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jueves, 30 de octubre de 2014

SANTOS DULCES


Del rumor cadencioso de la onda
y el viento que muge;
del incierto reflejo que alumbra
la selva o la nube;
del píar de alguna ave de paso;
del agreste ignorado perfume
que el céfiro roba
al valle o la cumbre,
mundos hay donde encuentran asilo
las almas que al peso
del mundo sucumben.

("En las Orillas del Sar"
de Rosalía de Castro) .



"La Puerta del Cementerio 2"
de Caspar David Friedrich



Mi abuela solía decir que a los santos se les conocía por las vísperas. Eso se cumplía fielmente todos los años en la fiesta de Todos los Santos del día 1 de Noviembre. Lo mejor de esa fiesta era, precisamente, la víspera. Recuerdo que cuando era una niña, al llegar el 31 de Octubre, salía corriendo del colegio con mi hermana. Nada más llegar a casa, dejábamos todos los bártulos del colegio,  nos cambiábamos de ropa y depués de merendar, íbamos a la cocina donde nos esperaba un mundo de olores, sabores, colores y sonidos. Esa tarde-noche se nos agudizaban todos los sentidos. Era la tarde en que mi madre hacía los famosos buñuelos de santo.
La mesa se llenaba de cazuelas, cazos, fuentes, enormes cucharas de madera, tenedores. A eso había que añadir los ingredientes: huevos, harina, azúcar, canela en rama, levadura, agua.
Las manos de mi madre se convertían en dos palomas que reboloteaban alegres por encima de cada una de todas esas cosas. Ella era la que dirigía la operación-buñuelo. Primero hacía la crema con los sobres de Flanín, mezclados con leche, un trocito de cáscara de limón y, fundamental, la canela en rama. Por entonces yo era lo suficientemente pequeña como para querer hacerme la mayor, y me presentaba voluntaria para dar vueltas a la mezcla, mientras se hacía en el fuego, con el fin de evitar que se pegara en el recipiente de acero inoxidable. En principio me sentía muy dispuesta, pero según iba pasando el tiempo, mi temperatura corporal iba subiendo al estar tan cerca del fuego, y mis brazos, que alternaba cada vez más a menudo, empezaban a sentir el cansancio. La que terminaba la faena era siempre mi madre. Con esos brazos que sólo tienen las madres, llenos de energía y fuerza.
Luego venía el hacer la masa, para la que también había que sudar lo suyo. Se mezclaban los ingredientes en una cazuela grande, y ¡hala!, venga otra vez a dar vueltas con un cucharón de madera. Nos alternábamos mi hermana y yo para, al final, como siempre, rematar mi madre.
Después venía la parte más divertida para nosotras, en una cazuela llena de aceite hirviendo, se iban echando las bolas de masa, que hacíamos con dos cucharas soperas. Al comenzar a freír, iban creciendo y con suaves toquecitos, íbamos quitándole las esquinas que a veces el calor del aceite, formaba. Al principio de esta operación hacíamos las bolas casi todas iguales. Pero al ir avanzando la tarde, el cansancio se hacía presente y a menos energía, más masa en las cucharas, lo que obligaba a mi madre a recordarnos:
-Niñas, un poco de paciencia, que son buñuelos, no balones de fútbol.
Entonces nos daba un ataque de risa. Y eran esas, las risas, el ingrediente que más usábamos para los buñuelos.
Cuando ya estaban echas las bolas de masa, una de nosotras iba haciéndolas un corte con las tijeras, como una boca, para poder meter en ellas la sabrosa crema. Esta parte era mi preferida porque como todos los años solía sobrar algo de crema, acababa siempre rebañándola con una cuchara, y esos momentos eran deliciosos. ¡Qué rica estaba!.
El día siguiente, es decir el día de Todos los Santos, tenía una doble cara. Lo mejor era al levantárnos. En cuanto abríamos la puerta de nuestro dormitorio, sentíamos el aroma a canela, a azúcar, y a crema. Se nos hacía la boca agua. Mi madre, que se había quedado hasta las tantas de la, ya madrugada, para terminar de rellenar los buñuelos, los había colocado en un par de fuentes sobre la mesa del comedor. Era imposible resistirse a la tentación. Según íbamos al baño, nuestros ojos siempre caían sobre algún buñuelo en concreto, y entonces era cuando saltábamos alguna frase irónica como:
-Uy, mira este buñuelo, parece que se ha quedado un poco espachurradillo. Voy a comérmelo no vaya a ser que se estropee.
Y venga risas.
Luego venía la parte menos grata, la visita al cementerio. En aquellos años era todo muy gris,  excepto cuando se cumplía la tradición y caía la nieve en los altos. Entonces la capa blanca que cubría todo, otorgaba luz y belleza a las tumbas.
No sé el porqué, pero yo nunca me concentraba en los muertos. Mis ojos siempre buscaban algo diferente, y siempre lo encontraban. Me gustaban los majestuosos y gigantes cipreses. Algunas de las bellas esculturas que cuidaban de las tumbas, captaban mi mirada durante largo rato. Los colores de las flores y su olor.
Cuando se es niño los muertos son de otros. Es al irte haciendo mayor cuando te pillan cada vez más cerca, cuando te toca ir más a menudo al cementerio, aunque no sea el día de Todos los Santos. Quizás es esa asiduidad lo que le va quitando ese aire de misterio que tenía cuando lo veías con ojos infantiles, y sin embargo, sigues encontrando rincones bellos en su recorrido.
Los años fueron pasando, y durante muchos de ellos seguimos con la tradición de los buñuelos. Mi madre cada vez intervenía menos, pues sus piernas ya no tenían tanta resistencia. Algún año se incorporó a la operación alguna amiga. Se añadieron entonces nuevas energías y nuevas risas.
Hasta que llegó el día en que el muerto fue muy nuestro. Entonces desaparecieron las fuerzas para hacer dulces, y aunque las hubiéramos tenido,  no habría habido azúcar suficiente en el mundo para quitarnos la amargura de la pérdida.

