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sábado, 28 de diciembre de 2013

EL AÑO QUE VIENE



Cuando un año nuevo empieza, y el 2014 ya está a la vuelta de la esquina, no sabemos lo que nos va a deparar. Es como cuando se empieza a leer un libro. Puedes tener una vaga idea de la historia o historias que encierra pero, saber, lo que se dice saber, sabemos bien poco.
Posamos los ojos en la primera línea y comenzamos a leer. De repente aparece una princesa que no puede despertar hasta que un príncipe le dé un beso. O una bruja que lleva una manzana de aspecto exquisito, pero que al morderla, puede hacer que una joven que vive con siete graciosos enanos, caiga presa del veneno que esa fruta contiene.
¡Haalaaa!, aquí hay un barco pirata que surca los mares, y va a una isla en la que hay un tesoro escondido.
En este otro libro aparece un gato con botas.
¡Mira, mira, aquí  sale un guisante gigante!.
Cuando comenzamos a leer, debemos hacerlo con los ojos de un niño. Dejándonos llevar por la historia, sin tener ninguna idea preconcebida. Abandonándonos al relato que el autor ha escrito para nosotros. Volando sobre una alfombra mágica si ésta aparece, sin preocuparnos de si podemos caernos de ella.
Comenzar un libro, o comenzar un año, con la mente y el corazón nuevos, como críos. Seguro que cada página o cada día, nos tiene reservadas historias maravillosas para ser leídas o vividas.
Mis deseos para el próximo año son: paz y pan para todos. Y que los buenos libros, les acompañen.
Hablando de libros y del hechizo de las palabras que éstos contienen,  no puedo resistir la tentación de recomendarles un título:
"EL INVENTOR DE PALABRAS" de Gerard Donovan, Editorial TusQuets. El autor de esta historia es irlandés. No sé si la tradición irlandesa de contar historias es lo que ha hecho que este escritor domine la palabra como lo hace, pero si pueden conseguirlo, bien en librerías o en bibliotecas, no duden en leerlo. En él se nos cuenta la historia de un hombre que vive en una cabaña, rodeado de naturaleza, y arropado por la biblioteca que en dicha cabaña tiene. Es un hombre al que le gusta leer, tanto, que incluso se permite utilizar cotidianamente, el lenguaje que en su tiempo utilizaba William Shakespeare. Toda su vida parece llena de armonía, hasta que alguien decide matar a su perro, la única compañía que el protagonista de esta historia tiene y,  a partir de ahí, todo empieza a cambiar.
¿Quieren saber cómo acaba esta atractiva historia? Busquen el libro, abránlo y, sumérjanse en sus palabras. Pura magia.
Y ya puesta, me voy a atrever a sugerirles algún título para los que tengan niños.
Para los más pequeños, los cuentos de Beatrix Potter, son un mundo por descubrir. 
Si son un poquito más mayores, cualquier cuento de Roald Dahl, resulta una deliciosa gamberrada. Y si además pueden leérselos en alto los padres, eso es ya todo un regalazo para los críos.

domingo, 22 de diciembre de 2013

CUENTO INACABADO DE NAVIDAD



Una fría noche de Diciembre de hace muchos, muchos años,  en una pequeña aldea rodeada de montañas y con espesos bosques y verdes prados cubiertos de nieve,  nació un niño del que empezó a correr el rumor, que era mitad humano, mitad divino. Se decía que los espíritus de los antiguos moradores de los bosques que rodeaban la aldea, le habían bendecido con la energía de los cielos, la velocidad del rayo, la rapidez del viento, la profundidad del mar, la luminosidad del sol, el resplandor de la luna, el brillo del fuego, la estabilidad de la tierra, y la firmeza de la roca.
Como nació sin ninguna posesión material, uno de los hombres de la aldea decidió hacerse cargo del cuidado del niño y de la madre.
Fue tanto el revuelo que el nacimiento de ese niño causó, que los poderosos del lugar vieron una amenaza en él y, decidieron que debía desaparecer. Así las cosas, la nueva familia tuvo que huir de la aldea, y se vieron obligados a emigrar de un lugar a otro.
Cuando ese niño se hizo adulto, empezó a hablar a todo el que quería escucharle. Habló de libertad, de amor y respeto a uno mismo y a los demás, como semejantes que uno y otros eran. Pero sobre todo, habló de vivir sin temor a nadie ni a nada.
Al principio, fueron sólo unos pocos los que se pararon a escucharle, pero luego se extendió el poder de sus palabras, la atracción que su presencia irradiaba, y fue consiguiendo que mucha más gente le escuchara y siguiera. Y cuando alguno de sus seguidores le decía que admiraba esa parte divina que poseía, él humildemente respondía que esa parte la poseían todos los seres humanos.
Fue tal su poder de atracción, que nuevamente los poderosos vieron en él no sólo una gran osadía, -¡ cómo se le podía ocurrir hablar de libertad y de igualdad!-,  sino un gran peligro, pues aconsejaba a la gente que viviera sin miedo. Y fue eso, precisamente, lo que le condenó a ser perseguido hasta ser arrestado.
Tras uno de los más bochornosos y corruptos juicios que se han celebrado nunca, ese niño,  que ya estaba en la treintena, fue condenado a morir de forma violenta.
Si bien es verdad que acabaron destruyendo su cuerpo, no pudieron hacer lo mismo con su espíritu, pues como he dicho al principio de esta historia, nuestro protagonista nació con una parte humana y otra divina. Y fue ésta última la que quedó intacta.
Los poderosos no han dejado, desde entonces, de intentar destruir todo lo que les recordara el mensaje que aquel hombre bueno había extendido allá por donde iba.  Y lo han hecho utilizando diversas estrategias como las guerras mundiales, o las nacionales. Creando conflictos entre personas de distintas etnias y creencias, sembrando el miedo, la desconfianza mutua, la miseria y la ignorancia. Pero debido a esa parte divina que todo ser humano tiene en herencia, en cada conflicto, en cada situación desesperada, surge alguien que rompe las reglas que los poderosos quieren imponer y, actúa regido sólo por su conciencia. Por eso hay pilotos de aviones militares que en lugar de bombas, dejan caer desde sus aviones de guerra, alimentos y medicinas. Y soldados que en lugar de disparar balas, reparten tabletas de chocolate, y juguetes para los niños que viven en países destrozados por la ambición de unos pocos. Por eso existen médicos y enfermeras que curan a las personas que lo necesitan, sin importarles de qué nacionalidad, raza o creencia sean, y sin preocuparse de que no tengan un puñado de papeles en regla. Por eso hay profesores que enseñan todo lo que saben, sin cobrar las clases a la gente que no podría pagárselas. Por eso surgen personas que se agrupan para luchar contra la especulación y destrucción de los bosques, montes y mares. Por eso hay gente que cuando se entera de que en un sorteo les ha tocado una cesta de Navidad, deciden donársela a otra familia más necesitada que la suya. Por eso aparecen perros-flauta dispuestos a informar a la gente y evitar que se les siga engañando y manipulando. Por eso han habido, y hay, hombres que sin importarles que puedan quitarles la libertad, incluso la vida, han seguido dando el mensaje de aquel niño divino. Personas como Gandhi, Martin Luther King, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Nelson Mandela. Y otros muchos cuyos nombres no conoceremos quizás jamas, pero que en su labor diaria y anónima, dejan aflorar esa parte divina que todos hemos heredado.
Y así ha ido creciendo la ola de gente buena, a la par que la ambición y corrupción de los poderosos. 
Y,  colorín, colorado... Este cuento, aún no ha acabado.


P.D. Dedico esta historia a toda la buena gente que hay en el mundo, que es mucha, con mis mejores deseos de que pasen una muy Feliz Navidad, y que el Año Nuevo les traiga salud, alegría, y fuerza, para que sigan siendo como han sido hasta ahora.
¡ARRIBA LA GENTE BUENA DEL MUNDO!.

