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sábado, 28 de septiembre de 2013

SALVAJES

Por la mañana, al despertarte,
da gracias por la luz del día,
por tu vida y por tu fuerza.
Da gracias por los alimentos
y la dicha de vivir.
Si no encuentras razón para dar gracias,
busca la causa en ti mismo.


Recuerdo aquellas sobremesas de los sábados que pasaba pegada a la televisión viendo las películas de indios y vaqueros. El argumento era siempre el mismo. Unos colonos blancos se asentaban en un valle, aparentemente sin dueño, con la intención de comenzar una nueva vida.
El problema es que el valle sí tenía dueño, o dueños mejor dicho: los indios. Estos llevaban viviendo en esa zona más de trescientos años, pero se habían adaptado, mimetizado tanto con el paisaje, que su presencia no fue percibida por el hombre blanco. Hasta que éste comenzó a esquilmar los bosques, cortando árboles para conseguir más madera de la que necesitaba. Cazando búfalos más allá de sus necesidades alimenticias, y destruyendo prados y ríos, cubriendo de hogueras los primeros, y llenando de basura y residuos tóxicos los segundos. Entonces fue cuando los indios se hicieron notar. Tenían que defender su territorio, el lugar donde habían vivido durante mucho tiempo en perfecta armonía con la naturaleza. Cuando surgió el conflicto, el hombre blanco pidió ayuda a las patrullas del ejército, que también se habían asentado en la zona.
Tal y como te explicaba la historia la película en cuestión, no tenías que romperte mucho la cabeza. Los indios eran siempre los malos, los salvajes, por eso acababan o muertos, o domesticados en reservas de espacios cada vez más reducidos, que el hombre blanco había preparado para ellos. Eso, a los que lograban coger. Porque estaban los otros indios, los más malos, los más salvajes, los que no se doblegaban nunca ante los colonos. Para esos tenían preparado algo mejor. Se les fue engañando con falsos acuerdos que se rompían con la misma facilidad que se habían creado. Se les obnubilaba con unas cuantas botellas de whisky, o con regalos, como mantas, que previamente habían sido infectadas para que contrageran enfermedades para ellos incurables. Y así fueron poco a poco expulsados del paraíso terrenal.
Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que alguien tuviera la decencia de contar la historia de otra manera. Fue un actor, Kevin Costner, quien se acercó más a la realidad dirigiendo y protagonizando una de las más maravillosas películas del género que he visto: "Bailando con Lobos". Pero parece que no sirvió de mucho, porque ha sido el ejemplo de las viejas versiones de la historia el que se ha ido imponiendo, con diferentes tribus, en diferentes continentes, con diferentes razas. Basta con que en un lugar haya algo que al hombre blanco le guste, para que se crea inmediatamente dueño de ese lugar.
Ahora corren otros tiempos. Eso obliga a evolucionar. Nuevas modelos de negociación se van imponiendo.  Al fin y al cabo, estamos en el siglo XXl, y esto es el primer mundo.   Por eso no se queman  ya amplias zonas de bosque, ni se destruye la vida humana, animal y vegetal que habita en ellas. Ese tipo de prácticas no serían dignas de seres civilizados como nosotros, eso sólo lo harían los salvajes.




La fotografía  arriba expuesta es de Edward S. Curtis. El texto lo he extraído del libro:"Las Palabras de Los Indios Norteamericanos". Seleccionadas y presentadas por Michel Piquemal.