Estos dias cercanos al 1 de Noviembre, han revoloteado por mi cabeza muchos de esos recuerdos. Es curioso como la mente, quizás para evitar quedarse en el dolor, hace criba de esos recuerdos y, al final, los que prevalecen son los buenos. El sonido de los cacharros, de las voces, de las risas. Los colores y sabores de los ingredientes que según se mezclaban, iban tomando diferentes formas. Y si cierro los ojos, todavía puedo sentir, envolviéndolo todo, el delicioso y penetrante olor de la crema con un toque de canela.

lunes, 27 de octubre de 2014

LA BELLEZA MÁS ALLÁ DE LAS FORMAS

Esta entrada es para anunciar la próxima inauguración de la ll Muestra contra la Violencia hacia las Mujeres, el día 31 de los corrientes, en Espacio Tangente, calle Valentín Jalón 10, aquí en Burgos.




La realiza Sara Tapia, que es profesora de universidad especializada en temas de mujeres, además de escritora. Cuenta con la colaboración de Verónica Alcácer.
Estará hasta el día 14 de Noviembre, que se clausurará con un taller de danza ofrecido por la arriba mencionada Verónica Alcácer, a las 20 horas.
El horario es: de lunes a viernes de l8,30 a 21,30 h.

¿Recuerdan lo que les contaba en mi entrada titulada "Elogio de la Imperfección"? Esta es la prueba de que, incluso en algo que no es perfecto, puede hallarse la belleza. Sólo es necesario que alguien tenga una mirada sensible para poder captarla. Y Sara Tapia la tiene.
Si pueden, vayan a verla. Seguro que les va a soprender.

sábado, 25 de octubre de 2014

TECNOLOGÍA GREMLIN

Fotograma de la película
"LOS GREMLINS" De Steven Spielberg
(Imagen sacada de Internet)



Hace unos días leí que la película de Steven Spielberg "Los Gremlins"  había cumplido ya nada menos que 30 años. Para los que no la conozcan diré que la historia que en ella se nos cuenta, comienza cuando un padre que busca algo especial para regalarle a su hijo, entra en una tienda de antigüedades venidas de países lejanos, y allí encuentra el regalo perfecto: una especie de oso de peluche con orejas de murciélago, y ojos grandes de mirada tierna. El problema es que no se trata de un juguete al uso. Está vivo, es mágico pero, por lo mismo, es frágil y requiere que se respeten una serie de normas de comportamiento con él, pues de lo contrario, su poder "mágico", acabará siendo trágico.
Parece que todo le ha quedado claro al comprador, y cuando se lo entrega a su hijo, le recuerda las normas a seguir. Pero éste, en un descuido, rompe dichas normas y de ese ser tierno y peludo, empiezan a brotar otros parecidos en aspecto a él, pero de intenciones totalmente contrarias. Creando el caos y la destrucción allí por donde pasan.
Enterado el dueño de la tienda de antigüedades de lo ocurrido, acude a la casa del chico. En un momento determinado este hombre le dice al padre del muchacho: quizás lo que ocurre es que el hombre todavía no está preparado para convivir con los gremlins.