Para los otros, los corruptos, que utilizan el poder y el dinero que tienen en sembrar la miseria y la ignorancia, incluso en países enteros, para esos también tengo un deseo. Que el Espíritu de la Navidad ilumine sus espejos, y cuando se vayan a mirar en ellos, (conociendo el enorme ego que todos ellos poseen, supongo que lo harán varias veces al cabo del día), les devuelva con toda claridad, el reflejo de  su verdadero rostro.

viernes, 20 de diciembre de 2013

INVIERNO

"UNA FELIZ VUELTA SOBRE EL HIELO-1888" 
de Robert Barnes 

Ya está aquí, con sus temperaturas bajo cero, con su mantos de nieve y hielo. Si abrimos la ventana para recibirlo, nos golpeará en la cara con su mano escarchada. Con su furioso aire, nos traerá olores a caldos humeantes, a churros calientes deseando lanzarse en picado, dentro de tazas de chocolate espeso.
 A veces, su presencia nos hace temblar de frío, otras, hace que la temperatura de nuestro cuerpo sea febril, y nuestra nariz se hinche, y se ponga húmeda y roja.
Para los que tienen que desplazarse de un lado a otro, sus continúos cambios son una amenaza. Para aquellos que los contemplan desde una ventana, son como bellos cuadros.
Ya está aquí con la promesa de días llenos de sueños infantiles, mesas  adornadas con delicias navideñas, y árboles, de cuyas ramas, brotarán luces de colores.
Tiempo de guarecerse en casa, al calorcito, o salir a la calle camuflado bajo bufandas, gorros y guantes. Ya está aquí el señor Invierno.  No le tengáis miedo, porque los escalofríos que os hace sentir, sólo son una muestra de que estáis vivos.

domingo, 15 de diciembre de 2013

TEMPORADA DE CAZA

"ESCENA DE CAZA"
De J. Francis Sartorius 




En esto de la caza, como en todo, cada uno tiene su estilo y depende también de las circunstancias. Por lo que he podido deducir por conversaciones entre cazadores en las que he estado presente, éstos se pueden dividir  en dos grandes grupos: los que acaban con su presa de un tiro certero, y los que prefieren disfrutar más del momento, y deciden perseguirla hasta acabar con ella de puro agotamiento. Esta filosofía parece haberse instalado igualmente en el mundo laboral. En este caos económico que ahora estamos viviendo, hay también dos tipos de empresarios. Los que deciden deshacerse de sus empleados con el tiro certero del despido,  sin tener en cuenta la experiencia de éstos, ni los años que han estado trabajando para su empresa de una manera responsable.  Y los que antes de llevar a cabo esa decisión, que ya tienen tomada de antemano, deciden jugar un poco más con el empleado, hasta exprimirle la última gota. El problema está en que en este juego hay dos protagonistas: el cazador y la presa. Y ésta también tiene la posibilidad de elegir, aunque a priori parezca imposible por su aparente desesperada situación. Esto lo he podido ver a través de dos historias que me han llegado en estos días pasados. La primera la protagoniza una mujer a la que su médico le anuncia que tiene que pasar por quirófano y, lógicamente, se lo comunica a su jefe. Éste pide a la empleada que solicite le retrasen la operación, pues "ahora" no es buen momento para que la empresa se quede sin una empleada en activo. La empleada decide aceptar, incluso a consta de su salud, y retrasa su operación. Cuando tiempo después va a que la operen,  el empresario le anuncia que está despedida.
La otra historia la protagoniza otra mujer, a la que un buen día su jefe le notifica que habiendo considerado que ella gana un sueldo excesivo, ha decidido reducírselo en un 45%.  Si estuviésemos hablando del sueldo de una ministra o de una jueza, esa reducción del 45% sería una mera anécdota,  pero es que de lo que estamos hablando es del sueldo de una camarera, aquí, en España. Si a este sueldo se le reduce un 45%, se le está reduciendo a la nada más absoluta. Esta mujer, a diferencia de la de la primera historia, y a pesar de las circunstancias, decide no tener miedo y,  no acepta. El jefe la despide, teniendo que hacerle la liquidación por el sueldo que había estado cobrando hasta la fecha del despido. A los pocos días de ser despedida, le ofrecen un nuevo trabajo con una buenas condiciones salariales.
Cada uno puede sacar sus conclusiones. La  moraleja que yo he sacado de todo esto es que aunque a veces  la vida te puede poner en la situación de presa fácil, si tienes la serenidad de pararte a pensar durante unos minutos, puedes cambiar el desarrollo de la historia, e incluso convertir al cazador en cazado.

lunes, 9 de diciembre de 2013

SE NECESITAN HOMBRES BUENOS





ÁFRICA

África alma alterada
Cruzada por mil latigazos
Pesadilla
Ahogada en sudores fétidos
Sangre
Desmayo
Mi hambre
Mi sed
Mi cárcel muda
Mi grito perdido
Ahorcado
Inútil
Despedazado
Calabozo donde todo se fija
Palabra
Manifiesto
Revuelta
Mi esperanza.


de Paul Dakeyo (Camerún-1948)
(Sacado del Libro "Voces Africanas-Edit.Verbum)



Se nos ha ido otro de los grandes hombres, y el mundo se ha quedado todavía más huérfano. Se nos ha ido como se fue la Madre Teresa de Calcuta y Vicente Ferrer. Todos ellos han muerto de viejos, pero, qué vidas más bien aprovechadas.
El problema está en saber si habrá sustitutos para estas personas. Cúanta gente bien preparada hay  en el mundo, pero de todos ellos ¿quiénes están dispuestos a ofrecer sus conocimientos, sus energías, su vida, al servicio común, anteponiéndolo incluso a sus necesidades privadas? Para eso hay que ser muy, muy valientes.
Hace unos días en el programa de la 2ª cadena de TVE, "Los Imprescindibles", pasaron un reportaje sobre la vida del poeta catalán Salvador Espriú. En una de las entrevistas que le hicieron a lo largo de su vida, él  había declarado que la cualidad más importante del hombre no era la inteligencia, sino la bondad. 
Si nos fijamos en la realidad que nos rodea, podemos ver que tenemos tecnócratas muy cualificados en todos los campos, no digamos en política y economía, pero de lo que más necesitado, hambriento, diría yo, está el mundo ahora mismo es: De hombres buenos.

jueves, 5 de diciembre de 2013

ALMAS GEMELAS



DESENCUENTRO EN LA 1ª FASE
De Concepción Saldaña Alonso


Estaba sentada, como siempre, en la fila 7, en la parte en la que sólo había dos butacas. Era como un ritual para ella. Buscaba soledad en medio de la enorme sala de cine. Se sentó en el asiento de la orilla, en el otro había dejado su bolso y chaqueta, y mientras esperaba a que empezara la peli, una muy buena de Spielberg: "Encuentros en la 3ª Fase", iba a leer el libro que había elegido: "84, Charing Cross Road" de una tal Helene Hanff. Era una pequeña novela que hablaba de libros, de lecturas apasionadas y de gente también apasionada por ambas cosas. Le gustaba leer libros sobre libros. Casi había hecho ya una pequeña colección. En este, como era su costumbre, ya había sellado en la primera página su Ex Libris: "Si me encuentras perdido, devuélveme a mi dueña", e indicaba su nombre.
Se acomodó en la butaca, se ahuecó el pelo rizado y corto, colocó bien la falda vaquera, se arremangó un poco las mangas de la camisa blanca, y ausentándose de la música ambiental que se oía por los altavoces, así como de la gente que iba entrando a cuenta-gotas en la sala, posó los castaños ojos sobre las líneas impresas. Empezó a leer.