jueves, 26 de septiembre de 2013

SERES ANODINOS


Son capaces de moverse en espacios reducidos transportando carritos cargados a tope.  Pasan a tu lado, sin tropezarte, sólo te das cuenta de que están ahí, cuando desesperado no encuentras un libro y, de repente, aparece una mano que te lo extrae de la estantería, y una voz, la suya, que te dice: a veces pasa que están descolocados y no se ven a la primera. Entonces le ves, pero como llevas prisa, siempre llevas prisa, no tienes tiempo de darle las gracias. Simplemente sonríes, cuando lo haces, coges el preciado tesoro que tanto te ha costado encontrar, y te vas.
En otras ocasiones, como te ves holgado de tiempo y en la calle hace frío, le das un poco de conversación, pensando en matar esas migajas que te sobran. Y entonces le miras a la cara y le preguntas: ¿has leído este libro?  Y ves cómo se le iluminan los ojos, esboza una sonrisa, y empieza a hablarte del título que has escogido, del autor, y hasta de la editorial que se ha encargado en distribuir la obra de ese escritor. Entonces piensas: ¡caray, en la hora en que le he dicho nada!  cómo se está enrollando, ¿no se dará cuenta que tengo cosas más importantes que hacer? Y como sigues teniendo prisa, después de darle las gracias de mala manera, le dejas casi con la palabra en la boca.
Lo peor son esos días en que tienes prisa de verdad, vas directo al mostrador  para que haga el trámite del préstamo, y te encuentras con una cola de por lo menos diez personas. Resulta que sólo está atendiendo uno de ellos, y la primera de la cola es una vieja que no se entera de cómo va esto de sacar un libro de la biblioteca. !Pues si que estamos buenos! Sólo falta que le dé por ser amable. Entonces sí que no acabamos. Y resulta que sí le da por ser amable, simplemente porque esa ha sido siempre su manera de comportarse, aunque tú no te hayas percatado.
Luego están los que les da por trabajar más allá de lo que les obliga su horario, y se dedican a hacer cosas como tertulias literarias, que ya son ganas de trabajar a lo tonto, con lo bien que se está sin hacer nada. Convocan a un grupo de gente, les hablan de la posibilidad de reunirse cada quincena para hablar de un libro que previamente se ha leido, y ya está. En la creencia de que puede ser una ocasión de conocer gente, te apuntas, y ahí es donde te das cuenta de que esta gente se toma demasiado en serio su trabajo. No hacen más que buscarte un montón de información sobre el libro elegido, y no sólo sobre él. Además te dan información sobre el momento social e histórico en el que se desarrolla la historia novelada, de su influencia en el desarrollo de la misma y en el autor, claro. Pero si tú te habías apuntado pensando que era una especie de club social  y no hace más que hablarte de libros, de escritores, de conferencias. !Qué pestiño!  En cuanto alguien sugiera que esta persona no sirve para llevar la tertulia, tu te apuntas a la cruzada de expulsarla. Que venimos a divertirnos, no a que nos llenen la cabeza de tonterías que no sirven para nada.
Menos mal que esto se va a acabar pronto porque alguien te ha dicho que esas personas, ya sabes, los bibliotecarios, van a ir siendo sustituidos por unas máquinas mucho más eficientes y sobre todo, mucho más silenciosas que ellos. Estás deseando de que llegue el día para no tener que aguantar la presencia de esos seres anodinos.
Y llega el día, y tú tan eufórico te diriges a la máquina. Lees las instrucciones que crees haber entendido a la primera. Pero resulta que no, porque algo falla. Lo malo es que con la máquina no puedes hablar, no puedes preguntarle qué has hecho mal. Ella va a su bola y cuando se te queda cara de tonto, te remata sacándote la lengua en forma de ticket. ¡Hala, ya te puedes ir a casita tan contento!  Entonces aparece, no se sabe de dónde, uno de los últimos bibliotecarios que debe de quedar en la biblioteca, y te dice con esa sonrisa que te desarma: ¿necesitas ayuda? Y entonces ves que a pesar de que fuera hace frío, en la biblioteca ha vuelto a salir el sol.


Dedicado a todos los bibliotecarios que con su profesionalidad y calidez, consiguen encontrar el libro que deseamos.
Y en particular se lo dedico a Jezabel, Conchi y Mª Luisa, algunas de las hadas que habitan en la biblioteca pública de mi ciudad, Burgos (España). Gracias por llenarme la vida de magia con cada uno de los libros que me habéis dado.