Es impresionante lo que en pocos años ha ido evolucionando la tecnología. Ordenadores, televisores, teléfonos móviles. En estos últimos se han ido incorporando cada vez más funciones que, en principio, estaban creadas para una mejor y más amplia comunicación entre los habitantes de nuestro planeta. Una de estas funciones es el WhatsApp. Ha sido toda una revolución que se ha extendido a velocidad de vértigo, sobre todo por el hecho de que es gratis. Quizás por eso, la gente más que uso está haciendo abuso de él.
La semana pasada venía un artículo en uno de los suplementos de la prensa titulado "Miedo en las Aulas", y hablaba precisamente de ese abuso de las nuevas tecnologías que yo mencionaba antes, que se estaba haciendo por parte de alumnos que acosan a sus compañeros de clase. O los que se dedican a acosar a los profesores, y no sólo alumnos, también algunos padres de éstos, se han montado en esta ola de, no sé si llamarla locura o simplemente estupidez.
No seré yo quien critique las nuevas tecnologías, pues soy la primera en reconocer que nos han facilitado algunos trabajos. Pero al fin y al cabo, sólo son eso: máquinas, que deberían estar a nuestro servicio. Máquinas que carecen de cerebro, ése, se supone que debe aportarlo el dueño o usuario de dichas máquinas.
Desde hace tiempo he notado como estos artilugios están cambiando incluso mis relaciones personales. No hace mucho quedaba con mis amigas y hablábamos de mil y una cosas mientras nos tomábamos un café. Eran conversaciones inolvidables, que daban pie a las risas a veces, otras, al debate, pero siempre enriquecedoras. Desde hace algún tiempo, como digo, esto está cambiando. Ahora lo que parece imponerse es mandar constantes mensajes con el WhatsApp, y cuando quedamos alrededor de una taza de café, parece que se hubieran desconectado, y no tuvieran nada que contar, al no ser que alguien saque su móvil y nos quedemos todas mirando la pantallita, como hipnotizadas. Esto me ha provocado más de una vez la triste sensación de volver a casa, con un sentimiento de vaciedad.
La imagen más triste que tengo grabada en la retina que puede documentar todo lo que estoy diciendo es la que pude ver,  hace una semana, en uno de los puestos del mercado de abastos. Éramos varios esperando que nos atendieran, cuando el dependiente preguntó de quién era el turno, nadie contestó, hasta que por fín una mujer que estaba peleándose con su WhatsApp, casi le gritó: me toca a mí, pero por favor, espere a que acabe de mandar este mensaje, es urgentísimo y no sé lo que le pasa a este cacharro.
La mujer tenía la frente perlada de gotas de sudor, las manos le temblaban.
Nos quedamos todos boquiabiertos, sobre todo, cuando unos minutos después, ella misma comentó el mensaje "urgentísimo" que tenía que enviar, justo, en ese momento: preguntarle a su marido qué quería que comprara en la pollería.
Todo esto que les he contado y el hecho de que últimamente mi propio móvil estaba cargado de bastantes mensajes inútiles, me decidieron a desactivar el WhatsApp de mi teléfono. Puede que ahora esté menos conectada. Puede incluso, que sea menos "way". Puede que, como decía el dueño de la tienda de antigüedades de la película de Spielberg, no esté aún preparada para convivir con todo lo que la nueva tecnología me ofrece, pero hay algo que no pueden saber si no se lo digo ahora, desde ese día, me siento muy, pero que muy a gustito.



