Mi lista de blogs

sábado, 31 de diciembre de 2016

ALZO MI COPA

UN BRINDIS
Cuando se alza la copa y se entrechoca con otras, en ese chin-chin hay un acto de conciliación de deseos. Cada cual pide el suyo pero al final, todos son uno: Paz, Amor, Salud... Así, con mayúscula. Lo pedimos para nosotros pero también para quienes nos rodean. 
En los primeros minutos de este nuevo año alzo mi copa, y en ese brindis van mis deseos de un año lleno de ideas creadoras, lleno de días de sol y risas. Un año de ratos en buena compañía. Alzo mi copa para pedirle a este recién nacido año solucionar los temas pendientes. Ir cerrando puertas para que se vayan abriendo ventanas. Que la fuerza envuelva mi espíritu. Le pido al recién llegado que aleje de mi entorno a las mentes retorcidas, a los malintencionados, a los envidiosos, a los manipuladores, a los que con falsos testimonios intentan encharcar mi vida, a los que sólo tienen sed de venganza. 
Alzo mi copa y los deseos se me amontonan. Bebo un sorbo de champán y con él se me cuelan tantas buenas intenciones como días tiene el año. 
 Alguien cerca de mí brinda por los presentes y por los ausentes, y en ese momento entre las burbujas que se me adhieren al paladar, se pegan también su recuerdo. Rostros, palabras, sonrisas, momentos... Las burbujas desaparecen en mi garganta, los recuerdos en ella se quedan pegados como la lapa. 

A toda la buena gente que se asoma a esta ventana y a los que no lo hacen también, les deseo un muy FELIZ AÑO NUEVO.

viernes, 23 de diciembre de 2016

NOCHEBUENA ENTRE PÁGINAS

En cada lugar se celebra la Nochebuena de una manera diferente. Se utilizan diferentes adornos, cada cual con su simbolismo propio de la zona. Se cenan platos típicos,acabando  la cena con un broche de oro de no menos típicos dulces. 
En algunos hogares se celebra la Nochebuena con mucho ruido de zambombas, cazuelas, palmas y villancicos. En otros, la música con la que se envuelve el ambiente es más clásica. 
Hay quien pasa la Nochebuena contando chistes o anécdotas, otros lo hacen en silencio. 
Los hay que acompañan los dulces navideños con una buena película en blanco y negro. Otros prefieren la última novedad cinematográfica llena de acción y colorido. Sobre gustos o costumbres no hay nada escrito. Sobre este tema me ha llamado la atención un artículo que he leído sobre Islandia y cómo pasan la Nochebuena los islandeses.
En la Nochebuena los Islandeses no reciben la visita de Santa Claus o Papá Nöel. Ellos a quien esperan es a uno de los trece trolls (Jólasveinar). La historia explica que el primer Jólasveinar apareció en el siglo XVll, y que tenía dos hijos: Grýla y Leppalúdi. Se hicieron famosos porque robaban y se comían a los niños malos.
Los Jólasveinar son feos y malolientes. Viven en la montaña. El día 12 de Diciembre, empiezan a llegar a las ciudades, hasta la mañana de Navidad. Después de Navidad se van de uno en uno, con lo que ésta dura desde el 12 de Diciembre hasta el día 6 de Enero del año nuevo. A los niños malos les dejan una patata o cualquier otro objeto que les recuerden que se han portado mal.
Me ha llamado la atención un artículo en el que se explica que en Islandia tienen la costumbre, en Nochebuena, de regalar libros. Libros que son tan afortunados, que se abren esa misma noche, porque en esa noche de Paz, los islandeses se reúnen con la familia y amigos no sólo para cenar, sino para leer. Leen historias en voz alta a los niños y adultos.  Ya podrán imaginar que en esa época navideña aumentan las ventas de libros considerablemente. En el mes de Octubre se empiezan a enviar los catálogos de novedades literarias para que la gente pueda tener ideas nuevas sobre qué título o autor elegir. El de este año ha sido éste tan bonito:

Catálogo de Novedades Literarias en Islandia, año 2016
(Imagen sacada de Internet)


¿Se pueden imaginar una Nochebuena en mejor compañía que la de los seres queridos y un buen libro lleno de historias, personajes y lugares por descubrir? Yo no. 
¿Hay mejor postre para la cena de esa noche tan especial que un buen libro? Leer sus líneas entre mordisco y mordisco al mazapán o al turrón duro, (éste último mejor comerlo antes de empezar a leer en alto, no se nos vaya a atragantar alguna de las almendras escondidas entre el azúcar.
Por si desean seguir la tradición islandesa de regalar y compartir libros en  esa noche tan especial, les voy a sugerir un par de títulos. Uno para adultos, otro para niños:

"EL CUENTO DE MI VIDA" DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN- *Una autobiografía que ofrece una cara muy distinta del idealizado creador de literatura infantil. Un autor con una personalidad atormentada por sus frustraciones y su sensibilidad extrema. Una personalidad llena de ambición y con una fe inquebrantable en el propio talento.
Un libro que, siendo sincera, no puedo aún comentar pues no lo he acabado de leer, pero que ya desde el primer párrafo, atrae.
** "El cuento de mi vida se despliega ahora ante mis ojos como una bella y reconfortante historia: hasta el mal terminó en bien y el dolor se transformó en alegría: yo no hubiera podido inventar nada más aleccionador".

"EL GIRASOL GIGANTE DE DAISY" DE EMMA DAMON. Un cuento sobre un girasol que se niega a crecer. Está lleno de secretos e incluye un enorme girasol que sirve para medir el crecimiento de los niños que lo lean. 

Quién sabe, quizá esta Nochebuena oigan ruidos extraños en su casa y descubran sorprendidos que no es el hombre de barba larga y blanca, sino uno de esos feos trolls que, despistado en su trayecto, ha traspasado las fronteras de Islandia, y ha llegado hasta la cocina de su casa. Si lo ve, no se asuste, no es malo, solo feo y maloliente. Pero sobre todo, ni se le ocurra espantarlo si lo ve con un libro en la mano. Quizá sea para usted. De los trece trolls, mi preferido es Hurdaskellir que llega el 18 de Diciembre y se va el 31. Se dedica a dar portazos, sobre todo por las noches.
Para que puedan reconocerlos sin asustarse, les pongo la imagen de los trece trolls.

(Imagen sacada de Internet)

De nada.


Feliz Nochebuena entre páginas.