Venía un tanto alterado, su jefe le había obligado a quedarse más tiempo en la oficina y eso había trastocado un tanto sus planes, le había hecho llegar más tarde a la sala de cine. A él le gustaba entrar un buen rato antes de que empezara la pelí, así podía aprovechar para leer.
Buscó desde la puerta con la mirada de ojos negros un lugar tranquilo donde sentarse. Había pocas personas aún en la sala. Rechazó sentarse al lado de una pareja que llevaban unos enormes cuencos de palomitas. No soportaba oir mascar a la gente durante la proyección. Al girar la cabeza a la izquierda vio a una chica sola, sentada en la hilera de dos butacas. Instintivamente miró al otro extremo de la sala, donde había otra hilera de butacas que estaban colocadas de dos en dos. Hacia allí se dirigió. Se quitó la cazadora marrón de pana, y tras estirarse el jersey del mismo color, de igual tono oscuro que su pantalón, sacó de su mochila la novela que un amigo le había regalado. Se apartó el flequillo negro y liso, y comenzó a leer el título: "84, Charing Cross Road". En realidad se la habían regalado a su amigo, pero la había ojeado y como le parecía un poco aburrida, se la dio a él. Ventajas de tener fama de devora-libros.

Apenas había leído tres o cuatro páginas, cuando la luz de las lámparas empezó a bajar de intensidad. Colocó con cuidado el libro sobre su chaqueta, y se dispuso a ver la película. Estaba segura de que siendo de Spielberg le iba a gustar. Él nunca le había decepcionado.

Un poco enfadado por no haber podido leer más que una página del libro, lo dejó sobre su cazadora, y se arrebujó en el asiento. Siempre estaba dispuesto a disfrutar al máximo de una buena película de Spielberg.

Como había pensado, se le había hecho cortísima la historia que acababa de ver en la pantalla. Richard Dreyfuss no era uno de sus actores favoritos, pero había estado convincente en su papel de hombre captado por los extraterrestres.
Qué pena que ella no hubiera tenido un encuentro emocionante con algún ser de otro planeta. Bueno, la verdad es que ni siquiera lo había tenido con alguien del planeta tierra. Apartó esos pensamientos de su mente, temerosa de acabar en un estado de melancolía, que no quería tener. Se puso la chaqueta, cogió el bolso y el libro, y se dirigió hacia la puerta.

¿Sería verdad que criaturas de otro planeta pudieran estar intentando conectar con nosotros? Ojalá él tuviera la oportunidad de encontrarse con algún ser especial.
Se colgó la mochila al hombro, cogió la cazadora y la novela, y corrió hacia la salida. Como iba con la cabeza baja, ensimismado en sus pensamientos, no se dio cuenta de la chica que se acercaba por su derecha y sin querer, le dio un empujón. Eso hizo que el libro que al parecer ella llevaba en la mano, se cayera al suelo, lo cogió y tras un leve lío de manos, se lo dio sin mirar. La chica susurró un rápido "gracias", y siguió su camino.
Él salió pitando para intentar coger el bus de las veintidós cuarenta, que paraba justo en la acera de enfrente. Ya dentro del autobús se puso la cazadora, y guardó en la mochila el ejemplar de "84, Charing Cross Road", el cual desde su primera página gritaba, con letras selladas, que se lo devolvieran a su verdadera dueña.





Nota de la Autora: Relato registrado en la Oficina Provincial del Registro General de la Propiedad Intelectual de Burgos.

sábado, 30 de noviembre de 2013

EL ULTIMO MES DEL AÑO

POURING TEA
(BY SIPKE KOOL)



Se asoma Diciembre, con sus mañanas heladas y sus largas noches. Con él vienen las nieves, que ya han hecho su  primer acto de presencia, cubriendo algunos campos y ciudades. Mes de contradicciones. Para unos estará lleno de luces, música, risas y regalos ansiados durante todo el año. Para otros, añoranza por lo perdido. Ausencias que se hacen en este mes más presentes.
Las calles se empiezan a llenar de ruido. La gente se acelera, contagiándose unos a otros los nervios por temor a no llegar a no se sabe dónde. Es entonces cuando apetece meterse en casita, al calor, aislarse de todo ese barullo y tomar algo caliente. Una taza de té y todo se pone en orden. Entonar el cuerpo y que se desprenda de la friura que se le ha adherido. Un momento para disfrutar de nuestra propia compañía. Poner cada pensamiento en su sitio, o dejar que sigan dando vueltas hasta que se cansen. Se abandonan por un instante las obligaciones. Que espere la próxima colada, que las prendas por coser dormiten durante un momento en su cesto.
Silencio, quietud, y unos sorbitos de buen té, ¿hay algo más parecido al paraíso?

miércoles, 27 de noviembre de 2013

INDOMABLES





Hace años tuve la oportunidad de ver una película maravillosa: "Caballos Salvajes". interpretada, entre otros, por dos actores que, desde entonces, admiro todavía más. Héctor Alterio, que está inmenso, como sólo él sabe estar en cada una de sus interpretaciones, y Leonardo Sbaraglia.
La primera escena ya te anuncia que estás ante algo grande. Se ve a cámara lenta y en blanco y negro, gente andando por una calle concurrida de una ciudad cualquiera del mundo. Entonces una voz en off, (la del Sr. Alterio), dice la siguiente frase: "Los poderosos se están repartiendo el mundo, con la gente dentro". A pesar de los años que han transcurrido desde que la vi, no he podido olvidarlo. Y todo lo que ahora estamos viviendo a nivel político y económico, demuestra que era premonitoria.
La historia trata sobre un hombre ya mayor, (Héctor Alterio), que harto de reclamar un dinero que el banco le debe y no le paga, decide atracar una de las sucursales de dicho banco. Como es lógico y dado que se trata de un novato en el "arte" de atracar, saltan todas las alarmas de seguridad y a los pocos minutos, el hombre en cuestión está rodeado. Desprende tanta angustia, que un joven que estaba en la oficina bancaria en ese momento, (Leonardo Sbaraglia), se compadece de él y le propone que le coja de rehén, pues teme que si intenta escapar sólo, le van a poner como un colador.
Es así como las vidas de estos dos hombres se cruzan.
Logran salir del banco y escapar, y ahí empieza un largo recorrido para ambos, lleno de no pocas sorpresas, como el encuentro con una joven que lleva también su historia particular.
Mientras que se persigue a estos dos hombres, se hace una investigación por parte, entre otros, del director del banco, al que le llama la atención que el atracador insistiera en que le dieran una cantidad en concreto al hacer el robo. Es entonces cuando descubren que la cantidad exacta que exigía el atracador, corresponde a la cantidad que les había estado reclamando por escrito  durante mucho tiempo, más los intereses que el retraso por parte del banco en el pago de dicha cantidad, habría generado.
En la mente fría y calculadora de un banquero, no cabe que, alguien, teniendo la oportunidad de llevarse un montón de dinero, quiera llevarse sólo aquello que le pertenece,  ni un céntimo más. Y considera al atracador un boludo.
De eso habla básicamente esta película, de la diferencia que hay entre las personas que creen que todo vale, y que ellos están por encima de todos y todo lo que les rodean y, las otras,  las que creen que aún en las situaciones más desesperadas, se puede mantener una ética, una especie de código de honor.
No voy a seguir contando la película, ni a destripar el final. Sólo les pido que si tienen oportunidad, la vean. Es toda una lección de vida.
El director de la película es argentino. Creo que fue unos años después del estreno de su película, cuando a los argentinos les caería el "corralito".  A nosotros en España también nos ha venido una de las crisis más injustas, crueles e inútiles que se han visto nunca.
Tenía razón el viejito desesperado, los poderosos se están repartiendo el mundo, con la gente dentro. Y si al hacer los pedazos del reparto, parten en dos a alguna persona, no les importa. No la consideran una víctima.  Sólo es un daño colateral.
Menos mal que siempre hay alguien que decide  trotar, trotar como un caballo salvaje. Ser tan indomable,  que el someterlo sea algo tan imposible como ponerle bridas al viento.

domingo, 24 de noviembre de 2013

BAJO LA SOMBRA DE LOS LIBROS


"EN LA BIBLIOTECA", 1925
De Édouard Vuillard (1868-1940)
Colección Privada
(Imagen sacada de Internet)