martes, 21 de octubre de 2014

CONTRA LOS VIENTOS A FAVOR



Hay gente que lo tiene todo en contra y debe luchar para conseguir hasta lo más pequeño. Otros sin embargo, nacen con una cuchara de plata en la mano y no necesitan hacer ningún tipo de esfuerzo, basta con que chasqueen los dedos, y al momento, sus deseos se hacen realidad. Dentro de este grupo de privilegiados, están los que a pesar de tenerlo todo a su alcance, deciden que eso no les basta, e intentan buscar su propio camino, en lugar de limitarse a andar por el que desde que nacen, ya tienen preparado para que, simplemente, se paseen por él. A este último grupo pertenece una mujer que desde que supe de ella, me ha llamado poderosamente la atención: Beatrix Potter.
Nació en el seno de una familia acomodada, lo que en principio debía ser una ventaja. Pero en su caso parece que se le puso en contra. Era una niña muy protegida y solitaria. Sus padres no la dejaban ir a la escuela ni tener amigos. Pero su mente era demasiado abierta como para dejarse enjaular así como así. Y aprovechó su encierro físico para hacer volar su imaginación. Mientras que se le obligaba a permanecer en casa, dibujaba los animales que veía desde su ventana. A la vez estudiaba arte e historia natural.
Los animales le sugirieron historias que se inventaba y que decoró.  Así fue como nació el cuento de Peter Rabbit. Ésta y otras historias, las publicó junto con sus ilustraciones, hechas al detalle, en un formato especialmente reducido.
Otra de las virtudes de esta mujer era que fue una adelantada a su tiempo en la defensa de la naturaleza. Con los ingresos que consiguió de la venta de sus cuentos, fue adquiriendo varios terrenos que al día de hoy, se conservan como una patrimonio que ella dejó claro antes de morir, debía conservarse.
De la vida de esta mujer supe por un libro que hace tiempo me regalaron, y que es una auténtica preciosidad: "Las Mujeres Que Escriben También son Peligrosas" de Stefan Bollmann. Un libro que hace un recorrido en breves biografías, de la vida de escritoras de todas las épocas. Está ilustrado con fantásticas fotografías.
Más tarde vendría la versión cinematográfica de la vida de esta escritora, titulada "Miss Potter", protagonizada por un elenco de actores que son un lujo de interpretación: Renée Zellweger, da vida a la escritora. Ewan Mcgregor, interpreta el papel de Norman, el prometido de Beatrix Potter. Emily Watson, que está soberbia, da vida a la indomable Millie Warne, hermana de Norman. Ver a estos actores juntos es una maravilla. El amplio reparto de magníficos actores secundarios, la decoración, los paisajes, de gran protagonismo en la vida de la auténtica señorita Potter, el vestuario, todo está tan maravillosamente encajado, que hace de la película una delicia.
Hay una escena que quisiera resaltar por el diálogo que en ella mantienen la madre y la hermana de Norman, en presencia de Beatrix, mientras están las tres sentadas tomando el té en el jardin de la casa de las dos primeras. En un momento determinado Millie ( la hermana del prometido de Beatrix, que luego sería su mejor amiga), está diciéndole lo que la admira por ser capaz de trabajar, a pesar de la oposición de su familia. Lo que para ella es un claro signo de emancipación. Entonces la madre de ésta la interrumpe, haciendo participe a  su hija de esta duda:
-Me pregunto por qué no eres capaz de limitarte a hablar del tiempo mientras tomas el té, como harían la mayoría de las mujeres de tu edad.
La respuesta, creo yo, está implícita en la misma pregunta. Porque no es como la mayoría de las mujeres de su edad. Millie, al igual que Beatrix Potter, va por delante de la época que le ha tocado vivir. Son mujeres que fueron capaces de ir contra los vientos que tenían a su favor, porque esos vientos, no las llevaban al puerto que ellas querían alcanzar.

viernes, 17 de octubre de 2014

LAS MUCHAS CARAS (DURAS) DE NUESTRA MONEDA

"CONTANDO DINERO, 1871"
De Leon Caille




Me ha ocurrido alguna vez que el leer poesía, incluso de diferentes autores, y trantando de diferentes temas, me ha dado pie a "jugar" con ellos y formar una especie de conversación. Esto que sucede en literatura, en temas como por ejemplo economía, parece misión imposible. Al leer las últimas noticias sobre la situación económica de nuestro país y su posible salida de la crisis, me ha ocurrido que, haciendo uso de mi afición al juego de palabras para crear una especie de diálogo entre diferentes noticias de la prensa sobre este tema, no sólo no he conseguido construir ese diálogo, sino que, viendo el resultado, lo que ha salido es una especie de conversación besuguiana, por la contradicción que se muestra entre el mensaje que da una noticia y otra, o una serie de monólogos, dado que esas noticias parecen ser una especie de islas,  y sus protagonistas no se conocieran ni de oidas,  ni tuvieran tampoco conocimiento de la realidad económica que ellos mismos están contribuyendo a crear. Siendo como son parte activa de un mismo escenario. Vean y juzguen por ustedes mismos en esta conversación de a tres que he creado:

"El subdirector del departamento europeo del FMI, Phil Gorsen, explicó ayer en rueda de prensa que España ha llevado a cabo muchas reformas y alcanzado metas "brillantes", pero todavía afronta una "crisis de desempleo" y, por tanto, recalcó que "la moderación salarial debe continuar".
(EL PAIS, 11-10-14)

"DESPILFARRO SIN CONTROL EN TARJETAS OPACAS
  -Los Expresidentes Blesa y Rato gastaron en joyas, ropa, viajes y artículos de lujo
  -Decenas de consejeros de Caja Madrid y Bankia desviaron millones para uso privado

Miguel Blesa
75.000 euros en efectivo, vino, safaris y balnearios de lujo
Rodrigo Rato
Joyas, alcohol, ropa, salas de fiesta y grandes almacenes
Ildefonso Sanchez
200.000 euros en billetes, además de muebles y juguetes
Matias Amat
10.000 euros en joyas, arte sacro y artículos de lujo
José M.G. Norniella
175.500 euros en más de mil operaciones
Rafael Spottorno
Gimnasio, zapatos, gasolina y hasta artículos de ferretería
J.A. Moral Santín (IU)
389 comidas por 64.000 euros y 695 rtiradas de efectivo
A. Romero (`PSOE)
Comidas, libros, electrónica y 20.000 euros en viajes
E.Rodríguez Ponga (PP)
Gasolina, viajes, autopistas de peaje y aparcamientos
F.Baquero (CC OO)
Gastos de colegio, electrodomésticos y mobiliario del hogar"
(EL PAIS, 11-10-14)