P.D. Los párrafos marcados con uno y dos asteriscos, los he sacado del propio libro.



lunes, 19 de diciembre de 2016

NAVIDADES CON MUCHA MIGA


(Imagen sacada de Internet)



La escarcha ha cubierto el bosque. Los árboles parecen ahora de azúcar. La tierra que cubre sus raíces está húmeda, eso obliga al hombre a pisar con cuidado, calzado como va con unas zocas podría resbalarse, y lo último que él puede permitirse ahora es una caída. Además lleva de la mano a su pequeña Lauriña. 
Los pasos del hombre son más bien zancadas. Quiere atravesar el maldito bosque lo antes posible, lo que obliga a la niña a ir casi en volandas.
Hoy como ha sido el último día de escuela antes de Navidad -dice la rapaza jadeando-, la maestra nos ha dicho que tenemos que poner el Belen en casa, para que el Niño esté en lugar seguro y calentiño.
Para Belenes estamos -responde de forma cortante el padre.
La niña no se atreve a añadir nada más. Intuye que hay mucho genio y mucha rabia en el corazón de su padre. Desde que muriera su madre, apenas hace unos meses, él no ha vuelto a ser el mismo. Antes reía socarronamente y hacía reír a la sua muller, como él la llamaba. Desde el fatídico día, no ha habido ni una sola sonrisa más. 
Mejor esperar para hablar con él.
Al abrir la puerta de la casa, se siente en la cara el calor que la chimenea, a través de la leña, extiende por el aposento.
¡Que calorcito hace! -casi grita la rapaza.
La friura que se había pegado a su pequeño cuerpo parece derretirse en segundos y un leve color sonrosado se apodera de sus mejillas. Sus ojos castaños parecen hacerse eco de las brasas de la chimenea, aumentado su brillo. Su pelo, también castaño, está lleno de rizos y ondas. Entre ellos asoman puntitos de agua helada que allí se habían agazapado.
La niña se descalza las zocas, y ya con las alpargatas, cuyos cordones van enredados a sus cortas piernas como si de hojas de hiedra se trataran, empieza a dar saltos y cambalhotas dirigiéndose hacia el fuego. 
No te acerques demasiado, Lauriña, es peligroso -advierte su padre.
Otra de las cosas que ha cambiado desde que su madre no está, es ésa. Los constantes avisos  que su padre le lanza. Ahora parece ver el peligro donde antes ni se preocupaba.
-Papá. ¡Papáaa!
¿Quéee?
-¿Me comprarías un Belen?
-El dinero de casa no está para esas tonterías.
La niña se queda callada durante unos segundos. A ella no le parece ninguna tontería lo del Belen.
-A mamá le gustaría que lo pusiéramos.
En el mismo instante que su padre le lanza una mirada como un cuchillo, la rapaza se da cuenta del error que ha cometido. Ahí de pie, los ojos azules de su padre, sombreados por el desordenado cabello rubio que los cubre, parecen una amenaza. Sus brazos cuelgan paralelos a sus piernas. En sus grandes manos se percibe una cierta tensión. Ahora parece más alto y sus hombros, de por sí anchos, parecen haber ampliado su tamaño. Respira conteniendo el aire y al hacerlo, su amplio pecho se infla.
-No metas a tu madre en ésto.
-Pero, es que...
-A calar, he dicho.
La niña se queda pensativa. En su corazón hay sentimientos encontrados. Por un lado le gustaría consolar a su padre con alguna palabra que ahora no se le ocurre. Por otro, desearía decirle lo equivocado que está al encerrarse así en el dolor. Pero ella sólo es una rapaza, y las rapaziñas, como decía su abuela, sólo tienen que escuchar y obedecer.
Anda -le dice su padre en un tono más sereno. Vete poniendo la mesa que voy a preparar ya la cena. "Poner la mesa" consiste en extender un mantel que le regalaron a sus padres el día de su boda, y colocar sobre él, dos pequeños cuencos de cerámica, uno de ellos, el de su padre, un poco descascarillado por el borde.
En cuanto a la cena, cabe en una bandeja de madera. Un trozo de queso, y media hogaza de pan, de teta de novicia, como le llaman ellos por la singular forma que el panadero le ha dado al amasarla.
El padre saca su navaja y corta dos trozos de queso de oveja. El que le da a la niña, lo raspa previamente para limpiar posibles impurezas en su corteza. El suyo lo deja sobre la bandeja, tal cual. Después procede a cortar dos buenas rebanadas de pan. Al hacerlo la frondosa miga parece expandirse en el aire, y un delicioso olor a harina invade la estancia.
-¡Uyyy, qué riquiño! -se emociona la cría-. Entonces se le ocurre una idea. Quita toda la miga de su rebanada, y se la guarda en el bolsillo de su vestido azul descolorido.
El padre, sumido en sus pensamientos, ni se percata.
Cuando la noche cubre el cielo, el hombre lleva a la niña, a su pequeña cama. La ayuda a quitarse su vestido, las alpargatas, las gruesas medias de lana. La deja vestida con una camisola blanca, bien arropada bajo una gruesa manta. 
Cuando llega a la puerta, la niña ya está adormecida.
Carallo -dice entre dientes- como te pareces a la tua nai. Y las grandes manos del hombre se convierten en puños.
Cuando la noche se cierne sobre la aldea, el hombre sale de la casa llevando una antorcha consigo. Sus pasos siguen siendo tan firmes como en el camino que hiciera de vuelta. Sus pies al igual que su cabeza, saben bien a donde van. Se dirigen hacia el bosque. El mismo bosque que cruzara con su hija en la tarde. El maldito bosque que le arrebató la vida a la sua muller. Bajo el tronco partido de uno de sus grandes árboles apareció su pequeño cuerpo. El fuerte viento fue el cómplice que partió el tronco que segó su vida. Desde ese día, todas las noches se dirige allí, y en cuanto llega al punto exacto, un grito animal sale de su pecho, e inunda toda la atmósfera. Luego siente un cierto bienestar. A veces le ha parecido notar un leve aire cerca de su nuca, lo que le hace volver de inmediato su cabeza y  buscar entre la oscuridad a la sua muller.
-Lauriña, ¿estás ahí?
Él está convencido de que el espíritu de su mujer se quedó entre esos centenarios árboles. Por eso va allí todas las noches. Y todas las noches enciende la antorcha con un viejo mechero. A veces ganas le dan de hacer arder todo. Pero entonces el rostro de su Lauriña viene a él, y no puede menos que sonreír. 
-Está ben, Laura, está ben.
Y regresa a casa, con su pequeña.
Esta vez, cuando llega, ve que hay una vela encendida en la estancia donde han cenado. Al principio le sorprende, hasta que ve a la niña. Está concentrada, sobre la mesa, haciendo algo con sus pequeñas manos. Al abrir la puerta de la casa, alza su cabeza y sus rizos parecen estremecerse. 
-¿Qué haces, Lauriña? No son éstas horas de estar levantada.
Entonces ve que hay trozos de migas extendidos sobre el mantel. Los pequeños dedos de la cría sostienen alguno de ellos.
-Voy a hacer un Belen de migas de pan
-Mira que eres cabezota. Ya te he dicho que éso no tiene ningún sentido.
-Pero es que yo quiero hacerlo.
La mirada de la niña parece cubierta de una inmensa tristeza.
-Haz lo que quieras. Sigo pensando que eres una cabezota, como... 
No sé a quién habrás salido -añade.
Mamá siempre decía que me parezco a ti -contesta como una bala la rapaza. 
El hombre durante unos segundos no reacciona. Luego sus ojos parecen empañarse. Su pecho se infla y sacando fuerzas de no sabe dónde, dice con una sonrisa.
-Venga, vamos a hacer ese Belen.
La niña empieza muy emocionada, pero el sueño la vence al poco rato. Migas de diferentes tamaños, extendidas por toda la mesa son testigos de su sueño.
A la mañana siguiente Laura se despierta temprano. Una blancura que entra entre la ranura de uno los cuartillos de la pequeña ventana de su habitación, le anuncia que algo en el paisaje ha cambiado. Al levantarse y abrir la ventana, ve que la nieve lo cubre todo. Entonces se acuerda, ¡Es Navidad y no ha terminado su Belen!
Se dirige corriendo a la habitación principal de la casa. Las migas han desaparecido de la mesa. Un temor se apodera de ella. Entonces sus grandes ojos recorren la estancia buscando un vestigio de los restos de pan. El temor que siente le hace posar su mirada sobre la chimenea. Ahí parecen no estar, menos mal. Cuando sus ojos llegan a la alacena, lo ve a través de una de sus puertas acristaladas. Un precioso Belen, hecho con pan, decora el interior del armario. La niña se acerca a él.
-¡Uyyy, qué bonitiño!
El padre, que la ha estado observando silencioso desde la puerta, suelta una carcajada. 
A la niña ese sonido le parece música. Hacía tanto que no lo oía...
Una mujer arrodillada y un hombre, de pie, con una larga vara en la mano, dan cobijo con sus cuerpos a un pequeño rapaz que descansa sobre un lecho de paja. 
La claridad de la nieve entra por las ventanas de la casa y un aroma a pan recién hecho, impregna toda la estancia. 

