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domingo, 24 de noviembre de 2013

BAJO LA SOMBRA DE LOS LIBROS


"EN LA BIBLIOTECA", 1925
De Édouard Vuillard (1868-1940)
Colección Privada
(Imagen sacada de Internet)



La primera vez que vi este cuadro fue al abrir el libro "Las Mujeres que Leen, son Peligrosas" de Stefan Bollmann. Desde entonces no hago más que mirarlo, impregnándome del encanto y misterio que destila. Reproduce una estancia cuyas paredes están cubiertas de libros. La madera de las estanterías donde éstos descansan, parece decirnos, por su aspecto, que tienen ya bastantes años. Hay una puerta cerrada y cubierta con una cortina blanca, que divide el mueble en dos partes. Delante de la puerta, una butaca de tapicería floreada acoge dos figuras humanas: una mujer y una niña. La mujer sostiene en su regazo un libro, y parece estar explicándole algo sobre el mismo a la cría. Ambas están concentradas, una en su explicación, la   más pequeña escuchando atentamente, mientras agarra con su mano derecha, el talón de su pie. Cerca de ellas, al lado izquierdo de la mujer sentada, hay una mesita en la que parece descansar algún objeto, ¿quizás una taza con su correspondiente plato? Frente a ellas hay más muebles, entre los que destaca una silla, cuyo respaldo está en primer plano. Cerca de ésta, cubriendo parte del suelo, se ve la esquina de lo que parece una pequeña alfombra roja.
A la derecha de la pequeña hay una puerta, por la que otra mujer ha irrumpido en la escena. Pero en lugar de detenerla, lo que ha hecho es fundirse en ella. Se ha quedado quieta, no sabemos si embrujada por las palabras de la mujer que está sentada, como si de un marino hipnotizado por el canto de una sirena se tratara, o si simplemente se ha quedado contemplando a la niña. A sus espaldas se adivina otra habitación, ¿una salita tal vez? La escena da pie para imaginarse muchas historias.
Por la ropa que todas ellas llevan, parece que estemos en verano. Quizás acaban de comer, y esperando a que pasen las horas en las que el sol más calienta, han decidido buscar la sombra de la biblioteca. O quizás sea ya por la tarde y, antes de merendar, han pensado que estaría bien ojear un libro. Si volvemos a éstos,  podemos observar que están colocados en completo orden. Todos son del mismo tamaño. Y aunque sus lomos exhiben distintos colores, están puestos de una manera armoniosa. En alguna de las estanterias superiores se ven objetos, como algún jarrón,  que parece cumplir la doble misión de adornar y sujetar los libros.
No sabemos lo que el futuro deparará a estas tres personas. Quizás algún día, pasados unos años, la niña recuerde con nostalgia este momento de quietud, donde los personajes y la magia que una vieja biblioteca guardaba, salieron para hacerla olvidar el calor de las tardes de verano.
Quizás el escuchar la maravillosas historias que la mujer que ahora le está hablándo, le cuenta, le haga desear descubrir, por ella misma, todo lo que los libros encierran. Quizás esta imagen sea una primicia: el nacimiento de una nueva lectora.
No sabemos los avatares que la vida reserva a las tres,  pero lo que es seguro es que estén donde estén, estos momentos irán siempre con ellas.

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