"EL PRESIDENTE DE BANKIA ANALIZA LOS RETOS DEL SECTOR
Recuperar la confianza y la rentabilidad, asignaturas pendientes
El sistema financiero español tiene unos bancos muy saneados y muy solventes

José Ignacio Goirigolzarri, (presidente de Bankia, quien participó el jueves 16 en un desayuno-conferencia organizado por la Cámara de Comercio de Burgos), analizó durante su intervención la situación de la economía y del sistema financieros españoles, así como de la entidad que preside desde mayo de 2012. Afirmó que hay buenas noticias porque el mundo está saliendo de la crisis, aunque a una velocidad muy inferior a las salidas de otras crisis y de forma titubeante, con acelerones y parones.

La clara mejora de la economía española y de las perspectivas económicas no ha tocado en ninguna tómbola; es producto y consecuencia del esfuerzo de todos lo agentes económicos y de los ciudadanos españoles.

Reiteró que España necesita incrementar su capacidad de ahorro para poder pagar la deuda externa".
(GENTE EN BURGOS: Del 17 al 23 de Octubre de 2014).


¿A que dan ganas de llorar?

Creo que aquí podrían venir bien las palabras sacadas de la obra de William Shakespeare: "La Violación de Lucrecia:
¿Por qué el placer particular de uno solo
se transforma en general calamidad de tantos?
Que el pecado de uno caiga tan solo
sobre la cabeza del infractor;
que las almas sin culpa se vean libres del dolor culpable.
Por el crimen de uno ¿por qué tantos han de perecer sufriendo todos por un pecado individual?


martes, 14 de octubre de 2014

OASIS LITERARIOS

Hay lecturas que te dan respuestas, otras te llenan la cabeza de preguntas. Algunas te dejan palabras que no sabes dónde colocar. Son como trajes que no se adaptan a tus formas, y necesitas buscar el porqué, y esa búsqueda te lleva a otras lecturas. Pero sucede que a veces, en mi caso a menudo, necesitas buscar un libro que simplemente te dé placer, el placer de disfrutar de la belleza del lenguaje. La novela que traigo hoy es de ese tipo. Se titula "Sidra Con Rosie". Su autor Laurie Lee, nos relata su niñez. Y dirán ustedes, ¡vaya!, otro que nos cuenta su vida. Pues sí. Pero eso no es lo importante de su historia, sino cómo lo cuenta. Cualquier cosa que diga yo aquí, no va a hacer más que dar una imagen poco real de su grandeza.  
Las metáforas, la poética utilizada como una sencilla herramienta que sacara de uno de los bolsillos de su chaqueta. Todo parece tan simple, y según vas avanzando en la lectura, te das cuenta de que lo que tienes entre tus manos es una obra literaria.

El señor Lee no pudo elegir peor momento para nacer, justo un mes antes de la primera guerra mundial. Pero sorprendentemente, los recuerdos que aquí plasma de su niñez, están llenos de calidez, de cariño.
Eran tiempos muy duros. Se trabajaba mucho y había poco para comer. La mortalidad infantil estaba a la orden del día.
Por un lado, la escasez parecía imponerse sobre todo lo más elemental. Sin embargo, había, como he dicho, mucho cariño, y mucha belleza alrededor. Puede que Laurie Lee no fuera de los más fuertes, o de los más listos, como él mismo reconoce en alguno de los capítulos, pero estaba dotado de una sensibilidad que hacía que sus ojos fueran capaces de captar la belleza por muy oculta que pareciera estar. Y la captaba en los objetos, (la descripción que hace de la cocina de su casa, es maravillosa), en el paisaje, (cuando habla de su transformación al cambiar las estaciones, sientes el crujir de las ramas, el olor de la humedad de la tierra, hueles el calor que desprende el huerto cuando la intensidad de los rayos del sol cae sobre él), y en las personas. Sobre todo en algunas personas. Vean si no tengo razón, en la descripción que hace de su madre, cuando él aún goza del privilegio de dormir con ella:
"Liberada del ruidoso ajetreo diurno, mi madre dormía como una niña feliz, encogida en el camisón, respirando con leves sonidos de sorber en la almohada. En sus vuelos del sueño me mantenía cerca, como un paracaídas a su espalda; o se daba la vuelta y me envolvía en su gran cuerpo cansado, y yo me sentía tan a gusto como un ratón en un almiar".
O en la que hace de las dos abuelas, envuelta en poesía e ironía:
"Parecían estorninos tachonados de azabache y caminaban con un tintineo de oscuridad".

