeras que curan a las personas que lo necesitan, sin importarles de qué nacionalidad, raza o creencia sean, y sin preocuparse de que no tengan un puñado de papeles en regla. Por eso hay profesores que enseñan todo lo que saben, sin cobrar las clases a la gente que no podría pagárselas. Por eso surgen personas que se agrupan para luchar contra la especulación y destrucción de los bosques, montes y mares. Por eso hay gente que cuando se entera de que en un sorteo les ha tocado una cesta de Navidad, deciden donársela a otra familia más necesitada que la suya. Por eso aparecen perros-flauta dispuestos a informar a la gente y evitar que se les siga engañando y manipulando. Por eso han habido, y hay, hombres que sin importarles que puedan quitarles la libertad, incluso la vida, han seguido dando el mensaje de aquel niño divino. Personas como Gandhi, Martin Luther King, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Nelson Mandela. Y otros muchos cuyos nombres no conoceremos quizás jamas, pero que en su labor diaria y anónima, dejan aflorar esa parte divina que todos hemos heredado.
Y así ha ido creciendo la ola de gente buena, a la par que la ambición y corrupción de los poderosos. 
Y,  colorín, colorado... Este cuento, aún no ha acabado.


P.D. Dedico esta historia a toda la buena gente que hay en el mundo, que es mucha, con mis mejores deseos de que pasen una muy Feliz Navidad, y que el Año Nuevo les traiga salud, alegría, y fuerza, para que sigan siendo como han sido hasta ahora.
¡ARRIBA LA GENTE BUENA DEL MUNDO!.

Para los otros, los corruptos, que utilizan el poder y el dinero que tienen en sembrar la miseria y la ignorancia, incluso en países enteros, para esos también tengo un deseo. Que el Espíritu de la Navidad ilumine sus espejos, y cuando se vayan a mirar en ellos, (conociendo el enorme ego que todos ellos poseen, supongo que lo harán varias veces al cabo del día), les devuelva con toda claridad, el reflejo de  su verdadero rostro.

viernes, 20 de diciembre de 2013

INVIERNO

"UNA FELIZ VUELTA SOBRE EL HIELO-1888" 
de Robert Barnes 

Ya está aquí, con sus temperaturas bajo cero, con su mantos de nieve y hielo. Si abrimos la ventana para recibirlo, nos golpeará en la cara con su mano escarchada. Con su furioso aire, nos traerá olores a caldos humeantes, a churros calientes deseando lanzarse en picado, dentro de tazas de chocolate espeso.
 A veces, su presencia nos hace temblar de frío, otras, hace que la temperatura de nuestro cuerpo sea febril, y nuestra nariz se hinche, y se ponga húmeda y roja.
Para los que tienen que desplazarse de un lado a otro, sus continúos cambios son una amenaza. Para aquellos que los contemplan desde una ventana, son como bellos cuadros.
Ya está aquí con la promesa de días llenos de sueños infantiles, mesas  adornadas con delicias navideñas, y árboles, de cuyas ramas, brotarán luces de colores.
Tiempo de guarecerse en casa, al calorcito, o salir a la calle camuflado bajo bufandas, gorros y guantes. Ya está aquí el señor Invierno.  No le tengáis miedo, porque los escalofríos que os hace sentir, sólo son una muestra de que estáis vivos.