La primera vez que vi este cuadro fue al abrir el libro "Las Mujeres que Leen, son Peligrosas" de Stefan Bollmann. Desde entonces no hago más que mirarlo, impregnándome del encanto y misterio que destila. Reproduce una estancia cuyas paredes están cubiertas de libros. La madera de las estanterías donde éstos descansan, parece decirnos, por su aspecto, que tienen ya bastantes años. Hay una puerta cerrada y cubierta con una cortina blanca, que divide el mueble en dos partes. Delante de la puerta, una butaca de tapicería floreada acoge dos figuras humanas: una mujer y una niña. La mujer sostiene en su regazo un libro, y parece estar explicándole algo sobre el mismo a la cría. Ambas están concentradas, una en su explicación, la   más pequeña escuchando atentamente, mientras agarra con su mano derecha, el talón de su pie. Cerca de ellas, al lado izquierdo de la mujer sentada, hay una mesita en la que parece descansar algún objeto, ¿quizás una taza con su correspondiente plato? Frente a ellas hay más muebles, entre los que destaca una silla, cuyo respaldo está en primer plano. Cerca de ésta, cubriendo parte del suelo, se ve la esquina de lo que parece una pequeña alfombra roja.
A la derecha de la pequeña hay una puerta, por la que otra mujer ha irrumpido en la escena. Pero en lugar de detenerla, lo que ha hecho es fundirse en ella. Se ha quedado quieta, no sabemos si embrujada por las palabras de la mujer que está sentada, como si de un marino hipnotizado por el canto de una sirena se tratara, o si simplemente se ha quedado contemplando a la niña. A sus espaldas se adivina otra habitación, ¿una salita tal vez? La escena da pie para imaginarse muchas historias.
Por la ropa que todas ellas llevan, parece que estemos en verano. Quizás acaban de comer, y esperando a que pasen las horas en las que el sol más calienta, han decidido buscar la sombra de la biblioteca. O quizás sea ya por la tarde y, antes de merendar, han pensado que estaría bien ojear un libro. Si volvemos a éstos,  podemos observar que están colocados en completo orden. Todos son del mismo tamaño. Y aunque sus lomos exhiben distintos colores, están puestos de una manera armoniosa. En alguna de las estanterias superiores se ven objetos, como algún jarrón,  que parece cumplir la doble misión de adornar y sujetar los libros.
No sabemos lo que el futuro deparará a estas tres personas. Quizás algún día, pasados unos años, la niña recuerde con nostalgia este momento de quietud, donde los personajes y la magia que una vieja biblioteca guardaba, salieron para hacerla olvidar el calor de las tardes de verano.
Quizás el escuchar la maravillosas historias que la mujer que ahora le está hablándo, le cuenta, le haga desear descubrir, por ella misma, todo lo que los libros encierran. Quizás esta imagen sea una primicia: el nacimiento de una nueva lectora.
No sabemos los avatares que la vida reserva a las tres,  pero lo que es seguro es que estén donde estén, estos momentos irán siempre con ellas.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

CIUDADANOS DEL UNIVERSO





Hoy al conectar mi ordenador, Google me informaba de que es el día universal del niño, así que esta entrada va de ellos y para ellos.
Creo que fue el lunes que viajando por distintas cadenas del televisor, vi que en una de ellas estaban con el programa "El Hormiguero". Me quedé al oir al presentador que, para despedirse, iban a pasar unas imágenes de un "experimento" que habían hecho con unos niños. Les habían llevado a un estudio donde habían colocado un telescopio desde el que el niño debía mirar hacia el cielo. Lo que veía el niño en cuestión era una pareja de extraterrestres jugando con una pelota roja. El aspecto de dichos seres era como cabía esperar: El color verde les cubría todo el cuerpo. Las manos enormes con unos largos dedos, sobre todo el índice, que utilizaban para el saludo, como lo hacía el famoso E.T. . Sus cabezas eran grandes, con forma de pera, y en la frente lucían una especie de pequeña trompa. Sus pies eran tan grandes como sus manos.
En un momento determinado, los seres del espacio dejan caer la pelota, y aparece en el estudio donde estaba el niño. Entonces, y en esta reacción coincidieron todos los críos que pasaron por la prueba, se desgañitaron a gritar desde el telescopio, advirtiendo a los seres de otro planeta que se les había colado la pelota donde ellos estaban. Los extraterrestres, como es lógico, deciden coger un cohete y llegarse hasta nuestro planeta, aparcando su nave espacial, justo en el estudio donde estaba el crio en cuestión. Aquí ya las reacciones fueron distintas: desde la niña que decía, mientras se escondía detrás del hombre de la televisión que la acompañaba, que le daba vergüenza que los extraterrestres la vieran, hasta el niño que se agarraba a la mano del mismo hombre mientras decía un ¡Ooooh! de sorpresa, pasando por otra niña, ésta un poquito mayor que la anterior, que se moría de ganas de jugar a la pelota con ellos. Incluso repitió unas palabras que el hombre de la televisión le indicó que tenía que decirles a esos seres, para responder a su extraño idioma.
Lo que me llamó la atención de todos los críos, fue que ninguno dudó en intentar comunicarse con los extraterrestres. No les importó su aspecto físico, ni siquiera fue un impedimento que hablasen distinto idioma que ellos. Eran tantas las ganas que tenían de conocerles, de hablar, de jugar con ellos, que no veían ninguna diferencia con respecto a ellos mismos.  No se plantearon que pudieran ser malos por el hecho de ser diferentes, querían acercarse a ellos, al principio con alguna reservilla, sobre todo por parte de los más pequeños, no voy a negarlo. Pero ninguno se paró a analizarlos o a pensar en lo que podía depararles el tratar con seres de otro planeta.
Fue una lección para mí. Qué diferentes a los adultos, pensé, que cuando vemos a alguien que viste o habla de forma distinta a nosotros, mantenemos las distancias, por si las moscas.
Los niños son así. Su mente está tan abierta que no conoce límites. Su corazón es tan grande, que en él cabe cualquiera, independientemente de donde venga.
Cosas como el miedo o la desconfianza, no les cabe dentro.  Eso se lo vamos inyectando poco a poco los adultos.
Ellos no construyen fronteras, ni  vallas anti-personas,  ni muros. Son ciudadanos, no del mundo, sino del universo.
Para ellos transcribo este poema que se titula:

NIÑOS EXTRANJEROS

Niño sioux o iroqués,
niño turco o japonés,
helado niño esquimal,
yo me siento vuestro igual.

Vosotros veis arces rojos,
hay leones en vuestros ojos;
coméis huevos de avestruz,
o tortuga, o alcuzcuz.

Vuestra vida es divertida,
pero a mí me va la mía,
y estoy seguro que a ratos
os gustaría cambiaros.

Coméis cosas muy curiosas;
prefiero mis cosas.
Vivís más allá del mar;
yo en casa, y no se está mal.
Niño sioux o iroqués,
niño turco o japonés,
helado niño esquimal,
yo me siento vuestro igual.