¡Feliz Navidad!




lunes, 12 de diciembre de 2016

NAVEGANDO ENTRE PALABRAS (SOBRAN LAS PALABRAS ll)

(Imagen Sacada de Internet)

Tim Cannon es biohacker y cybor. Trabaja, más bien vive, en un sótano donde ha creado su propia empresa: GrindHouse. Una empresa de tecnología implantable. Tim cree que puede, a través de pequeños microchips implantados en un cuerpo humano, llegar a llevar la consciencia a un recipiente artificial. Coger información del cuerpo y hacer algo útil con ella. Para ello no ha dudado en utilizarse así mismo como hombre-experimento. Se ha colocado varios microchips bajo su piel en diferentes partes de su cuerpo.
Cuando habla lo hace marcando las palabras, utilizando tono irónico al dirigirse a los escépticos que no creen en su proyecto. Mueve también sus manos, como intentando apoyar con ellas lo que sus palabras expresan. 
Él cree, mediante el implante de tecnología en el cuerpo humano, en una humanidad aumentada.


Salvador Alvarenga, pescador, era hombre de pocas palabras.  Como otras veces salió a la mar con un compañero, pero una tormenta de siete días de duración cambió sus vidas para siempre. Destrozó su barca y les dejó a la deriva. Mientras el compañero de Salvador estaba seguro de que iban a morir, Salvador no dejó de pensar en que se salvarían. Cuatrocientos treinta y ocho días después, Salvador llegó  sólo a Australia, hasta allí es donde le llevó la mar. Habían salido de Méjico. Ahora ya no navega, no al menos en el mar. Ahora lo hace a través de las palabras que utiliza para relatar, allá donde le llaman, su increíble historia.
Sobrevivió a base de comer pájaros, peces, incluso llegó a subir a su barca, con sus propias manos, un tiburón. Tuvo que esperar a que se muriera, claro. ¿Se imaginan? un hombre y un tiburón en la misma barca. Ambos esperando que el otro muriera. Ganó el hombre pues fuera del agua, el gran pez nada podía hacer.
Cuatrocientos treinta y ocho días en mitad de la mar, dan para debilitarse, morir, o fortalecerse, como le ocurrió a Salvador.
Él mismo se define, en el pasado, como hombre introvertido. Pero el tiempo navegando a la deriva, le ha hecho que le guste hablar y, sobre todo, estar con la gente, que se le acerquen y le abracen.

Mientras unos sueñan con un hombre casi robot, otros sólo desean que les escuchen y abracen. Los hay que buscan la consciencia en un recipiente. Otros intentan no perderla en medio de una tormenta.
Historias sobre navegantes.








miércoles, 7 de diciembre de 2016

SOBRAN LAS PALABRAS

LIBRO-PALABRAS
(Imagen sacada de Internet)

En la tarde de paseo las dos amigas se detienen ante un escaparate. Cuando se alejan de él, una de ellas comenta: 
- Que bonitos eran los zapatos de color berenjena.
-¿Qué zapatos? -pregunta la otra.
Los zapatos eran el único artículo de color que estaban expuestos, todos los demás eran negros y, sin embargo, una de ellas, ni se había percatado.
-Es que a mí, -añade como disculpándose-, lo que me llama la atención son los bolsos.

Suelen decir que una imagen vale más que mil palabras. Es curioso porque en el paseo que me he dado por alguno de los vídeos que hay en Internet, lo que sustenta a las imágenes es el mensaje que en ellos se da, y para conseguirlo sus protagonistas utilizan las palabras, el lenguaje, su lenguaje. Pero sucede que, a veces, las palabras, sobran. Más que sobrar, diría que son una trampa, un juego que se utiliza para desviar nuestra atención. ¿Quieren que les cuente las historias? Pues ahí van.

Estamos en Navidad. El primer protagonista es un hombre polaco que vive solo. Un día decide aprender un nuevo idioma, el inglés. Pide unos libros de inglés para principiantes y comienza su andadura por el aprendizaje. Para hacer más ameno su estudio, va pegando papelitos en cada uno de los objetos de la casa, con la palabra que describe dicho objeto en el idioma por descubrir. Así sobre la mesa pone un letrerito que dice "table", sobre la silla, otro que indica "chair". Hasta al perro le pega en el hocico su correspondiente traducción en inglés: "dog".
Pero el lenguaje tiene poco sentido si sólo se usa para uno mismo. ¿Quién querría aprender un nuevo idioma para hacer un monólogo? El hombre había decidido aprender inglés porque deseaba viajar en avión y visitar a su hijo. Durante el viaje va ensayando su discurso de llegada: I am, I am ... (Yo soy, yo soy...)
Cuando llega a su destino no pronuncia ni una sola palabra, sólo abraza a su hijo y a la esposa de éste. Mientras se abrazan, una pequeña criatura hace su aparición. Una preciosa niña de pelo rizado y tez morena, le mira con sus enormes ojos negros llenos de curiosidad. Quiere saber quién es ese desconocido. Entonces el hombre se acerca a la cría, e intenta hablarle en inglés:
I am, I am ... -balbucea-. La niña le mira fijamente. El hombre se emociona y, por fin, es capaz de acabar la frase: ... your grandfather ( ... tu abuelo).

