Hermanas Brontë
(Imagen sacada de Internet)
Acabo de terminar la novela "Todo ese Fuego", en la que su autora Ángeles Caso relata la vida de estas tres hermanas: Charlotte, Emily y Anne Brontë . Tres mujeres que, de haber nacido en otra época, hubieran tenido en vida el reconocimiento que merecían. Cada una tiene su personalidad como es lógico, pero tienen también algo en común: su pasión por leer, por aprender, y, sobre todo, por escribir. Ésta última deben ocultarla como si de un pecado se tratara. En el siglo IXX, de las hijas de un clérigo sólo se esperaba que ayudasen a su padre en la parroquia hasta que el día de su matrimonio, meta para la que debían haber sido educadas, llegase. Pero es que en el caso de estas hermanas ese día no parecía querer llegar. Lo tenían todo en su contra. A su falta de belleza, había que unirle el poco interés que ellas ponían en resultar atractivas a los ojos de cualquiera que se les acercara. Pero es que además ellas no habían recibido una educación como el resto de las jóvenes. Su padre se había preocupado de "amueblar" debidamente sus cabezas con el conocimiento.
Alentó el genio de sus hijas y les enseñó a ser independientes de los hombres y libres de espíritu.
Desde el principio de sus vidas, estas tres mujeres tienen como compañera de camino la muerte, quien les arrebatará primero a su hermana María, después se llevará a su tía Elisabeth , y seguirá haciendo notar su guadaña según va pasando el tiempo. Esa implacable presencia, al igual que la del duro paisaje de los páramos, envuelto en vientos y hielo, que recorrerán con sus grandes zancadas, irán tallando la fuerte personalidad de estas tres mujeres.
Llama la atención el sereno tono de Ángeles Caso al contarnos esta historia. Serenidad que se tornará en fuerza, en puro fuego, cuando hable de las renuncias que por el hecho de ser mujeres, tienen que hacer las tres hermanas Brontë. Pero hay algo que nadie puede quitarles: su pasión por escribir. Lo hacen a escondidas de su hermano Branwell, que por el hecho de ser el varón de la familia, tiene todas las facilidades para adquirir una buena educación, saliendo incluso fuera de su hogar para completarla, y que quizás por esas facilidades que su condición de hombre le otorga, no le da importancia a su privilegio, y lo va tirando todo por la borda. Pero también tienen que ocultar sus escritos a su padre, al que no dan conocimiento de ellos hasta que han conseguido publicarlos bajo seudónimo.
¡Qué rabia!, que rabia da ver que personas de tanta valía no pueden disfrutar de los frutos que su potencial les da. Ni siquiera pueden ser libres, como la misma Charlotte reconoce:
Las alas que siempre ansiaban desplegarse obligadas a encogerse sobre sí mismas una y otra vez, convirtiéndose en muñones inútiles y horrendos. Las absurdas alas del espíritu rebelde de las mujeres.
Emily también expresa esa asfixia que las normas sociales de la época les hace sentir.
... detestaba que todas esas bobadas la afectasen, la sensación de que alguien podía estar vigilando tus pasos y criticarte por hacer cosas poco adecuadas para un dama, correr por los campos, levantarte demasiado las faldas para atravesar un arroyo, cantar a gritos una canción alegre o dejar que la lluvia te empapara el pelo en verano, cuando el aguacero rompe a veces el calor del día y desciende feliz sobre la tierra, como un regalo inesperado de los dioses.
He dicho anteriormente que en la vida de estas mujeres hay una serie de constantes presencias. Algo que se hace también patente durante el recorrido de sus vidas es el Amor. El amor entre las hermanas, y de ellas hacia el elegido por sus corazones. Elegido que no siempre es el más acertado, así son las cosas del corazón.
No quiero dejar de nombrar a un personaje que, aunque aparentemente secundario, va a tener importancia en el proceso creativo de Emily. Hablo de Tabitha Ackroyd, la asistenta que los Brontë tienen en su casa, y de cuyas historias de fantasmas, se alimentará parte de sus "Cumbres Borrascosas".
Las frases que he puesto con letra cursiva, las he sacado de la novela "Todo ese Fuego" de Ángeles Caso.
Puesto que de libros y su lectura he hablado en ésta, como en otras muchas ocasiones, me van a permitir que, como lectora, dirija desde aquí una queja a los Editores. Mi queja tiene que ver con el excesivo precio de los libros. No entiendo que, por norma, el precio medio mínimo de los libros sea de 20€. Y lo que todavía entiendo menos es que no se saque a la venta al mismo tiempo que la edición en tapas duras, que es la más cara, la de bolsillo. De esta forma podrían tener también acceso a las novedades aquellas personas que, como yo, no tienen sueldos de ministro.
Si no han tenido ningún problema en sacar a la par la edición de tapas duras y la edición de libro electrónico, ¿por qué tanta reserva en sacar junto con estas dos, la edición de bolsillo? Les recuerdo señores editores que la cultura es un derecho, no un privilegio. No entiendo el porqué de esa insistencia en tratar un libro exclusivamente como si fuera un artículo de lujo. Si lo que pretenden es ahorrar costes, deberían seleccionar más los títulos editados, y no intentar imponer a libreros y lectores, cosas ilegibles por su falta de calidad e interés. Esto último que expongo no me lo invento, hasta la genial Penélope Fitzgerald lo denuncia en su maravillosa novela "La Librería", (página 70 en la edición de Impedimenta). Novela que no me cansaré nunca de recomendar.
No sé si algún editor se asomará a esta ventana, si es así, le agradezco de antemano el que se tome interés en leer lo que aquí expongo, y espero que en la medida de sus posibilidades, lo tenga en cuenta.
Si hay algún lector o librero que se sienta identificado con mi queja, y tiene la posibilidad de hacerla llegar a algún editor, le estaré inmensamente agradecida de que lo haga.
La cultura es un bien de todos.