viernes, 20 de septiembre de 2013

OTOÑO



Las horas de luz se acortan, las noches se alargan.
La naturaleza cambia su vestimenta. Colores ocres se apoderan del paisaje, convirtiendo los tonos verdes en un mero recuerdo.
Las sandalias se van arrinconando y los zapatos cerrados toman su lugar.
Flotadores y pelotas, desinflados de tanto jugar, descansan ya en algún armario.
Las mochilas abren su enorme boca para engullir libros y cuadernos que huelen a nuevos.
Sobre las mesas de los hogares, otros frutos piden que les hínquen el diente. El rojo de la sandía, el amarillo de los melocotones, el verde del melón, todos ellos han sido eclipsados por una nueva paleta de colores.
Las castañas están ansiosas de caer de los árboles. Desean que su color marrón se extienda, como si de una enorme mancha de aceite se tratara.
Helados y horchatas han sido expulsados a codazos por tazas de chocolate y té calientes.
Todo alrededor parece incitar al recogimiento.
Nuevas lecturas esperan agazapadas en las estanterías, pidiendo a gritos que algún lector voraz las escoja. Libros que ya no serán iluminados por el sol, sino por la cálida luz de alguna lamparita de mesa.
El verano ya es pasado, el invierno apenas se percibe como un proyecto del futuro. Ahora sólo existe una realidad, la que va creando el duende del otoño.

jueves, 19 de septiembre de 2013

¿ADÓNDE SE HAN IDO TODOS?




Ultimamente me siento un poco sóla en algunos sitios. Echo de menos a algunas personas en algunos lugares. Seguro que alguien lo puede asociar a esa especie de melancolía que entra cuando se ve cerca el otoño, pero no, no es eso. El otro día, sin ir más lejos, entré en un café de esos que están decorados con un toque bohemio. Mesas de mármol, lamparitas de luz cálida sobre ellas. Las paredes forradas de madera del mismo color que el suelo. Todo parecía perfecto. Me senté en una de las mesas libres y esperé. Y esperé, y esperé y, esperé... Cansada de que no pasase nadie a atenderme, me acerqué a la barra donde estaba un chico y antes de que le dijera nada, me comunicó que no servían en las mesas. En ese momento me vinieron a la mente algunos de los camareros con los que solía hablar cuando, al traerme la consumición, apoyaban la bandeja en la mesa y me preguntaban qué tal me iba. El tiempo se detenía durante unos minutos, hablábamos de todo un poco. Que si el tiempo no acompaña, que si cómo se están poniendo las cosas de duras.
Voy a la biblioteca pública de mi ciudad. Es un edificio reformado en el que todo huele a nuevo.  Escojo un libro de la zona de narrativa, cuando voy a dárselo a la funcionaria que está en un mostrador, me dice que debo dirigirme a una maquinita que han puesto, que siga las instrucciones que me indican en la pantalla, y en caso de tener alguna duda,  que vuelva a preguntarla.  En cuanto me planto delante de ese frío artefacto,  se me disipan las dudas y hasta las ganas de coger el libro.
Hace unos días fui al cine con unas amigas. Nos habíamos retrasado y cuando entramos en la sala de proyección, ya habían apagado las luces y estaban mostrando los trailers de los próximos estrenos. Todo estaba oscuro. Instintivamente busqué al acomodador. Missing. No había nadie. La reacción inmediata fue sacar algún móvil y con la luz del mismo, intentar averiguar cúales eran nuestra fila y butacas. Después de varios empujones y de molestar más de la cuenta al resto del público, conseguimos sentarnos.
Cada vez los edificios son más amplios, hay más espacios abiertos en todos lo lugares, pero cuando miras a tu alrededor ves eso: vacío. No hay gente, me refiero a la gente que supuestamente debiera estar en esos lugares para dar información, para ayudar a quien lo necesitara, o simplemente, para llenar esos espacios de calidez.  Y me pregunto ¿será que ya no hay colas de gente en las oficinas del paro esperando un trabajo de camarero, funcionario, acomodador y un laaaargo etc. ?
¿Adónde se han ido todos?

sábado, 14 de septiembre de 2013

ESA GENTE EXTRAÑA

Madrugan aunque el tiempo no acompañe, y cuando acompaña, en lugar de pasear, se quedan encerrados entre cuatro paredes.
Cargan cajas que superan su peso y medida. Embalan y desembalan la mercancía con la facilidad de un empaquetador. 
Cuando la ciudad duerme, ellos leen. Cuando otros leen, ellos no duermen, pensando si a esos otros les gustará lo que están leyendo.
Son capaces de calmar saciedades de conocimiento, y de convertir penas en alegrías, utilizando la alquimia de palabras mágicas contenidas en objetos llenos de ellas.
Tienen la curiosidad de las ratas de biblioteca. Pero a diferencia de ellas, no destruyen, sino que comparten los tesoros que han encontrado.
Son capaces de, con tan sólo mirarte a los ojos, saber qué necesitas, y te lo consiguen, tarden lo que tarden.
Seres peligrosos donde los haya. Curtidos en el arte de evadir censores, logran que la gente consiga su objeto de deseo.
Son los libreros. Angeles Guardianes de palabras que hacen historias, poemas, pensamientos.
¿Se imaginan un mundo sin ellos?