Evan es un chico que se aburre, y así lo deja escrito con bolígrafo sobre la mesa de la biblioteca del Instituto donde estudia: I am bored (estoy aburrido). Cuando vuelve al día siguiente a ocupar el mismo lugar, se encuentra con que alguien ha contestado a su mensaje preguntándole qué es lo que le apetece hacer. La reacción inmediata de Evan es buscar con la mirada a la posible "candidata"  a ser reconocida como la persona que ha dejado su inesperado mensaje.  
Evan, todo emocionado, añade una nueva frase. Frase a la que, al día siguiente, que vuelve con más interés del acostumbrado a la biblioteca, encuentra respuesta. Así durante varios días, hasta que llega el momento en que la biblioteca tiene pegado en su puerta un letrero de "cerrado por vacaciones". Entonces la desesperación de Evan aumenta. Hasta ese día no le había dolido tanto que se cerrara la biblioteca. No hace más que buscar a su alrededor, lo mismo en clase que fuera de ella, a la chica que le ha estado escribiendo anónimamente. Incluso busca en Internet un rostro femenino que se parezca al que su imaginación ha dibujado.
Cuando llega el momento de despedirse de sus compañeros y firmar en el libro de fin de curso, dos chicas le saludan: Hi, bored guy (hola, chico aburrido). Él se emociona pensando que, por fin, ha encontrado, y por partida doble, a las autoras de las respuestas a sus mensajes. Pero su gozo dura muy poco cuando ambas jóvenes le confiesan que lo saben porque han visto escritos los mensajes, no porque fueran sus autoras. Mientras los tres bromean sobre la situación aparece alguien más (no voy a desvelarles quién, por si quieren verlo).

Los creadores de estas historias tan diferentes juegan con la emociones pero, sobre todo, ponen a prueba nuestra capacidad de atención. Es curioso que en las dos historias se utilizan palabras que no se pronuncian, aparecen, en su mayoría, escritas.
Sabido es que en el mundo de la ficción, como en el de la realidad,  nada es lo que parece. Y es en el segundo vídeo (para mí el más interesante), donde se pone a prueba esa capacidad de captación y nuestra memoria fotográfica. Cuando miramos parece que vemos, pero no siempre es así. Hagan la prueba buscando estos u otros vídeos y veánlos acompañados. Luego coméntenlos para saber qué ha visto cada cual. Se sorprenderán del resultado. Se darán cuenta de lo ciegos que a veces estamos. Estamos tan metidos dentro de nosotros mismos, que no vemos el paisaje ni el paisanaje que nos rodea.

Me quedan dos historias más por comentar, pero las dejo para mi próxima entrada. Ahora cuelgo el letrero de "Continuará..."






viernes, 2 de diciembre de 2016

FÜR ELISA



Elisabeth Rockel 1814. Para Elisa... Beethoven
(Imagen sacada de Intenet)


Es alta y delgada. Cuando camina a mi lado se inclina levemente hacia delante, parece querer más que escuchar, atrapar mis palabras y anidarlas entre su pecho y estómago. Su cabello va despertando a un nuevo amanecer. Empieza a grisear, anunciando el blanco tono del cabello de su madre. Tiene cuarenta y un años recién cumplidos, pero cuando se ríe, parece una cría. No ríe sólo con la boca, también con los ojos, pequeños puntos castaño-oscuros, llenos de chispeante vida.
Sus manos son largas, nervudas, de largos y huesudos dedos. Unos dedos flexibles. Sus piernas son eternas, capaces de dar zancadas de legionario. Su padre me decía hace poco lleno de orgullo: A ver quién es capaz de alcanzar esas piernas.
Ella es una mujer elegante, con esa elegancia que nace de dentro, de la honestidad, de la valentía, de un corazón y una mente limpios. 
La conocí hace tiempo en un vagón de tren. Viajaba sola y estaba rodeada de hombres. Cuando me vio entrar, se le escapó un suspiro de alivio. Comenzamos a hablar de libros, de cine, de ideas. Las conversaciones han seguido durante años a través de nuestras cartas. Cada una de las suyas ha sido un regalo. Están llenas de sabiduría, conocimiento ,luz, belleza, y mucho, mucho cariño. 
Ella ha sido uno de esos encuentros que he tenido en la vida, que me han hecho un poco mejor. Un diamante en mitad de un camino lleno de piedras, y no precisamente preciosas. 
En estos años de caminar juntas en la distancia, he sabido de sus gustos, de sus penas, de sus alegrías, de éstas más que de las primeras, porque ella siempre intenta ofrecer a los demás lo mejor de sí misma. He visto como ampliaba su familia, primero con su pareja, luego con sus hijos: Una niña que es capaz de hacer cualquier pequeña obra de arte con un trozo de plastilina, y un niño que sin decir apenas una palabra, te habla con su azul mirada. Una mirada que reposa entre  largas pestañas. 
Ella ha cambiado, pero su esencia sigue siendo la misma. Una mujer elegante, por dentro y por fuera.
Se viste con ropa que no entiende de moda sino de estilo, de personalidad propios. Cualquier cosa le sienta bien. Lo mismo un pantalón que un vestido ceñido a su cuerpo. Un simple fular en su largo cuello, se convierte en un bello collar.
En la mesa utiliza los cubiertos con una exquisitez, que dan ganas de dejar de comer, y quedarse a contemplarla durante horas. 
Cuando habla, utiliza palabras que parecen ya obsoletas en nuestros días: por favor, gracias, lo siento, espero no haberte molestado... Una mujer elegante, por dentro y por fuera. 
No hace mucho estuve con ella un fin de semana. Cuando volvía a casa en el autobús, llevaba conmigo serenidad, bienestar. Y la fuerza, la suya, que intentó transmitirme con voz de ánimo. Sentimientos tan diferentes a los que tengo que soportar diariamente...
El molde de las personas como ella, no debería romperse al nacer porque si hubiera más como ella, el mundo sería mucho mejor. Hacen falta personas así, sobre todo para que enseñen a los que tanto tendríamos que aprender de su forma de ser.
Esta entrada, se la dedico a E., sí, y a todo ese ramillete de buena gente como A., M., T., An., C. Mª J., Mª Js.,S. 