(Sacado del libro:"JARDIN DE VERSOS PARA NIÑOS"
de Robert Louis Stevenson)



domingo, 17 de noviembre de 2013

DE INSENSATOS ESTA EL MUNDO NECESITADO


Hace unos meses leí el libro titulado "LA BONDAD INSENSATA-El Secreto de los Justos",  de Gabriele Nissim, Editorial El Ojo del Tiempo/Siruela. Éste es el tipo de libro que debería leerse en colegios, institutos e incluso universidades. Es el tipo de libro que debería impartirse en las clases de religión, puesto que para eso deben servir las religiones, para despertar conciencias, para formar mentes pensantes y corazones altruistas, alejados de posturas fanáticas. Es un ensayo en el que se nos dice como el cambio de actitud de una determinada persona, en un determinado momento, puede causar un cambio mayor para el bien de los que le rodean o dependen en ese momento de él. Y lo explica con ejemplos de personas que tomaron esta decisión de cambio en situaciones difíciles, incluso extremas, como es el caso de una  guerra. Pero la lección que este libro nos da no debe reservarse sólo para los casos extremos, puede llevarse perfectamente a la práctica en situaciones normales, en nuestra cotidianidad.
Imagínese usted, señor funcionario, que a partir de mañana decide que cada vez que alguien vaya a  solicitarle información, información que usted sabe que puede y debe dársela, desde el primer momento, se la facilita, y con ello  le ayuda a evitar un peregrinaje inútil de mostrador en  mostrador. O usted, señor doctor, imagínese que a partir de mañana, decide que en lugar de prescribir un medicamento costoso, decide recetar otro, que aún teniendo las mismas cualidades curativas, le va a costar al paciente menos dinero. O usted, señor director de un colegio cualquiera, imagínese que a la hora de presentar  como candidatos de libros de texto del próximo curso, en lugar de elegir a los de la editorial que le ofrece libros llenos de dibujos y vacíos de contenido, elige a otra que edita libros realmente interesantes y formativos para los alumnos. Y así podríamos seguir imaginándonos un cambio de aptitud de distintos profesionales y distintas categorías, como enfermeros, carteros, policías, dependientes, abogados, transportistas y un larguísimo etc. Todos estos pequeños cambios requieren de valentía, puesto que nos ponen frente a los que, eligiendo la postura más acomodaticia, no han querido cambiar. Y requiere también de generosidad, porque nos pueden hacer perder una serie de "privilegios". Pero eso es sólo a corto plazo porque, a la larga, el paso que damos va creando una situación mucho más beneficiosa para todos. Lo  que ese paso que damos crea en realidad es: Un mundo mejor.
Y ustedes dirán y por qué no le pide también ese cambio a los políticos que nos han tocado sufrir.  Claro que me atrevería, no sólo a pedírselo, sino a exigírselo.  Si no lo hago no es por falta de valor, sino porque considero que si hay algo que no debe pedirséle a los políticos es insensatez, ya han hecho tan, no uso, sino abuso de ella, que raya en locura.

martes, 12 de noviembre de 2013

LIBROS QUE SALVAN VIDAS

"A GOOD STORY" ("UNA BUENA HISTORIA")
by Edouard Frère



Hace tiempo descubrí por casualidad, como a veces me pasa, una pequeña novela titulada "Salvar la Vida con Shakespeare", de Bob Smith. En realidad no iba buscando este libro cuando fui a la biblioteca,  pero él me encontró a mí. Con ese título comprenderán que yo no ofreciera la menor resistencia. Dicha novela relata la historia de la vida de un hombre contada por él mismo. En sus recuerdos quedan grabados los días en que vivía con su padre, un hombre que continuamente montaba broncas a su mujer y a su hijo,  en parte por su carácter, y en parte por la influencia del alcohol que consumía en grandes cantidades. Cuando ésto sucedía, el chico protagonista huía de la escena, cobijándose en un viejo coche que alguien había abandonado frente a la casa donde vivían, y donde el muchacho tenía siempre escondido algún libro. Así lo hizo durante unos cuantos años, hasta que pudo abandonar el caótico hogar familiar.
Cuando ya de mayor, decide volver al que fuera su hogar para visitar a su padre, que vivía ya sólo, pues la madre había fallecido, éste le reprocha el que cada vez que él llegaba a casa con ganas de hablar, él se marchara sin hacerle caso, y se pusiera a leer en un coche destartalado.
Nunca entendí -le echa en cara- por qué siempre escondías tu cabeza en un libro.
Y el hijo le contesta:
-Porque ése era el único lugar adonde tú no podías seguirme.

Para el padre el gesto del hijo era de cobardía. Para el joven era una cuestión de supervivencia. Podía haberse quedado en mitad de las discusiones. Podía haberse dejado abducir por una espiral de violencia verbal, pero él eligió salvarse, se agarró al único bote salvavidas que conocía o tenía en esos momentos más al alcance: un libro.  Y con ello venció a lo que parecía que iba a ser su destino.
Alguien dijo una vez que una huida a tiempo, equivalía a una victoria.

Hace unos meses, al volver a casa, me encontré sentados en el descansillo de mi piso, una joven pareja que, al parecer, pretendían pasar allí la noche. Cuando les dije que se fueran a la calle, que ahí no podían estar, él  se levantó con ánimo de enfrentarse a mí. Al hacerlo, me percaté del fuerte olor a alcohol que despedía. Decidí que lo mejor era hablar con serenidad, y les pedí, por favor, que salieran a la calle.
Yo llevaba en la mano un par de libros. No sé cómo lo hizo, pero el joven me cogió uno de ellos. Al intentar recuperarlo, esquivó mi mano y soltó esta frase:
-Tengo cara de cabrón, pero yo leo libros.
Empezó a ojear el libro que me había cogido, y todo él se transformó. La cara se le iluminó. Sus manos, que hacía apenas un instante estaban deseosas de convertirse en puños, se envolvieron en delicados movimientos. Podía haber arrugado las páginas, pero las pasó con sumo cuidado, deleitándose en cada uno de sus movimientos. Tenía razón, era un lector. Sólo un asiduo lector sería capaz de tratar así un libro.
Al final me lo devolvió y se marcharon sin armar bronca.
Estuve varios días sin poder olvidar a ese chico y su contundente frase.
El verano se fue y ha llegado el otoño. Ahora que las noches son más frías, me pregunto qué habrá sido de esa pareja. ¿Estarán esperando a que alguien vuelva a dejar algún portal abierto para colarse? Aunque, si soy sincera, lo que realmente me está arañando por dentro es el no haber tenido suficiente capacidad de reacción para haberle dicho: quédate con el libro. Léelo, disfrútalo. Cambia la botella  de alcohol por él,  y verás que aún se pueden solucionar tus problemas, sean cuales sean. Lee, no dejes de leer porque cada frase, cada enseñanza que saques de éste y otros libros, te van a dar argumentos y fuerza para luchar contra cualquier adversidad, para enfrentarte a cualquiera que quiera convencerte de que no vales nada, porque no es así. Eres nada más y nada menos que un hombre, un ser humano, con toda la grandeza que esas palabras conllevan.
Cuantas buenas historias encierran los libros, cuantas buenas historias se nos cruzan en el camino. Cuanta buena gente hay vagabundeando por el mundo creyéndose seres sin valor, ¡con todo lo que valen!  Ojalá que esta pareja encuentre un bote salvavidas como el protagonista del libro que arriba he comentado, y que el final de su historia, sea también un final feliz.

sábado, 9 de noviembre de 2013

PASO A LOS GRANDES ARTISTAS

Hace un par de años en uno de mis paseos domingueros hacia la playa artificial que tenemos en mi ciudad, descubrí que alguien había escrito sobre el muro del puente por donde pasaba la antigua via del tren, un poema de Emily Dickinson. Como al leerlo, no me recordó a ninguno de los que tenía en un libro de poemas de la autora, instintivamente saqué una pequeña libreta y  un bolígrafo, que siempre llevo conmigo y, lo copié. Ese mismo dia, a la hora de comer, me llamó una amiga a la que le gusta la lectura, y más aún la de poesía,  y le comenté lo que había encontrado. Decidida fue hacia el lugar indicado para ver con sus propios ojos lo que los míos ya habían disfrutado. Días después volvimos a hablar y sacó a colación el tema de dicho poema.
Por cierto -me dijo-, ¿sabes que fui a ver el poema de Emily Dickinson que me dijiste que estaba bajo el puente, y resulta que no estaba?
En cuanto pude, volví al lugar indicado y, efectivamente, el poema ya no estaba. Alguien lo había cubierto con una capa de pintura y sobre la misma había escrito, con letras tipo graffiti, una única palabra: "ARRE".
Mi primer pensamiento fue que el que lo hizo tenía, además de poco gusto, ninguna consideración, pues se había cargado algo bello, teniendo como tenía un buen trozo de muro libre al lado del poema, donde podía haber expuesto su obra artística, para sustituirlo por algo que, a mí por lo menos, no me decía nada.
Es curiosa la paradoja. Emily Dickinson siempre se creyó pequeñita, un ser sin importancia, tal y como nos lo ha hecho entender en sus poemas y, sin embargo, su presencia se ha ido agigantando después de su definitiva partida, a través de su obra.  Eso es lo que les pasa a los grandes de verdad, que son inmortales.
En cuanto al creador del graffiti, no sé lo que le deparará el futuro, pero si para hacer que su arte se haga visible, necesita borrar el de los demás, me temo que ya está diciendo bastante poco a favor de ambos.
Para los que tengan curiosidad, transcribo aquí debajo el poema que encontré en un día de paseo. Un poema que, como todos los que esta mujer creó, nadie podrá hacer desaparecer.
                                               
Sólo sabemos toda nuestra altura
si alguien le dice a nuestro ser: ¡levanta!
y entonces fiel consigo,
se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.