domingo, 15 de diciembre de 2013

TEMPORADA DE CAZA

"ESCENA DE CAZA"
De J. Francis Sartorius 




En esto de la caza, como en todo, cada uno tiene su estilo y depende también de las circunstancias. Por lo que he podido deducir por conversaciones entre cazadores en las que he estado presente, éstos se pueden dividir  en dos grandes grupos: los que acaban con su presa de un tiro certero, y los que prefieren disfrutar más del momento, y deciden perseguirla hasta acabar con ella de puro agotamiento. Esta filosofía parece haberse instalado igualmente en el mundo laboral. En este caos económico que ahora estamos viviendo, hay también dos tipos de empresarios. Los que deciden deshacerse de sus empleados con el tiro certero del despido,  sin tener en cuenta la experiencia de éstos, ni los años que han estado trabajando para su empresa de una manera responsable.  Y los que antes de llevar a cabo esa decisión, que ya tienen tomada de antemano, deciden jugar un poco más con el empleado, hasta exprimirle la última gota. El problema está en que en este juego hay dos protagonistas: el cazador y la presa. Y ésta también tiene la posibilidad de elegir, aunque a priori parezca imposible por su aparente desesperada situación. Esto lo he podido ver a través de dos historias que me han llegado en estos días pasados. La primera la protagoniza una mujer a la que su médico le anuncia que tiene que pasar por quirófano y, lógicamente, se lo comunica a su jefe. Éste pide a la empleada que solicite le retrasen la operación, pues "ahora" no es buen momento para que la empresa se quede sin una empleada en activo. La empleada decide aceptar, incluso a consta de su salud, y retrasa su operación. Cuando tiempo después va a que la operen,  el empresario le anuncia que está despedida.
La otra historia la protagoniza otra mujer, a la que un buen día su jefe le notifica que habiendo considerado que ella gana un sueldo excesivo, ha decidido reducírselo en un 45%.  Si estuviésemos hablando del sueldo de una ministra o de una jueza, esa reducción del 45% sería una mera anécdota,  pero es que de lo que estamos hablando es del sueldo de una camarera, aquí, en España. Si a este sueldo se le reduce un 45%, se le está reduciendo a la nada más absoluta. Esta mujer, a diferencia de la de la primera historia, y a pesar de las circunstancias, decide no tener miedo y,  no acepta. El jefe la despide, teniendo que hacerle la liquidación por el sueldo que había estado cobrando hasta la fecha del despido. A los pocos días de ser despedida, le ofrecen un nuevo trabajo con una buenas condiciones salariales.
Cada uno puede sacar sus conclusiones. La  moraleja que yo he sacado de todo esto es que aunque a veces  la vida te puede poner en la situación de presa fácil, si tienes la serenidad de pararte a pensar durante unos minutos, puedes cambiar el desarrollo de la historia, e incluso convertir al cazador en cazado.

lunes, 9 de diciembre de 2013

SE NECESITAN HOMBRES BUENOS





ÁFRICA

África alma alterada
Cruzada por mil latigazos
Pesadilla
Ahogada en sudores fétidos
Sangre
Desmayo
Mi hambre
Mi sed
Mi cárcel muda
Mi grito perdido
Ahorcado
Inútil
Despedazado
Calabozo donde todo se fija
Palabra
Manifiesto
Revuelta
Mi esperanza.


de Paul Dakeyo (Camerún-1948)
(Sacado del Libro "Voces Africanas-Edit.Verbum)



Se nos ha ido otro de los grandes hombres, y el mundo se ha quedado todavía más huérfano. Se nos ha ido como se fue la Madre Teresa de Calcuta y Vicente Ferrer. Todos ellos han muerto de viejos, pero, qué vidas más bien aprovechadas.
El problema está en saber si habrá sustitutos para estas personas. Cúanta gente bien preparada hay  en el mundo, pero de todos ellos ¿quiénes están dispuestos a ofrecer sus conocimientos, sus energías, su vida, al servicio común, anteponiéndolo incluso a sus necesidades privadas? Para eso hay que ser muy, muy valientes.
Hace unos días en el programa de la 2ª cadena de TVE, "Los Imprescindibles", pasaron un reportaje sobre la vida del poeta catalán Salvador Espriú. En una de las entrevistas que le hicieron a lo largo de su vida, él  había declarado que la cualidad más importante del hombre no era la inteligencia, sino la bondad. 
Si nos fijamos en la realidad que nos rodea, podemos ver que tenemos tecnócratas muy cualificados en todos los campos, no digamos en política y economía, pero de lo que más necesitado, hambriento, diría yo, está el mundo ahora mismo es: De hombres buenos.