Me hubiera gustado insertar en esta entrada el vídeo de la pieza musical de Beethoven "Para Elisa", pero no lo he conseguido, (se admiten sugerencias o directamente lecciones de cómo hacerlo). Éste es un pequeñísimo regalo en pago a los grandísimos que yo he recibido de ella. Un regalo que también sirve para disculparme por esa mezcla de egoísmo (el de pensar sólo en mis cosas), y torpeza (la de no valorar  la fortuna de haber podido corresponder a su cariño).
Sigue pendiente una cita, una y muchas conversaciones. Una  y, espero, que muchas, risas. Sigue pendiente mi deuda contigo, E., por todo lo bueno que has sido capaz de compartir conmigo.. 
Seguiré navegando por el mar de tus misivas.




"El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen"
(Francisco de Quevedo).









  





miércoles, 23 de noviembre de 2016

EL MONSTRUO QUE LLEVAMOS DENTRO

Imagen sacada de Internet

La mente humana tiene sus propios mecanismos para resistir a cualquier presión externa.
La vida de Connor (Lewis MacDougall) no puede ser más dura. Su madre (Felicity Jones) tiene cáncer, y él sufre cada día, al salir de clase, el acoso por parte de una pandilla de impresentables. Su padre (Toby Febbell) no vive hace tiempo con ellos, y  en cuanto a su abuela ( nada menos que Sigourney Weaver) , ella parece ser de otro planeta. Así las cosas, Connor necesita buscar a alguien con quien hablar. Una noche el árbol cercano a su casa, toma la forma de una especie de gigantesco monstruo (a quien en la V.O. pone voz Liam Neeson) que se cuela, más bien invade, su casa. El gigante le propone al niño contarle tres historias. El niño se resiste a escuchar, él no está para historias ajenas pues tiene la suya propia. El enorme árbol le insiste en que deberá escuchar o se enfadará con él, hasta el punto de destrozarle la casa. Tendrá que permanecer atento, sobre todo con la última historia que tiene mucho que ver con el gigante. Tras esta última historia, será el niño el que tendrá que empezar a contar la suya. No hay escapatoria.  Los momentos de la dura realidad del niño, se colarán entre historia e historia del gigante, hasta llegar a conocerse mejor entre ellos.
Veremos el coraje de una madre que sabe se va apagando, para inculcarle fuerza a un hijo al que la vida le va a obligar, a golpes, a madurar. 
Conoceremos la valentía, impotencia y, sobre todo, inteligencia de una abuela que se sabe rechazada por su nieto, para hablar con él cara a cara, e intentar unir fuerzas a fin de poder resistir el dolor, que a pesar de la distancia que parece haber entre ellos, es el mismo. El de quedarse sin un ser querido.
El árbol meterá sus enormes ramas y hurgará en el interior del niño, hasta hacer que su alma sangre la verdad que en ella esconde. De ahí le arrancará el valor que tiene,  para enfrentarse con sus malos compañeros de clase. Hurgará en su interior hasta sacarle el monstruo que lleva dentro, y el verdadero Connor saldrá a la luz.  La verdad le hará libre.
Juan Antonio Bayona, el director de esta película, ha creado una atmósfera con una gama de grises, salpicada de momentos de luz y color. 
El monstruo es un personaje que a veces da miedo, otras inspira compasión, quizá sea porque nos recuerda un poco a nosotros mismos. Él, que tiene cientos de años de vida, sabrá enseñarle al crío el verdadero significado de palabras como valor, miedo, amor, ira, fracaso, triunfo, redención. A través de ese recorrido, el niño se sentirá a momentos débil, otros fuerte,  hasta alcanzar la fuerza definitiva tan necesaria para dar un paso más hacia el crecimiento interno.
El monstruo, cada vez que acerque su temible rostro al niño, lo que le mostrará será su verdadero rostro.
No importa cuantas veces Connor tropiece o caiga. Volverá a levantarse y encontrará la fuerza necesaria para completar su recorrido. 
Madurar hace pupa. Connor descubrirá que él no es tan diferente a los demás y que lo que le ha sucedido, sucede cada día a muchas personas. Él no ha sido ni será el único que ha conocido al monstruo. Ese monstruo que todos llevamos dentro.
Más temibles resultan los monstruos externos, quienes en lugar de sacar su fuerza interior para crecer o ayudar  a crecer a otros, la derrochan en evitar que los demás vivan.


jueves, 17 de noviembre de 2016

A C O S O


"Every man is sorrounded by a neighbourhood of voluntary spies" (Jane Austen)
"Todo hombre está rodeado por una vecindad de espías voluntarios"

Esta frase me la envió hace un tiempo una buena amiga sabiéndome admiradora de la historias de Jane Austen. Esta escritora plasmó con una finura e ironía especiales todas las pequeñas y grandes miserias de la condición humana. En los tiempos en que acontecían sus relatos no existían los medios mecánicos ni electrónicos que ahora tenemos, lo que no era impedimento para que las noticias "volasen". Que había que caminar varios Kilómetros para saber de alguien y otros tantos varios kilómetros para extender éso que se acababa de averiguar, ¿y a quién le podía importar? El esfuerzo merecía la pena a cambio de ser el centro de admiración del resto de vecinos que no tenían la exclusiva. 
No hay comunidad que se precie que no tenga uno o varios cotillas en su epicentro.

Fotograma de la serie "Crandford"
(Imagen sacada de Internet)