Emily Dickinson
10-12-1830/15-5-1886)

martes, 5 de noviembre de 2013

POESIA EN COLOR

"FREDERIC BAZILLE PINTANDO LA GARZA"
De Pierre Auguste Renoir
(Imagen sacada de Internet)



AL PINCEL
A Ti, vara de música rectora,
concertante del mar que te abre el lino,
silencioso, empapado peregrino
de la noche, el crepúsculo y la aurora.

A ti, caricia que el color colora,
fino estilete en el operar fino,
escoba barredera del camino
que te ensancha, te oprime y te aminora.

A ti, espiga en invierno y en verano,
cabeceante al soplo de la mano,
brasa de sombra o yerta quemadura.

La obstinación en ti se resplandece.
Tu vida es tallo que sin tierra crece.
A ti, esbelto albañil de la Pintura.

(Poema de Rafael Alberti, sacado del libro:"A LA PINTURA" Edit.Losada)


P.D. Esta entrada se la dedico a la gente que pinta y a los que no pintan. A los que entienden de pintura y a los que no tienen ni idea. Se la dedico, en fin, a cualquiera que haya sido capaz de captar la belleza de un cuadro y, deteniendo su vida durante unos minutos, extasiarse con ella.

domingo, 3 de noviembre de 2013

ARBOLES QUE NO DEJAN VER EL BOSQUE


En Burgos, mi ciudad, tenemos la suerte de poder disfrutar de amplios espacios verdes. Lugares con árboles centenarios que han dado sombra a unas cuantas  generaciones.  Y además los tenemos tan cerca, que no es necesario coger el coche para poder disfrutar de ellos. Es más, como mejor se disfrutan es precisamente así, caminando. Uno de esos lugares es Fuentes Blancas. Desde que era una cría, este lugar para mí ha sido muy especial. En él nos hemos reunido cantidad de veces la familia para disfrutar de comidas domingueras llenas de tortilla de patata, ensaladilla rusa, y risas. Bajos sus árboles nos tumbábamos para echarnos una buena siesta, que no era cosa de ponerse a andar bajo la solana con el estómago lleno. Después merendábamos y, cuando la noche ya se hacía presente, regresábamos a casa, caminando. Me gustaba ir mirando hacia arriba, para ver hasta dónde llegaban los árboles más altos. Había tantos tonos de verde... Llegaba el otoño y entonces, se ponían sus mantos color oro viejo. Mantos que el invierno con sus gélidas temperaturas les arrancaba, dejándoles completamente desnudos, hasta que una nueva primavera se apiadaba de ellos, y volvía a cubrirles de tonos verdes.
Con los años, las comidas campestres familiares dejaron de celebrarse, pero no por eso yo dejé de ir a ese lugar. Todos los domingos me levantaba antes de lo que solían hacerlo mis amigas, me ponía mi chandal, y volvía a encontrarme con los árboles, que siempre fieles, estaban aguardando para darme cobijo con sus ramas, y marcándome el camino con sus fuertes raíces que, como enomes garras, permanecían aferradas a la tierra. Esos árboles fueron testigos de mis días buenos, y de los malos. De mis risas y de mis lágrimas, que más de una vez intenté ocultar tras sus fuertes troncos. Y cada vez que me agarré a uno de ellos, sentí  su savia correr por él. Me trasmitieron su energía, y toda la fuerza que absorvían de la tierra.  Cuánto he recibido de ellos, y siempre a cambio de nada.
Hoy venía en el Diario de Burgos, que han decidido talar 1.000 chopos en este mes de Noviembre.  Éstos se unen a los 1.675 que ya talaron en el mes de Febrero. La razón que esgrimen para justificar esta nueva sinrazón, es que lo hacen por seguridad de los ciudadanos, para evitar que alguno de los árboles que van a talar, según ellos por ser muy viejos, puedan caerse encima de algún paseante, y ocasionarle daños.
Llevo paseando por Fuentes Blancas desde hace 40 años, y hasta hoy no se me ha caído ningún árbol encima. Quizás alguien debiera decirles a los que han tenido la genial idea de ponerse a talar árboles "viejos" sin parar, que precisamente, los árboles centenarios lo son por eso, porque tienen muchos años.
Para "compensar" van a reponer los árboles cortados con otras especies como tilos, abedules, álamos.  Y yo me pregunto, suponiendo que cumplan su palabra, que es mucho suponer, ¿cúantos años vamos a tener que esperar para que éstos nuevos árboles nos empiecen a dar sombra?
No crean que no les entiendo. Comprendo perfectamente que ese lugar, Fuentes Blancas, es un lugar perfecto para, por ejemplo, construir casas. La de adosados que se podrían hacer allí. Por no mencionar que ese lugar se podría convertir en una maravillosa zona residencial.  Y qué me dicen de la  cantidad de puestos de trabajo precario que se podrían ofrecer, ¿eh?, ¡menudo chollo! Es sólo cuestión de dejar que se enfríe la "crisis" tan bien horneada,  y ya está . El verdadero problema es ése: que hay unos cuantos árboles que no les permiten ver "su" bosque. Un inmenso bosque de cemento y hormigón.

miércoles, 30 de octubre de 2013

LO QUE PERVIVE


Tumba del poeta polaco Adam Staszczyk (24-10-1850/30-4-1909)
cementerio de Cravovia.


La ventaja que tienen los artistas, independientemente de cúal haya sido su forma de expresar ese arte, es que éste les sobrevive, haciendo más valiosa la huella que dejan tras de sí,  que los pasos que dieron. La tiranía de los años, incluso siglos, no lo afean, sino todo lo contrario. Cada vez que alguien lo contempla o disfruta, renace. Uno de los que más presente ha estado, y sigue estando después de su marcha,  es Shakespeare. Nadie como él lo expresa:

Aquellas horas que con gentil trabajo modelaron
el adorable semblante donde cada ojo se detiene,
harán para él el papel de tiranos
y afearán aquello que excedía en belleza:
porque el tiempo que nunca se detiene dirige el verano
hacia el odioso invierno, y allí lo aniquila,
savia rodeada de hielo, lozanas hojas ya perdidas,
belleza cubierta de nieve y escualidez por todas partes.
Entonces, si no quedara la destilación del verano,
un líquido prisionero encerrado entre paredes de cristal,
el efecto de la belleza con la belleza perecería,
no sería ni dejaría semblanza de lo que era.
Pero las flores destiladas, aún si se encuentran con el invierno,
pierden sólo su apariencia: su dulce substancia persiste.
(Soneto de Amor nº 5, sacado del libro "Shakespeare Poesía Completa-Edición Bilingüe)