En  un año y en un mundo que parecía que todo era oscuro y triste, como la muerte, nace un niño cuya mirada es capaz de posarse en todo lo que rebosa belleza, en todo lo que transmite vida.
No se pierdan esta novela, oasis en mitad del desierto que nos está tocando vivir.






La fotografía, que he sacado de Internet, reproduce el cuadro titulado: "Regreso del Trabajo" de Walter MacEwen.

sábado, 11 de octubre de 2014

PESCADO CON CIERTO OLOR A PODRIDO



"PESCADO"
De William Stephen Coleman



Hoy quiero contarles una de esas historias pequeñitas con las que nos regala nuestra vida cotidiana. Desde hace muchos años mi madre primero, y ahora yo, hemos estado comprando el pescado en la misma pescadería. Nuestra pescadería de siempre, como se suele decir. Hace unas semanas, ocurrió algo que ha trastocado toda esa "tradición". Ocurrió un sábado en el que en esa pescadería, además del dueño, estaba también su hija adolescente. El padre acababa de cortar un pescado que le había pedido una clienta, al hacerlo la tabla donde lo había posado, se llenó de la sangre del animal despedazado. Cuando me tocó el turno de ser atendida, lo hizo la hija del pescadero. Ya iba a envolver lo que le había pedido para pesarlo, cuando la joven hizo el ademán de posar el papel de un blanco reluciente,  sobre la tabla llena de sangre, que su padre se había olvidado de limpiar.
¿No irás a posar el papel limpio sobre esa tabla llena de sangre? -le dije.
La joven me miró como si le hubiera lanzado un insulto.
No tiene importancia -intervino el padre-. Es sangre buena.
Buena o mala -le contesté-, es sangre que mancha.
La joven entonces cogió con gesto de desgana un paño, y limpió la tabla.
Desde ese día las cosas entre nosotros cambiaron totalmente. Cada vez que he ido a ese puesto y estaba la joven, no he recibido más que miradas airadas por su parte. Llegando incluso a aprovechar la circunstancia de que no hubiera más clientas que yo, para lanzarme alguna que otra indirecta. Y lo más irritante es que lo ha hecho con la complicidad del padre, que no ha dudado en apoyar la actitud de su hija. Y la verdad, no logro entenderlo puesto que lo que le dije, no iba en su perjuicio, sino más bien todo lo contrario. ¿No beneficiaría a su negocio el mantener todo lo que está a la vista del público en un estado de limpieza?
Cuando llegué a casa estuve pensando en lo importante que es tener a alguien desde pequeño, que te dé buenos consejos. Porque la diferencia es tan enorme como el llegar a ser una buena persona o no. Y no me negarán que el mundo está ahora muy necesitado de buenas personas.
Esta historia que puede parecer una anécdota sin importancia, quizás no lo sea tanto. Vamos a imaginar que el padre de esta joven siga alimentando en ella la creencia de que haga lo que haga, y diga y lo que diga, ella va a tener siempre razón, además de contar con el apoyo incondicional de su padre, en lo más extenso de la palabra "incondicional". ¿Se imaginan que la joven en cuestión acabados sus estudios, llegue a ostentar un puesto de responsabilidad en una banco, en una empresa, o incluso, puestos a imaginar, que llegue a ocupar un puesto de poder en la política? ¿Cómo creen que va a gobernar un país una persona que, desde niña, se le ha transmitido la peregrina idea de que da igual hacer las cosas mal que bien?

Lo que ha podrido árboles milenarios, no han sido sus ramas, sino sus raíces.
Mi abuela siempre decía que cuando un pescado estaba podrido, donde más se concentraba toda esa pudedumbre era en su cabeza.

En esta historia han perdido los tres protagonistas de ella, y permitan que lo ponga en orden de menor a mayor pérdida:
Yo, porque ahora tengo que buscar una nueva pescadería donde comprar el pescado. Entenderán que no quiera volver a un establecimiento donde se me trata con desdén.
El pescadero, porque ha perdido, sino una de las mejores clientas, sí una de las más fieles.
La joven hija del pescadero, porque desoyendo un buen consejo, ha dejado escapar la oportunidad de corregir una actitud equivocada, y aprender algo de una desconocida que, lo único que intentaba, era ayudarla a ver lo que su joven y despistada mirada, no había captado.