Recuerdo que me contaban no hace mucho la historia de una de esas cotillas de comunidad de vecinos que controlaba todo movimiento de dicha comunidad, y luego pasaba a relatarlo con pelos y señales a quien tuviera a bien escucharla. Era como tener en continuo funcionamiento las noticias de Radio Nacional. Pobre del que cayera dentro del territorio de su mirada controladora. Ése ya no volvería a ser el mismo ante los ojos del resto de vecinos. Cada vez que lo mirasen, sería como si le vieran en paños menores.
La susodicha señora se cambió de casa a otra más nueva que tenía, entre otras ventajas, ascensor. Ni que decir tiene el alivio que sintieron el resto de vecinos ante semejante buena noticia. Alivio que duró lo que el agua en una cesta pues cuando la buena mujer se enteró que en su nueva comunidad había más de cien vecinos, casi le da un soponcio. ¿Cómo iba ella a controlar a tanta gente? y  siendo así, ¿cómo podría seguir viviendo en paz, sabiendo que una gran parte de esa vecindad se escapaba de su ojo avizor? No lo dudó y volvió a su antigua casa. Ahora ella es feliz aunque sufra de los huesos y tenga que subir y bajar las escaleras a pie. No hay mal que por bien no venga, pues aprovechando las paradas que su estado de saludo le obliga a hacer, se "acerca"  a cualquiera de las puertas de esa planta, más que nada por comprobar si hay vida detrás de ella.
El personaje del cotilla puede resultar hasta gracioso. Lo malo es cuando el cotilla se "profesionaliza". Eso sucede en el momento en que ese deseo de meterse en una vida ajena, se convierte en obsesión. Y si se da un paso más y con la  obsesión por saber de la vida de otros sin ponerse límites, incluso se llega a invadir su privacidad, entonces de lo que estamos hablando es de acoso.
Con las nuevas tecnologías el acosador lo tiene muy fácil. Se puede empezar por hacer una foto con el móvil. Y a poder ser haciéndose ver por la persona elegida, por aquello de irle metiendo la duda y luego el miedo. Se pueden grabar sus conversaciones. Es tan fácil hacerse con una vida ajena. Sólo es cuestión de observar. 
No hace mucho una bibliotecaria me decía: Por los libros que escoge una persona en la biblioteca, se puede saber mucho acerca de ella. 
Se observa lo que lee, ve, escucha, bebe, come. Con quién va o viene, cómo viste, dónde compra. Somos animales de costumbre así que es sólo cuestión de esperar en algún punto en mitad del recorrido diario de la persona elegida, y ya está. 
La diferencia entre el cotilla y el acosador es que el primero intenta hacerse invisible, el segundo no. Una de las metas del acosador es ésa precisamente, la de hacerse ver para meter el miedo en el cuerpo a su víctima. Ese miedo hará el resto del trabajo, consiguiendo que cambie de costumbres, de vida, hasta desequilibrarla. Un acosador no tiene por qué ser alguien desagradable. Se puede acosar con una sonrisa en la boca. Hace un tiempo me contaron de uno de esos tipejos que se dedicaba a acosar a uno de sus vecinos y luego se dirigió a este último todo amable, para darle el pésame por la reciente muerte de su padre. Ya ven. Y aunque se emplee el género masculino singular para definirlo, no se equivoquen, también hay féminas y plurales en ésto de acosar. Ellas suelen ser incluso más agresivas.
Un acosador puede ser un marido, (las personas amantes del cine clásico recordarán "Luz de Gas" protagonizada por Ingrid Bergman, quienes no la conozcan, no se la pierdan), un jefe, un vecino. Cualquiera que tenga capacidad de tener más de una cara. El acoso se puede utilizar incluso como herramienta de trabajo en algunas profesiones. Es ilegal, pero ¿por qué iba a importarles?
El acoso tiene algo de psicología (psyque = alma) (logía = conocimiento de). 
Si tienes conocimiento sobre el alma de otra persona, ¿no la tienes bajo tu poder?

No quisiera dejarles con el miedo en el cuerpo, y con mi costumbre de mencionar, siempre que puedo, alguna lectura en mis entradas, hoy les traigo un libro de Roald Dahl. Ésta es una historia para adultos. Su título: "El Librero". El ejemplar que hace unos días tomé prestado de la biblioteca es de la editorial Nórdica. Está bellamente ilustrado por  Xesús Fraga.
Los relatos del señor Dahl suelen estar impregnados de ironía y un fino tono agri-dulce a la hora de plasmar las miserias humanas. En este libro se nos relata la historia de una pareja formada por el señor William Buggage, dueño de una librería de  libros raros y su secretaria-amante la señorita Tottle.
A diferencia de la mayoría de libreros, al señor Buggage no le importan demasiado los libros, sino el dinero que puede conseguir con ellos. Es más un especulador que otra cosa. Si fuera un verdadero librero tendría también algo de psicólogo, y conocería mejor a su clientes. Es esa falta de interés por los lectores, lo que le hará caer en un enorme error.
No se lo pierdan.





martes, 1 de noviembre de 2016

N O V I E M B R E

Imagen sacada de Internet


Mes en que las hojas de los árboles roban su tono al membrillo. 
La hierba se despeja del sueño nocturno con gotas de rocío. 
Las noches se adelantan aunque se haya atrasado la hora. 
Mes que comienza con calabazas dadas y recibidas con sonrisas.
 Con día de Santos y Ánimas,
 de recordar ausencias dolientes, 
de buñuelos rellenos de cariño, 
de muertos vivientes
 y fantasmas muy vivos, 
de brujas que llevan escoba
y vampiros de blancos colmillos.  

Mes que regala mañanas de niebla 
y tardes de paseo. 
Mes en que apetece algo caliente al salir del trabajo
y una charla con un rostro amigo. 
Noviembre melancólico. Penúltimo del año. 
Noviembre extraño,
sí, entre raro y feo.





P.D. Cuando me he puesto a escribir sobre el mes de Noviembre, me he dado cuenta que las frases rimaban como si de un pareado se tratara. Llamar poema a lo que he escrito me parecería un poco atrevido. Quizá es una especie de chascarrillo, y que disculpen los verdaderos poetas mi atrevimiento.

jueves, 27 de octubre de 2016

LA PASIÓN HECHA POEMA

A veces me acerco a la estantería de mis libros, sin saber por qué, hay uno que de repente me atrae. Atrapa mi mirada y mi mano tira directa de su lomo. Lo abro por una página cualquiera y redescubro una frase, un retazo de texto que vuelve a absorber toda mi atención. En alguna ocasión el descubrimiento ha sido doble porque al abrir sus tapas, se ha deslizado tímidamente alguna foto, algún recorte de periódico o revista que tiene algo que ver con el título o el autor del libro que lo ha resguardado desde el día que lo leí.
Me ha ocurrido que en algún libro de segunda mano he descubierto un nombre, alguna palabra o frase escrita por un anterior lector, y al ver esa letra desconocida para mí, me he parado a imaginar cómo sería la persona que la había dejado ahí para la posteridad. ¿Hombre o Mujer?¿Joven,  entrado en la edad madura, quizá? ¿Sería ésa su primera lectura? ¿Qué sensación le causaría? La imaginación no tiene límites.
Recuerdo que de uno de esos libros, salió volando hacia el suelo, una fotografía. En ella se veían tres niños, uno ya cerca de la adolescencia. La fotografía era en blanco y negro. Por la ropas de los críos, pantalones cortos y camisas blancas, diría que era de los años treinta o cuarenta. Las camisas relucientes, perfectamente planchadas que llevaban puestas, hacían pensar que estaban disfrutando de un día festivo. A sus espaldas, la playa.  El muchacho más alto era también el más delgado. Tenían sus miradas fijas en el "pajarito" que debía salir de la cámara. Había serenidad en sus rostros. Sus sonrisas eran leves, pero bonitas. Todo el entorno parecía estar en paz, como ellos. Dada la antigüedad de la foto, me pregunté cómo sería ahora el aspecto de esos muchachos. Como serían sus vidas. 
Supongo que con las nuevas tecnologías se podría crear desde la base de la imagen de esa antigua foto, su nueva imagen. ¿Seguirían siendo sus miradas  y sus sonrisas tan serenas?
Esa técnica es la que utiliza, en un momento determinado, el director de cine Terence Davies en su última película "Historia de Una Pasión", sobre la vida de la poetisa americana Emily Dickinson, desde la base de antiguos retratos de la joven escritora y su familia. Poco a poco les va envejeciendo, hasta llegar a una edad más madura.