sábado, 26 de octubre de 2013

EL HOMBRE IDEAL



Cuando yo vi por primera vez la película "Matar a Un Ruiseñor", basada en la novela de Harper Lee, tenía unos once años. Ni siquiera había leído el libro. La historia que nos cuenta, (para aquellos que no la conozcan todavía), es la del abogado Atticus, viudo, con dos hijos, que vive en una ciudad del sur de los Estados Unidos, y que acepta el defender a un hombre de raza negra, acusado de violar a una joven de raza blanca. El hecho de que el acusado sea negro, en la época y el lugar en los que transcurre la historia, no está precisamente a favor del acusado, ni tampoco a favor del abogado defensor, pues a partir del momento en que este hombre se hace cargo del caso, cambia toda su vida. Y esa vida la vamos conociendo a través de la voz de su hija.
La película guarda fidelidad a la novela, y uno de sus mayores atractivos es el reparto de grandes actores que tiene. El haber elegido a Gregory Peck para interpretar el papel de Atticus, fue un gran acierto.
Hubo dos cosas que me dejaron boquiabierta la primera vez que vi la película: Una, la inmensa presencia física del abogado. Su altura, la anchura de sus hombros, pero sobre todo, y esa es la otra: Su aptitud de serenidad ante situaciones de gran nerviosismo. Era el único personaje que no voceaba, cuando todos los demás perdían los papeles y se ponían a gritar y a insultar y,  sin embargo, encontraba siempre la manera de hacerse oir. Sin duda poner el cuerpo y el rostro de Gregory Peck al abogado Atticus, fue, como he dicho anteriormente, un gran acierto.
En la época en la que vi la película, Atticus encarnaba mi ideal de padre. Años después, su recuerdo se convirtió en mi ideal de hombre. Tanto es así que cada vez que me preguntaba alguna amiga cómo me imaginaba al hombre de mi vida, automáticamente, venía a mi mente la imagen de Atticus, el abogado justiciero, el padre que sabía escuchar a sus hijos y estaba con ellos cuando le necesitaban. El hombre compasivo con los más débiles e implacable con los que intentaban sacar provecho de cualquier circunstancia,  intentando incluso, manipular la justicia para su beneficio particular. Cuando yo decía en voz alta todo esto, siempre había alguna amiga que, tratando,  según ella, de bajarme de la nubes donde yo estaba, me decía: pero mujer, si los hombres ideales no existen.
A través del tiempo he aprendido a mirar, a ver a las personas y las cosas que me rodean. Y en esas estaba hace unos días, cuando me vino nuevamente a la cabeza la historia de este abogado.  Y me di cuenta de que mi amiga no  tenía razón, los hombres ideales   existen. Rebobinando mis recuerdos, me he dado cuenta de que he tenido la gran suerte de encontrarme con Atticus en varias ocasiones a lo largo de mi vida. Lo vi en la persona del médico que atendió a mi padre en el servicio de Urgencias,  y que con su voz y  aptitud serenas, consiguieron que mis nervios del momento, se calmaran.
Vi a Atticus en los albañiles que trabajaron sacrificando, incluso, su hora de ir a comer, para que pudiera tener arreglados cuanto antes el baño y la cocina de mi casa.
Me encuentro con Atticus cada mañana, cuando salgo de casa, en la persona del barrendero que limpia nuestra calle, mientras silba, haciéndome olvidar las nubes o la lluvia de turno.
Me cruzo todos los días con Atticus, encarnado en ese hombre que va al colegio con su hijo, porque ya no tiene trabajo al que acudir y, sin embargo, es capaz de sacar fuerzas de donde no las tiene, para ir contándole una historia de final feliz al crío,  y hacer que parezca que todo es como antes.
Ninguno de ellos tiene el rostro, la altura, ni los hombros imponentes de Gregory Peck. Pero cada uno de  ellos, en su pequeña cotidianidad, es inmenso, es el hombre ideal.

jueves, 24 de octubre de 2013

CULTURA CON MAYÚSCULAS

Normalmente de una entrada a otra en mi blog, dejo pasar unos días para evitar agobiar a los que tengan la amabilidad de visitarlo.  Pero resulta que se me ha cruzado uno de esos libros que una vez leído, no puedes evitar querer compartirlo con el mayor número de personas. Se trata del libro de  Emilio LLedó "LOS LIBROS Y LA LIBERTAD". Éste es uno de esos libros que yo denomino "golosos", como la caja de bombones que abres con intención de coger uno sólo, y en cuanto la destapas, el aroma del cacao se apodera de tí y, uno tras otro, te los comes todos. O como esa bolsa llena de patatas fritas, saladas y crujientes, que sólo probar una, te lleva camino de la perdición. La diferencia entre estas delicias y el libro del que voy a hablarles, es que después de comerte las primeras, sientes remordimientos, además de empacho. Con este libro sin embargo, lo que sientes es que has aprendido un montón, y eso te hace sentir más liviano, porque al saber un poco más, te sientes un poco más libre.
No importa la edad que tenga quienes recorran estas líneas, sean quince, treinta, cuarenta, u ochenta años, sólo les pido una cosa: léanlo.
Emilio Lledó demuestra que es un hombre culto, y lo hace como sólo los hombres cultos lo hacen, exponiendo sus conocimientos de una manera sencilla, amena, para que los que no somos tan cultos como él, podamos entender todo lo que nos explica, pero con todo el rigor del mundo.
Nos habla de la importancia que tienen los libros, los libros impresos, porque sólo así, estando impresos, queda constancia de todo lo que dicen, no sólo para el que lo está leyendo en ese momento, sino para generaciones posteriores. Son memoria escrita. Y habla también de la importancia de esa memoria, de no olvidar nada del pasado, sobre todo los errores cometidos, para que no nos los vuelvan a colar.
Explica la diferencia que hay entre cantidad y calidad. El hecho de que ahora tengamos más medios técnicos para recibir información, no nos garantiza que ésta sea de mayor calidad. Más bien al contrario, con tanto cachibache, al final nos lían y no sabemos ni dónde estamos.
Habla de cómo a base de discursos vacíos de contenido y sobre todo de compromiso político, hemos ido perdiendo privilegios, derechos que ya disfrutaba la gente en la época de los griegos.
En este libro hay historia, política, filología, humanismo. Cada capítulo, cada frase es una lección magistral.
Razona cada una de las exposiciones que va haciendo. Enseña la raíz no sólo de las palabras, sino de las ideas.
Tengo lo que, para algunos es una mala costumbre, la de subrayar frases que puedan parecerme interesantes de los libros que leo. En éste, me ha sido imposible subrayar una sóla línea,  pues me he encontrado con algún capítulo que he tenido que señalar entero.
Les dejo un "aperitivo" para que juzguen ustedes mismos:
"El lenguaje analizado, dialogado, interpretado abría perspectivas adecuadas para el desarrollo y el progreso democrático, que únicamente podían fomentarse con el gran invento que, junto a la democracia, hizo la cultura griega para evitar la demagogia: la educación." (pág. 34)
"La inundación de imágenes, los múltiples canales para que fluya la comunicación y sus informaciones, que, sin duda, son un extraordinario progreso, tienen, sin educación, una influencia anestesiante sobre la sensibilidad y sobre la mente." (pág. 34)
"Las palabras que habían servido, contra la irracionalidad, el fanatismo y las inquisiciones, para ocultar el mundo y la vida pueden ser hoy objeto no solo de manipulación sino, sobre todo, de olvido. Un olvido que arrancaría la vida humana y la inteligencia de ese paraíso que constituye el otro inmenso espacio de la cultura: los libros, el inagotable universo de la lectura y de las ideas. La educación en la reflexión de la lengua que somos constituye, tal vez, el remedio más eficaz y poderoso para mantener vivas las esencias del ser que somos, del ser que debemos ser." (pág. 34).
Todo esto en una sóla página.  Imagínense todo lo bueno que les espera en este maravilloso libro.

miércoles, 23 de octubre de 2013

LECTURAS COMPARTIDAS


"MADRE E HIJA"
DE CARL HOLSOE (1863-1935)