jueves, 5 de diciembre de 2013

ALMAS GEMELAS



DESENCUENTRO EN LA 1ª FASE
De Concepción Saldaña Alonso


Estaba sentada, como siempre, en la fila 7, en la parte en la que sólo había dos butacas. Era como un ritual para ella. Buscaba soledad en medio de la enorme sala de cine. Se sentó en el asiento de la orilla, en el otro había dejado su bolso y chaqueta, y mientras esperaba a que empezara la peli, una muy buena de Spielberg: "Encuentros en la 3ª Fase", iba a leer el libro que había elegido: "84, Charing Cross Road" de una tal Helene Hanff. Era una pequeña novela que hablaba de libros, de lecturas apasionadas y de gente también apasionada por ambas cosas. Le gustaba leer libros sobre libros. Casi había hecho ya una pequeña colección. En este, como era su costumbre, ya había sellado en la primera página su Ex Libris: "Si me encuentras perdido, devuélveme a mi dueña", e indicaba su nombre.
Se acomodó en la butaca, se ahuecó el pelo rizado y corto, colocó bien la falda vaquera, se arremangó un poco las mangas de la camisa blanca, y ausentándose de la música ambiental que se oía por los altavoces, así como de la gente que iba entrando a cuenta-gotas en la sala, posó los castaños ojos sobre las líneas impresas. Empezó a leer.


Venía un tanto alterado, su jefe le había obligado a quedarse más tiempo en la oficina y eso había trastocado un tanto sus planes, le había hecho llegar más tarde a la sala de cine. A él le gustaba entrar un buen rato antes de que empezara la pelí, así podía aprovechar para leer.
Buscó desde la puerta con la mirada de ojos negros un lugar tranquilo donde sentarse. Había pocas personas aún en la sala. Rechazó sentarse al lado de una pareja que llevaban unos enormes cuencos de palomitas. No soportaba oir mascar a la gente durante la proyección. Al girar la cabeza a la izquierda vio a una chica sola, sentada en la hilera de dos butacas. Instintivamente miró al otro extremo de la sala, donde había otra hilera de butacas que estaban colocadas de dos en dos. Hacia allí se dirigió. Se quitó la cazadora marrón de pana, y tras estirarse el jersey del mismo color, de igual tono oscuro que su pantalón, sacó de su mochila la novela que un amigo le había regalado. Se apartó el flequillo negro y liso, y comenzó a leer el título: "84, Charing Cross Road". En realidad se la habían regalado a su amigo, pero la había ojeado y como le parecía un poco aburrida, se la dio a él. Ventajas de tener fama de devora-libros.

Apenas había leído tres o cuatro páginas, cuando la luz de las lámparas empezó a bajar de intensidad. Colocó con cuidado el libro sobre su chaqueta, y se dispuso a ver la película. Estaba segura de que siendo de Spielberg le iba a gustar. Él nunca le había decepcionado.

Un poco enfadado por no haber podido leer más que una página del libro, lo dejó sobre su cazadora, y se arrebujó en el asiento. Siempre estaba dispuesto a disfrutar al máximo de una buena película de Spielberg.

Como había pensado, se le había hecho cortísima la historia que acababa de ver en la pantalla. Richard Dreyfuss no era uno de sus actores favoritos, pero había estado convincente en su papel de hombre captado por los extraterrestres.
Qué pena que ella no hubiera tenido un encuentro emocionante con algún ser de otro planeta. Bueno, la verdad es que ni siquiera lo había tenido con alguien del planeta tierra. Apartó esos pensamientos de su mente, temerosa de acabar en un estado de melancolía, que no quería tener. Se puso la chaqueta, cogió el bolso y el libro, y se dirigió hacia la puerta.

¿Sería verdad que criaturas de otro planeta pudieran estar intentando conectar con nosotros? Ojalá él tuviera la oportunidad de encontrarse con algún ser especial.
Se colgó la mochila al hombro, cogió la cazadora y la novela, y corrió hacia la salida. Como iba con la cabeza baja, ensimismado en sus pensamientos, no se dio cuenta de la chica que se acercaba por su derecha y sin querer, le dio un empujón. Eso hizo que el libro que al parecer ella llevaba en la mano, se cayera al suelo, lo cogió y tras un leve lío de manos, se lo dio sin mirar. La chica susurró un rápido "gracias", y siguió su camino.
Él salió pitando para intentar coger el bus de las veintidós cuarenta, que paraba justo en la acera de enfrente. Ya dentro del autobús se puso la cazadora, y guardó en la mochila el ejemplar de "84, Charing Cross Road", el cual desde su primera página gritaba, con letras selladas, que se lo devolvieran a su verdadera dueña.





Nota de la Autora: Relato registrado en la Oficina Provincial del Registro General de la Propiedad Intelectual de Burgos.