La historia que nos cuenta el señor Davies comienza en la adolescencia de la escritora, cuando se gradúa en un colegio de señoritas y vuelve a su casa. 
La directora del centro despide el curso y requiere que aquellas jóvenes que hayan decidido salvar sus almas se coloquen a su derecha, las que no, a su izquierda. El gran grupo de señoritas se bifurca entonces en dos grupos menores. Sólo queda una alumna en el lugar que estaba al principio, ésa es Emily, (papel interpretado en su adolescencia, por la actriz Emma Bele). La conversación que mantiene con la directora, demuestra  la rebeldía de una mujer, que ya desde joven,  ha decidido pensar, sentir y creer en lo que ella desee y no en lo impuesto por adoctrinamientos. Pero todo tiene su precio, como su hermana Vinnie ( a quien da cuerpo la fantástica actriz Jennifer Ehle, (a su derecha en la fotografía inferior) que ha dado muestras de su categoría interpretativa en series como "Orgullo y Prejuicio", dando réplica nada menos que a Colin Firth), le advierte: la rebeldía trae dolor. Y a veces soledad, diría yo. La imagen que arriba he puesto da fe de ello. Una soledad que sería su compañera y mejor aliada para su creatividad poética.


Una de las cualidades, para algunos, para otros defecto, de esta mujer, era su mordaz ironía. La conversación que tiene con una tía que va a visitarla a ella y a su familia, lo demuestra. Ironía que le viene "de raza al galgo", pues su madre, deja claro en una de las pocas intervenciones que tiene en la conversación, como se las gasta. Cuando la tía, defensora de la esclavitud, reprocha de algún modo el que la señora de la casa no intervenga en la conversación que están llevando el resto del grupo familiar y decida guardar silencio, la madre le responde: Prefiero guardar silencio antes que dar una opinión que pudiera parecer un prejuicio.
El uso de la palabra como espada defensora de ideas avanzadas, utiliza también la mejor amiga de Emily, Vrylimg Buffan (interpretada por Catherine Bailey), quien no se corta al ironizar sobre temas como el amor, el matrimonio, y el desencuentro que a veces se produce entre el uno y el otro.
El recordar hoy la película, me ha hecho volver a uno de los libros de poemas que tengo de esta escritora, y al abrirlo, he descubierto un recorte que tenía guardado en él, un artículo de Antonio Muñoz Molina, que vino en El País (lamento no poder indicarles de qué fecha pues no la recorté), sobre esta escritora. El artículo se titula: "El Mundo en un Jardín", si pueden buscarlo en Internet, les recomiendo que lo lean. En él dice cosas tan interesantes sobre la poetisa como:
"Cuando escribía a lápiz y no a pluma la sensación de cautela es todavía mayor, el lápiz sólo roza el papel, no lo empapa de tinta. Lo que el lápiz escribe parece que no quiere imponerse sobre la superficie blanca.
Otros poetas nos sobrecogen, o nos arrebatan, o nos ofrecen un amparo íntimo contra la intemperie áspera de la realidad, o nos alientan para hacerle frente. Emily Dickinson nos hipnotiza".

Emily siempre intuyó que no se iba a casar. No se veía hermosa como otras mujeres. Su hermosura, defendió siempre su hermana, estaba en su alma. Tenía la capacidad de ver lo que los demás no veían, como me hubiera gustado poder hablar con ella. Sentadas tranquilamente frente a una buena taza de té. 
Creo recordar que ya mencioné en otra entrada que yo descubrí a esta escritora en la película "La Decisión de Sophie", interpretada por la maravillosa Meryl Streep.
Emily se movió en espacios conocidos, entre gente cercana. Su casa, su jardín, su familia. Y sin embargo su creatividad no tenía límites. Cuando murió a los cincuenta y seis años, su hermana descubrió que tenía unos dos mil poemas escritos, guardados en el baúl de su habitación.
Era grande en su pequeñez. Sacaba jugo de las pequeñas cosas. Se embriagaba con gotas de rocío y luego tenía que agarrarse a los rayos del sol para no caerse.
No puedo resistirme a la tentación de cerrar esta entrada con uno de sus poemas.

Saboreo un licor como nunca lo hicieron:
en los jarros con perlas es servido.
Ni con todas las tinas del Rin podrá lograrse
alcohol parecido.

Estoy ebria de aire,
bebida de rocío, y voy con pie inseguro,
en estos largos días del verano, 
por posadas de azul fundido y puro.

Cuando los dueños echen la abeja que a la puerta
de alguna digital parece adormecida,
cuando las mariposas a su licor renuncien,
yo querré más bebida.

Hasta que agiten ángeles sus sombreros de nieve
y los santos acudan corriendo a la ventana,
para ver, pequeñita, a la beoda
que en los rayos del Sol se está apoyada.


("Saboreo un Licor Como Nunca lo Hicieron"
de Emily Dickinson, hacia 1860)

Lean a Emily Dickinson. Lean poesía, tan necesaria en estos tiempos. 