Dado que el color que parece predominar en el cuadro es el negro, se esperaría una escena oscura, triste. Sin embargo es la luz la que predomina. Se cuela en la estancia por la ventana, llenando de vida las plantas, más cercanas a ella, y luego al resto.  ¿Pero esa ventana que se ve es la única que hay? Tal y como ha pintado el cuadro el artista, parece que hubiera una segunda ventana, oculta,  por la que cualquiera que se acercara a él,  pudiera asomarse. Y lo que encontraría el curioso de turno, sería una escena llena de placidez: Una mujer sentada en una silla, en cuyo regazo descansa lo que parece un cojín, que sirve para apoyar un libro, que su hija está contemplando, o quizás, empezando a aprender a leer.
La niña, cuyo pelo rizado, como el de su madre, ha sido adornado por un lazo, está ensimismada en el libro. Su brazo izquierdo está posado en él. Puede que su pequeño dedo índice vaya recorriendo cada letra, cada línea, cada imagen, si es que el libro las tiene. Lo que no sabemos es hacia dónde mira la mujer. ¿Estará mirándolo también, explicándole a la cría lo que cada página descubre, o es su hija la que atrae toda su atención? El cabello de ella, a diferencia del de la pequeña, está encadenado en una trenza que corona su cabeza,  excepto unos rizos rebeldes que han conseguido escapar, y descansan sobre su cuello.
La armonía envuelve toda la habitación. Un cuadro reposa en la pared que está frente a la mujer. Debajo, un pequeño mueble con dos cajones, adornado, entre otros, por dos candelabros con sus correspondientes velas, y un jarrón en medio de ambos, lleno de flores.
A las espaldas de la mujer, una mesita-costurero donde yace un pañuelo blanco, esperando a que le den unas puntadas, o simplemente que lo guarden en el lugar que le corresponde.
Me gustan los cuadros de Carl Holsoe porque suele haber en ellos figuras de espalda al que los contempla, lo que le da la oportunidad de crear, o mejor dicho, de completar la escena. Y cada uno imaginará su final.

jueves, 17 de octubre de 2013

NUESTRO PAN DE CADA DÍA


Éste es uno de esos libros que puede interesar a las personas que, como yo, no sepan de casi nada y quieran aprender de casi todo. El autor es un filólogo bosnio, Predrag Matvejevic´. A través de un viaje por la historia de la humanidad, nos explica el papel y el significado que tenía, y sigue teniendo, el pan. Cómo se hacía en diferentes lugares del mundo, dependiendo de las costumbres, la religión y,  a veces, de los medios, o más bien, de la falta de ellos.
Este autor se ha documentado y transmite todo su conocimiento, que es mucho, de una manera amena, pero seria.
Nos habla de los ritos en los que se ha ido utilizando el pan, y nos va diciendo cómo se denomina en diferentes lenguas.
Al final del libro nos explica el porqué de haber elegido este tema, que aunque en algunos lugares, por cercano, parece no tener valor, en otros, sin embargo, es un tesoro. Y ahí es donde el libro rebosa humanismo.
Después de haber leído este libro, veo lo afortunada que soy porque nunca me ha faltado un trozo de pan en la mesa. Y les aseguro que me cuidaré muy mucho de despreciarlo.
Si pueden, leánlo, es una joya.
Y para que se les abra el apetito, les dejo este pedazo:
"No se nace mendigo, sino que se llega a serlo. Y no se llega a serlo por voluntad propia. La pobreza es una advertencia a la sociedad y a la religión: a la sociedad, para que proporcione pan a todos; a la religión, para que no olvide a nadie."

sábado, 12 de octubre de 2013

PRESENCIAS



Dentro de unos días se va a celebrar la festividad de Todos los Santos. Un día para recordar a los que ya no están. Nunca he terminado de entender la tenacidad que demostramos en dar presencia a los que se han ido para siempre a consta incluso, de latigar con nuestra indiferencia a los que todavía están presentes. ¿Damos por hecho que éstos últimos van a estar ahí eternamente?  Y lo mismo hacemos con los objetos y los lugares que ahora nos rodean. Sólo cuando la vida nos los arrebata, es cuando nos damos cuenta de lo que teníamos. Esto viene a colación de una historia personal que quiero compartir aquí. Hace unos años, perdí a uno de mis seres más queridos. De repente, todo a mi alrededor se tornó en blanco y negro. Los colores desaparecieron por completo de mi vida. Apenas tenía fuerzas para levantarme cada mañana y, cuando salía del trabajo, andaba como un zombie sin reconocer a nadie ni nada de lo que me rodeaba. Para llegar hasta casa, solía ir por un céntrico paseo de mi ciudad que se llama El Espolón. En ese paseo hay una pequeña librería, del mismo nombre, que regentan dos hermanas. Una librería de puertas de color rojo y envuelta, por la noche,  en una iluminación cálida. No sé qué especie de milagro se producia entonces, que a pesar de mi estado anímico, siempre fui capaz de distinguir el color rojo de esa librería. Era como un imán, en cuanto la veía, mis pies se dirigían mecánicamente hacia ella, y me quedaba contemplando durante un rato los libros de su escaparate. No perdía ni un sólo detalle de los colores de las portadas de esos libros, incluso era capaz de captar cualquier pequeño cambio que hubiera habido en sus títulos o, simplemente en su colocación. Esa presencia física, tangible, de la librería, me mantenía pegada a la realidad. Todo lo demás se había desmoronado, convertido en cenizas, pero ahí estaba la librería, mi librería de siempre. Sólida, real, cálida como una madre. Me pegué día tras día a su escaparate como la hiedra. Me agarré a ella, con la misma desesperación que cualquier Robinson Crusoe se hubiera agarrado a una tabla, que le hubiera conducido a una isla. Y ahí estuvieron siempre las dos libreras, escuchándome,incluso, cuando no iba a comprar nada. ¿Cúantas grandes superficies conocen ustedes en las que harían lo mismo? Si ya el encontrar a un dependiente en ellas, es casi misión imposible.
Puede que me tachen de sentimental o de estúpida, pero qué quieren que les diga, yo vivo de presencias no de ausencias. Voy contracorriente. Me gustan las pequeñas tiendas regentadas por pequeñas-grandes personas que saben estar donde tienen que estar. Que te escuchan, te asesoran, te miran a los ojos cuando te hablan y te reconocen. Por eso compro mis alimentos en el mercado de toda la  vida, y la ropa en las tiendas donde saben mi talla y mis gustos. Por eso adquiero los complementos en la mercería donde al entrar me preguntan por la salud de los míos, y el calzado en la zapatería, que me ha estado "vistiendo" los pies, desde que llevaba los famosos zapatos de goma de la marca El Gorila, al colegio. Algunas de esas pequeñas tiendas han ido desapareciendo, engullidas por las grandes susperficies, pero yo sigo buscando lo pequeño, lo cercano. No declaro la guerra a nadie, simplemente ejerzo mi derecho a elegir. Y para que los consumidores podamos elegir, se nos debe dar varias opciones, no  imponer una sóla. Para mí un cambio en la sociedad o en nuestra forma de vida, no tiene que pasar necesariamente por la destrucción de una parte, (normalmente la más débil), de ella. Sobre todo si esa parte es tan útil como la que se quiere imponer. Nuestro país, nuestro planeta, son lo suficientemente grandes como para que quepamos todos. Los seres pequeños también tienen derecho a la vida. Y en más de una ocasión han sido los más pequeños los que han mantenido el sistema. ¿Se han preguntado alguna vez qué hubiera sido del, ahora, tan destrozado sistema de la Seguridad Social, si no hubiera sido por los pequeños autónomos? Pues que hubiera pasado lo que está pasando de un tiempo a esta parte, desde que se está machacando a los  pequeños empresarios,  que se está yendo a pique.
¿No están conviviendo juntos en el mercado los CDs y los discos de vinilo? ¿Acaso desaparecieron las bicicletas del planeta cuando empezaron a volar los primeros aviones? ¿Han desaparecido los abanicos porque se haya instalado en la mayoría de los edificios el aire acondicionado?
¿Qué problema tienen los grandes con los pequeños, si son, según ellos, mucho mejor que éstos últimos?
Vivir y dejar vivir, ese es el lema a tener en cuenta.
Dejen vivir a los pequeños, porque necesitamos de su enorme presencia.