Dedicado a todos esos seres anónimos que han hecho de su profesión de libreros un arte. El arte de hacer feliz a la gente.

domingo, 8 de septiembre de 2013

LA RISA COMO ESCUDO

MI ISLA
DE BRENDAN BEHAN
Ilustrado por Paul Hogarth
Este es un libro que nace de la unión de dos amigos, uno escritor y otro ilustrador. El escritor va desgranando recuerdos y puntos de vista. Es un libro, por tanto, totalmente subjetivo. Quien haya estado por los lugares de los que habla el autor, quizás compruebe que la realidad no es tal cual nos la presenta el señor Behan.  Y eso es precisamente lo que hace que este libro sea tan especial. Este escritor tiene un sentido de humor corrosivo, parece estar de vuelta de todo, y rezuma libertad por cada una de las líneas que ha escrito. Podría resaltar unas cuantas páginas, capítulos enteros, pero sólo voy a mencionar uno: "Una Para El Camino: El Traje de Confirmación". Les juro que nunca en mi vida me había reído tanto. En el momento en que yo lo leí, empezaban a asomar las orejas las consecuencias de esa crisis que tan sibilinamente habían estado fraguando los especuladores de este país. La gente, por tanto, no iba por la calle precisamente dando saltos de felicidad. Se veían caras largas y pasos cortos, como si de zombies se tratara, y rodeada de esa realidad, yo, que llevaba fresca en mi mente cada una de las líneas que había leído, iba con una sonrisa puesta de oreja a oreja. Ni siquiera me percaté de ello, hasta que mis ojos se cruzaron con los de un extraño, que casi amenazadoramente, me preguntó con su mirada de qué puñetas me estaba riendo.
Ese es el poder, entre otros, que tienen lo buenos libros, que te hacen libre. Te impermeabilizan de los chaparrones diarios. Eso no quiere decir que la realidad deje de importarte, pero la vives de otra manera.
Pero es que además está editada por Marbot Ediciones, que sabe cuidar de los lectores, cuidando lo que edita desde la elección de sus títulos,  y que cuando comete errores, sabe solucionarlos.  Y sé de lo que hablo. Así que, por favor, lean este libro. Además de aprender cosas sobre lugares y gentes, estoy segura de que les hará un poco más felices.

sábado, 7 de septiembre de 2013

LA HUMILDAD DE LOS GRANDES

Esta entrada debería ser una fe de erratas pues en principio se trataría de aclarar que en mi última publicación de este blog titulada: "Lecturas Absorbentes", tuve un error de consideración ya que escribí la palabra "absorbente" con "v". Los que entren desde ahora en mi blog, verán que he corregido la tan enorme falta de ortografía.
Quiero aclarar que desde el principio me he tomado muy en serio esta nueva etapa como bloguera que he iniciado hace muy poco, y que tengo mucho respeto por los que puedan leerme, así que a partir de ahora, voy a poner toda mi atención para evitar en lo posible, errores de este u otro tipo.  Pero ese no es el tema del que ahora quería hablar, por eso el título de esta entrada no hace referencia  a lo que estoy exponiendo. Lo que quería resaltar es como en nuestro camino diario nos podemos encontrar con personas que son un verdadero regalo. Personas que demuestran su grandeza en las pequeñas cosas cotidianas. Me explico, si he podido corregir el error que arriba he comentado es gracias a una amiga, que después de leer el susodicho texto, se percató de mi error y me llamó por teléfono para comunicármelo. Cualquier otra persona, yo misma por ejemplo, lo hubiera hecho con torpeza, realzando el error cometido, pero esta amiga, buena amiga, lo ha hecho con todo el cariño y la delicadeza que es capaz de demostrar, que como me ha quedado claro, es mucho.
Quiero agradecerla públicamente el detalle que ha tenido conmigo. No menciono su nombre porque no sé si a ella le gustaría que lo hiciera, pero sí quiero decirle, simplemente GRACIAS.