domingo, 16 de octubre de 2016

EL PODER DE LAS PALABRAS

"UNA PUNTADA CUIDADOSA"
De Emile Munier


Una palabra a tiempo te puede salvar la vida. Una palabra fuera de lugar, condenarte de por vida. El dominio de la palabra es un don que no todo el mundo posee. 
Las palabras tienen fuerza propia. Hay quien necesita meditar antes de pronunciarlas, otros, poseen la elocuencia necesaria para no hacerse esperar en sus exposiciones. 
En cuanto a la palabra escrita se refiere, sobre los que utilizan las palabras como si de puntadas cuidadosas se trataran, habla en el libro "Los Ensayos" de Michel de Montaigne, fuente de sabiduría inagotable, y advierte sobre lo que en principio podría ser una cualidad, el exceso de cuidado:
"Pero, además la preocupación por hacerlo bien y una aplicación demasiado rígida y tensa del alma a su tarea, la quiebran y obstruyen, como le ocurre al agua, que, a fuerza de comprimirse a causa de su propia violencia y abundancia, no logra salir por una abertura estrecha".
Sobre el poder de la palabra habla también Santiago Posteguillo en su libro, que acabo de terminar, "La Sangre de los Libros". En él,  el autor hace un recorrido a través de distintas épocas, de escritores y sus obras. Hay dos títulos que quisiera resaltar como ejemplo de lo que la palabra y el buen uso de ella, pueden conseguir. El primero es "Un Calambur", dedicado a Francisco de Quevedo. En él, el señor Posteguillo nos cuenta como en una noche de  fanfarronería impulsada por el licor, Quevedo apostó con un grupo de amigos, cena gratis durante un mes,  a que sería capaz de llamar coja a la mismísima reina consorte Mariana de Austria, esposa de su real majestad Felipe lV, que, aunque  era cierto que sufría una cojera evidente, no iba a tolerar que nadie se lo dijera a la cara.
Una tarde en la que los reyes paseaban por el Prado, el grupo de amigos que había aceptado la apuesta, estaba reunido allí. Para su sorpresa vieron que su colega y poeta, con dos flores en la mano, una rosa y un clavel, se acercaba hacia sus majestades. Se detuvo ante Mariana de Austria, y haciendo una gran reverencia, mirándola fijamente a la cara, le dijo:
"Está su majestad tan radiante como siempre y le he traído un presente para festejar semejante lozanía. -Miró entonces de reojo a sus amigos y de nuevo a la reina. Allá iba: a por la apuesta-: Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja".
La leyenda sostiene, según nos explica el señor Posteguillo que "la reina aceptó de buen grado el regalo y que se tomó con buen humor el ingenio del poeta al responder:
-Que soy coja ya lo sé y el clavel escogeré."
El segundo capítulo que quisiera resaltar es "Literatura en Coma". En él, el autor nos explica como la palabra puede ser medicinal. El capítulo dedicado a Ángeles Mastretta, nos relata el período de la larga enfermedad de la hija de la autora, quien yacía en la cama sin conocimiento. A la escritora se le ocurrió entonces empezar a escribir historias sobre su familia, que luego leía en alto a su hija. Cuando la historias de su familia se acabaron, se inventó otras tantas. Todas ellas forman el libro de relatos: "Mujeres de Ojos Grandes". Hasta que un día, su hija abrió los suyos. 
Sobre la palabra y su buen o mal uso tenemos también ejemplos en el cine. En uno de las escenas más deliciosas de la serie británica "Crandford", (basada en la novela de Elizabeth Gaskell), el contable de la rica y poderosa hacendada de la región, (dama tenaz donde las haya en eso de negar el conocimiento a sus empleados), enseña a uno de los muchachos contratados por dicha dama, a escribir y leer. No es necesario decir que lo tiene que hacer clandestinamente, y empieza nada menos que con la palabra LIBERTY. Según el muchacho va plasmando en la pared de un corral, cada una de las letras, el hombre le pone un ejemplo para que se acuerde de ellas. Al llegar a la "R", le dice de "Read" (leer), "T" de "Transcend" (transcender, estar por encima de las circunstancias), y por último "Y" de You. Por usted,- salta el chico refiriéndose al hombre que tanto le estaba enseñando.
Del poder de la palabra podríamos hablar eternamente, al igual que de su dominio  en el habla y en la escritura. Y la prueba de ello es la insistencia que, aún en nuestros días, tienen ciertas personas en intentar que otras no tengan acceso a su conocimiento.
Al igual que Santiago Posteguillo, extraño mucho a personas como Francisco de Quevedo, capaces de decir verdades a la cara con ironía y elegancia.



martes, 4 de octubre de 2016

M I R A D A S


(Imagen sacada de Internet)




Sentada en la hierba,
contemplo
del campo toda su grandeza
y su colorido tiñe mis ojos
 de azul, de verde,
de marrón tierra.

Un manantial de agua cristalina 
poco a poco penetra,
la tierra que el sol brillante
dejó sedienta.

El fuerte calor aminora
la brisa mañanera,
que mueve de los chopos 
las hojas,
que entre el trigal
serpentea.

Arriba, un cielo sin nubes
abajo la blanca vereda
y envolviendo el paisaje todo,
tu mirada, cerca,
muy cerca.


("Tu Mirada" de Concepción Saldaña)



Revolviendo papeles, mi mirada topó con este poema que hace muchos años escribí. Y algo se me ha removido por dentro. 


Hay miradas que parecen contener un desierto, un bosque, un inmenso mar. Miradas acariciantes que te hacen sentir  la temperatura de una cálida chimenea. Fuego.
Dicen los entendidos en eso de los asuntos amorosos que el primer beso se da con la mirada.

"JUEGO DE MIRADAS"

Luego están las heladoras, amenazantes incluso. Como incisivos de dorberman. 
Las miradas esquivas, algunas por timidez de su dueño, otras, por miedo. 
Las que menos me gustan son las de soslayo. Las de los ojos que no miran de frente, y que cuando los tuyos los buscan, huyen cobardemente.
Hay miradas de muchos colores, pero a pesar de su diferente apariencia, todas son capaces de mandar los mismos mensajes: cariño, amor,desprecio, odio, duda, miedo. 
Hay miradas que abrigan, otras, te desnudan.
Están las miradas de la experiencia. Ésas que contienen historias grabadas en sus retinas. Años encerradas en una burbuja de ámbar cual crisálidas a punto de abrir sus alas, deseosas de que alguien se cruce con ellas para compartir todos sus tesoros guardados.
En el otro extremo podríamos situar las miradas que están casi sin estrenar. Esas miradas limpias, de ojos vivos, deseosos de captar, grabar, todo lo que les rodea. Como pequeños telescopios de submarino, que recorre cualquier nuevo territorio para descubrir lo que en él habita.
Hay miradas que cuando se cruzan con la tuya, te invitan a quedarse a vivir en ellas. Otras, sin embargo, te echan a patadas.
Miradas hacia fuera. Miradas interiores, que suelen ser las propias. Miradas que escrutan hasta el último rincón de tu alma.
Miradas que leen las que tienen enfrente. Miradas que son ventanas abiertas de par en par  al corazón de sus dueños.
Miradas continentes, ésas que retienen las penas y las lágrimas que éstas le originan. 

(Imagen sacada de Internet)

Ojos de distintos colores y formas en los que anidan miradas maravillosas, o terribles.  Miradas que son el espejo del alma de quienes así miran. Miradas que reflejan, como espejos, el alma del que tienen frente a ellas.
Miradas, territorios sin límites, profundos, por descubrir.


P.D. Esta vez he tardado un poco más en incluir una entrada. Hay momentos en los que, más que contar, te  apetece recorrer con tu mirada lo que otros cuentan.
Echaba de menos escribir, espero que ustedes también me hayan echado  un poquito de menos.
Intenten compartir con los demás su mirada más bonita.