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martes, 26 de agosto de 2014

CONFESIONES A RITMO DE ROCK

Elvis Presley
(Imagen sacada de Internet)



Cuando se habla de Rock and Roll, cada uno tiene sus ídolos. Para mí el rostro que primero me viene a la mente es el del Rey del Rock, Elvis. La llegada de sus canciones a nuestro país, me pilló demasiado joven quizás, apenas era una cría, pero fue como un vendaval en mi vida. Canciones como el Rock de la Cárcel, me hacían dejar lo que estuviera haciendo, y ponerme a bailar como una loca. Y el movimiento de cada parte de su cuerpo, provocaba que una corriente de electricidad se apoderara de mí.
Por aquel entonces yo estaba aún en el colegio. Un colegio religioso. Recuerdo que quien celebraba la misa y nos confesaba era un sacerdote muy mayor. Tenía un acento que a mí me parecía alemán, por la fuerza que ponía al pronunciar las consonantes.  Hay una frase que no he podido olvidar, por la peculiar forma que tenía de pronunciarla. Sonaba algo así:
-Crrristo está entrrre nosotrrros.
Dicho de esa manera, nadie se atrevía a ponerlo en duda.
Su acento, además de su aspecto físico en el que resaltaban dos cosas: una considerable calva y unos ojos negros, pequeños, de mirada fría, hacían que más que respeto, sintiéramos miedo. Fue entonces cuando apareció un sacerdote joven, recien salido del Seminario. Cuando llegó nos quedamos todas patidifusas. Era el mismísimo doble de Elvis. Pelo negro, peinado con un tupé, que caía descuidadamente sobre su frente. Sus ojos no eran claros como los del Rey, sino negros, pero tenían un brillo que cegaba. Y la sonrisa, ¡qué sonrisa!, con esos dientes tan blancos. Cuando le vi por primera vez, me dieron ganas de gritar ¡Aleluya!.
El sacerdote veterano perdió público en ese mismo instante. Cuando llegó el día de la confesión, junto al confesionario donde estaba el sacerdote joven, había una larga fila de niñas de diferentes cursos, esperando a ser confesadas por "Elvis".
En el otro confesionario no había ningún problema de "atasco". Tanto es así que el sacerdote veterano salió de inmediato, y con contundecia dijo, partiendo en dos la fila con un firme gesto de su mano:
-De la mitad de esta fila, hacía la derecha,  todas conmigo.
Y miren por dónde, en ese "todas" estaba incluida yo. ¡Qué mala suerte!.
 Cuando me llegó el turno, y después de contarle a trompicones las cuatro faltillas que había cometido esa semana, el sacerdote veterano me mandó rezar una oración en alto. Me había puesto tan nerviosa el hecho de que me tocara con alguien que no había entrado en mis planes, que fui incapaz de recordar la oración. Como penitencia por no saber las oraciones que eran mi obligacion conocerlas al dedillo, me mandó rezar diez avemarías y dos padrenuestros. ¡Ah, y para la semana siguiente, me esperaba con la oración causante de mi desdicha, bien aprendida!.
Ni que decir tiene que no volví con él nunca más. Y que desde entonces, las canciones de Elvis fueron mucho más que simple rock and roll, fueron un grito de rebeldía.

2 comentarios:

  1. Nunca me confesé con ningún cura que se pareciera a Elvis. Me imagino la decepción de las que os tocó con el viejo. Mis amigas de entonces iban a tu colegio, banda azul en ristre. Creo que al cura le llamaban el del peluquín, je, je. Igual ya había desistido de cubrirse la calva...
    Como yo iba al Instituto, me libré de confesiones obligadas; aunque igualmente sentía remordimientos si no pasaba por el confesionario. Las nimiedades que contábamos los niños y adolescentes, menudo rollazo para el que estaba dentro de la caseta.
    En Guipúzcoa se realizaban confesiones comunitarias que me parecieron un chollo, allí viví de los veintidós a los treinta y cuatro años. No volví a pisar un confesionario y poco a poco fui dejando las prácticas religiosas, todas.
    ¡Elvis y tu grito de rebeldía! ¡Bien!

    Un abrazo, amiga paseante.

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  2. Hola Abejita:
    El recordar estas historias me llevan a un tiempo que casi parece irreal y un tanto surrealista. Ahora pienso ¿cómo pudimos tener tanto miedo por nada? Lo bueno que tiene madurar es que ves a las personas y las cosas con una cierta distancia.
    Lo ves todo como a un igual, y eso te da un buena corriente de libertad.
    Hasta ellos se han dado cuenta de que con esos métodos, se quedan sólos.
    Besos.

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