martes, 7 de octubre de 2014

EN OTRO MUNDO



"St.George con Armadura Besado por Una, 1914"
De Phoebe Ann Traquair




Había tenido uno de esos días en el trabajo, que es mejor olvidar. Cuando salí estaba más cansada de lo normal, así que decidí darme una vuelta. De vez en cuando venía un airecillo fresco, que me ayudaba a despejarme de la tensión. Iba sin rumbo fijo. Paseando por las calles posando mi mirada en cualquier escaparate. Las ropas que allí se exhibían, me decían que estábamos en Otoño, que había que ir abrigándose porque nos venía el frío. Que la luz del sol tendría cada vez menos fuerza. Que los días se harían más cortos porque las noches irían alimentándose, cada vez más, de su claridad.
Recordé, no sé si por intentar no dejarme llevar por la melancolía, que tenía que coger unos caramelos, así que me fui directa a mi tienda habitual de chuches, (sí, lo confieso, soy golosa). Al entrar, me encontré a la dueña besándose con su pareja. Sostenía tiernamente la cabeza de él entre sus manos. Cuando sintieron mi presencia se separaron, y se me quedaron mirando durante un momento. En su mirada se notaba que estaban los dos en otro mundo, quizás por eso tardaron en reaccionar. Él tenía la sonrisa más placentera que he visto en mi vida.
¡Uy! -exclamó por fín ella-, ¡Nos has pillado!.
Me eché a reir.
Bueno -siguió diciéndome-, mejor encontrarse con ésto que no con otras cosas más desagradables.
Sí -le contesté-. Deberían de estar los lugares llenos de gente besándose.
Él no decía nada. Seguía con su expresión de felicidad. Todavía no había vuelto del lugar, adonde el beso recibido le había transportado.
Me fui a servir los caramelos que había ido a comprar y, sí, vale, confieso que cogí algo más para picar.
Cuando fui a pagar, la pareja dejó de hablar entre ellos. La mujer pesó las dos bolsitas que me llevaba,  y me dijo su importe.
Cogí las vueltas y ya me iba a ir, cuando un duendecillo travieso, de esos que a veces nos tira de la lengua, me hizo decir:
-Bueno, ahora ya pueden seguir con lo de antes, que ya me voy y les dejo tranquilos.
¡No, hombre! -exclamó ella-. ¡Ahora ya no! .
Y los tres nos echamos a reír.

Hoy habría sido uno de esos días para olvidar. Y aunque el aire seguía siendo frío, el melancólico  Otoño se anunciaba por doquier, la  luz del sol tenía cada vez menos fuerza porque la noche iba creciendo, con el deseo de engullirla, en mi mente se había quedado grabada la imagen de una pareja dándose un beso,  rodeados de un montón de chuches de todos los colores. Y eso me hizo sentir, a mí también, que estaba en otro mundo.

domingo, 5 de octubre de 2014

VICTIMAS DE LA POLÍTICA


"PALACIO IMPERIAL, TOKYO"
De Giovanni Bigatti



Hace un tiempo, una buena amiga me envió el libro que quiero comentar hoy. Al empezarlo a leer, me di cuenta que requería una lectura pausada. Leer una página, cerrarlo y meditar. O releer un fragmento que estaba en una página que ya había pasado hacía días, porque no se me iba de la cabeza. Ese libro es "El Samurai" de Shusaku Endo.
La historia se sitúa en el siglo XVll, pero parece acontecida la semana pasada. Los protagonistas son dos hombres de países, religiones y culturas totalmente distintas. Por un lado tenemos a Hasekura Rokuemon, el samurai, que vive junto con su esposa y dos hijos en las tierras de la cenagosa llanura. Tierras que Su Señoría les otorgó a cambio de las tierras de Kurokawa, que habían pertenecido durante muchas generaciones a su familia. Lejos de ser un privilegio, lo que el padre de Hasekura vio en este traslado fue una forma de castigo por haber dado albergue y ayudado a escapar a unos rebeldes.
En el otro lado tenemos a el padre franciscano Velasco, que se ha impuesto como meta conseguir llegar a obispo.
Se preguntarán cómo dos caminantes de rutas tan distintas pueden confluir en el mismo camino. El detonante es la intriga política. Las autoridades japonesas quieren apartar a las potencias extranjeras fuera de sus límites, pero en lugar de hacerlo mediante el enfrentamiento, lo hace utilizando una legación de cuatro samurais, entre los que se encuentra Hasekura, que envían, en este caso, a España. El padre Velasco irá con ellos en calidad de traductor, aunque en su mente está el intentar convertir a ese grupo de japoneses al cristianismo, para conseguir una buena imagen ante sus superiores, y llegar a conseguir su codiciado nombramiento de obispo.
En un principio parece que el que se unan ambos personajes,  es tan difícil de conseguir como que lo hiciera el agua y el aceite, pero las no pocas dificultades y trabas que encuentran en el camino, les irán acercando uno a otro. Se irán conociendo mejor. Y cuando dos "enemigos" están cara a cara  es cuando se dan cuenta de que lo que ven frente a ellos no es más que un "versión" de sí mismo.  El otro no es más que el reflejo que un supuesto espejo pudiera devolverle.
A pesar de todo lo que les distancia, al final les une el hecho de saberse utilizados por todas la intrigas políticas de sus superiores de uno y otro país. Porque los intrigantes de ambos lados son también prácticamente gemelos. Hay una frase que lo resume claramente, cuando uno de los señores de el samurai, le dice:
-Habéis tenido la desventura de caer entre las mareas cambiantes del gobierno.