LECTURAS ABSORBENTES

JOVEN LEYENDO
DE FRANZ EYBL (1806-1880)
Está totalmente absorbida por la lectura. La misma luz que ilumina a la joven y el libro que sostiene, se posa sobre su cabello, otorgándole un brillo acharolado.
Todo es quietud, sólo existe ahora mismo en el mundo, en su mundo, la historia que atrapa su mirada, que se ha apoderado de toda ella.
¿Qué es lo que se esconde entre esas páginas? ¿Qué secretos desvelan las palabras impresas que han logrado teñir sus mejillas?
Mientras su mano izquierda sostiene el libro, la derecha posa sobre su pecho, pero, ¿realmente descansa, o está intentando contener los latidos de su joven corazón?
En un intento de evitar que cualquier cosa perturbase su atención, la joven habría colocado su cabello detrás de las orejas, pero, parte de él se ha rebelado y cuelga, imantado, hacia las páginas del libro.
Sus labios, del mismo color que sus mejillas, parecen sellados. No va a desvelar, al menos de momento, todo lo que sus ojos están viendo y anidando en su mente. Es un secreto. Un secreto que el libro ha decidido compartir con ella desde el momento en que decidió abrirlo. Ahora, aquí, sólo están el libro y ella.
Es lo que tiene la lectura, que se vuelve absorbente, adictiva. Abduce al lector, le lleva por sus mundos desconocidos, le atrapa, y luego le devuelve a su mundo real. Pero ya no es el mismo. Algo ha cambiado. Lo que el libro le ha enseñado le ha aprisionado sólo durante el tiempo de lectura, después le suelta para que vuele libre con las alas que el conocimiento le ha otorgado.
Cada vez que miro este cuadro me siento yo también atrapada por la belleza que Franz Eybl, el artista, ha sido capaz de crear.
Es el poder del arte ya sea escrito o pintado, que te absorbe.

lunes, 2 de septiembre de 2013

EL CASO WINSLOW

Para que haya una historia tiene que surgir un conflicto. Aquí dicho conflicto surge cuando un chico de familia bien que está  en una academia militar, es acusado de robar dinero a un compañero de estudios.
La tranquila vida del resto de la familia, se ve trastornada por este hecho.
El joven cadete es expulsado de la academia y devuelto a su hogar.
Desde el principio él asegura ser inocente. La familia se une en torno a él formando una piña. El padre encabeza la lucha para demostrar la inocencia de su hijo. Su hermana, a pesar de ser mujer en una época en la que se reserva a las mujeres el papel de "florero", decide participar activamente en la defensa de su hermano, llegando incluso a sacrificar todo lo que hasta ahora había conseguido.
Hay varias escenas maravillosas (toda la película lo es por su cuidado en la puesta en escena, los diálogos, los actores escogidos), una de esas escenas es cuando el padre al enterarse de lo que le ha sucedio a su hijo, decide tener una conversación con él a sólas. El padre le pregunta a su hijo si es verdad que ha robado, y antes de que éste le conteste, le advierte que se piense bien la respuesta, porque si miente, y él va a saber si lo hace, no volverá a confiar en él.
No voy a destripar más del argumento. Sólo puedo aconsejar que la vean. Es una historia que habla de dignidad personal, de justicia, de verdades y mentiras y lo que cada una de ellas acarrea. Es una historia que está situada en un tiempo muy lejano, y sin embargo, es de rabiosa actualidad.
Me pregunto por qué en la era de la tecnología en lugar de ponerle a los chicos en sus ordenadores contenidos vacíos de fondo, no se les pone como tarea obligada ver esta película. En ella estaría incluída la clase de ética, de ciudadanía, de derecho, de historia. Esa sí sería una clase completa.
Aquí no hay efectos especiales, ni falta que le hace a la película ni a sus protagonistas. Pero sí hay héroes, héroes de carne y hueso. Hombres y mujeres que creen en una serie de valores y llegan hasta el límite de sus fuerzas para defenderlos.
Sus principales intérpretes son: Nigel Hawthorne, Gemma Jones, y mi muy admirado Jeremy Northam.
Si yo fuera virus informático haría que esta película se quedara grabada para siempre en los ordenadores de los políticos que ahora nos están tocando sufrir. A ver si así se contagiaban de un poco de esa vergüenza que tanta falta les hace.