Según se van quedando sólos, se va viendo cómo son realmente. Es así, en soledad, despojados de todo apoyo,  cuando sale el verdadero hombre. Es ahí cuando se descubre que, incluso en aquel que en un principio parecía escoria, hay un fondo de dignidad. Y entonces piensas: no te han vencido del todo.

Es lo que suele  ocurrir con las buenas novelas, que traspasan los siglos y continúan, a pesar del tiempo, siendo totalmente actuales.

jueves, 2 de octubre de 2014

LO QUE NUESTROS OJOS NO VEN


"NIEBLA DE OCTUBRE"
De John Francis Murphy



Me gusta la niebla por el toque de misterio con el que impregna el paisaje. Si se hace presente en toda su espesura, te permite imaginar lo que puedes descubrir al atravesarla. A veces lo que descubres al otro lado puede ser grato o no para tus ojos, pero esos minutos de misterio, son impagables. Cuando se nos presenta en su forma más sutil, cubriendo lo que nos rodea con una fina capa de blancura el peligro es mayor, contrariamente a lo que podríamos pensar, ya que lo que hace es distorsionar la realidad. Algo parecido nos pasa con las ideas que llevamos en la cabeza, con esos prejuicios que a veces tenemos ante una persona o situación desconocidas. ¿Quién no ha hecho un juicio de valor ante una escena, creyendo que por el simple hecho de ser testigo de ella, ya la conocía en toda su totalidad? ¿Quién no ha caído alguna vez en la trampa de creer saber cómo es una persona, sólo por su apariencia?
Uno de los sabios consejos que me dio mi padre es que no me fiara nunca de lo que parecían en principio las personas y las cosas, porque a veces mis ojos podían engañarme, y para documentar su teoría me contó esta historia, que no sé si sería real o no, pero que quiero compartir con ustedes:

Una de esas tardes de verano en las que el calor cae como una manta de plomo, iban por un camino un hombre sexagenario y un chaval de unos catorce o quince años, nieto del hombre. Se dedicaban a la venta ambulante. Los productos que iban ofreciendo por los pueblos, los llevaban guardados en las alforjas que cargaba un borriquillo, que les servía también de medio de transporte. El muchacho iba andado, y el hombre montado en el burro. Cuando ya avistaron un pueblo, decidieron parar antes de entrar en él. El hombre se bajó del burro, y en su lugar, se montó el chaval.
Cuando les vieron llegar, las mujeres empezaron a acercarse por donde ellos iban a pasar, con el fin de mirar si traían alguna cosa que podía interesarlas. Al ver que el hombre iba andando y el chaval montaba cómodamente sobre el burro, alguna de ellas saltó con voz de reproche:
-¿No te da vergüenza, chaval, dejar que tu abuelo vaya andando, con lo mayor que es, mientras que tú estás todo repanchingado sobre el burro?
El hombre hizo caso omiso de los comentarios, y en un gesto le indicó al chaval que hiciera lo mismo. Después se puso a vocear las grandes cualidades de todo lo que llevaba a la venta.
Al terminar la jornada en ese pueblo, decidieron seguir camino hasta el siguiente, que estaba a una cierta distancia. Al empezar a ver las casas de su nuevo destino, decidieron volver a intercambiar sus puestos. El chaval se bajó del burro, y le cedió la montura a su abuelo. Cuando entraron en el pueblo, ya había gente esperándoles para ver lo que traían en sus alforjas. Y también ahí hubo quien recriminó:
-¿No le da vergüenza, hombre de Dios, hacer andar a un niño tan pequeño, mientras usted está cómodamente sentado en el burro?
El hombre guiñó un ojo a su nieto, y ambos esbozaron una leve sonrisa de complicidad.

Hoy me ha venido a la memoria esta historia, que tan bien parece que tengo aprendida porque he caído, una vez más, en el error de juzgar a una persona que no conocía, sólo por su apariencia. Entonces me he acordado de ella y de las palabras que me dijo mi padre, al acabar de contármela.
Hagas lo que hagas -me dijo- siempre va a ver alguien dispuesto a criticarte. Así que actúa siempre según tu conciencia. Y guárdate de criticar lo que hacen otros, porque la mayoría de las veces, la realidad no es lo que te puede parecer, sino lo que tus ojos no ven.