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lunes, 23 de noviembre de 2015

LLUVIA DE LETRAS

El sábado por la noche pude ver, en un reportaje, la historia de unos niños en la India. Eran niños que iban a la escuela, como cualquier niño de su edad en otros países, pero con varias  circunstancias que les diferenciaba de esos otros niños. Una de ellas era que en sus mochilas de estudiantes, llevaban un peso añadido al de sus libros y cuadernos. El peso de su dura historia personal. Me llamó la atención la historia de dos niños en concreto. Uno de ellos, el que parecía más pequeño, iba a la escuela cada día con el firme propósito de aprovechar al máximo el tiempo que pasaba allí. Quería aprender para que su madre, trágicamente  fallecida, (se auto-inmoló), se sintiera orgullosa de él. 
Otra de las historias era la de una niña cuyo sueño era llegar a ser futbolista.  Para ello, además de estudiar, se entrenaba todos los días con el fin de que la seleccionaran. Cuando llegó el día de la selección de chicas, ella se presentó con su humilde conjunto deportivo y unas sencillas zapatillas de deporte. Para su sorpresa, el resto de las chicas iban equipadas con conjuntos deportivos mucho mejores que el suyo, y por si esto fuera poco,  eran más mayores que ella. 
Si en nuestro país el llegar a ser futbolista, siendo chica,  tiene más de una dificultad, se pueden imaginar lo que tiene que ser en la India. Pero a la protagonista de esta historia eso no la acobardó. Puso todo su empeño e ilusión para compensar la carencias materiales que tenía y,  consiguió ser seleccionada.

Imagen sacada de Internet

Si les digo que al salir de clase estos niños iban de vuelta a su hogar, ustedes pensarán que como todos los niños. Pero es que en su caso la palabra "hogar" no tenía el mismo significado que podría tener en nuestro país. Ellos no habitaban en una casa, más o menos confortable, con su calefacción, su agua caliente, y otra serie de cosas que les facilitara la vida. Su "hogar" consistía en una chabola hecha de chapas. El agua que necesitaban para su uso diario, lo tenían que sacar,  con un cubo, de un riachuelo que corría por debajo de unos escombros. No tenían luz. 
Alguna de las "paredes" de sus "casas" estaban adornadas con dibujos que los propios niños habían hecho.
Los profesores les recordaban que si querían gozar de una beca que les permitiera seguir estudiando, debían esforzarse. 
Lo que más me llegó al corazón fue la enorme dignidad que esos críos demostraban, al igual que sus madres, cuyo mayor deseo era que sus hijos, sobre todo en el caso de las niñas, llegaran a adquirir los conocimientos a los que ellas no habían podido tener acceso. En un momento determinado del reportaje, se veía a una de las madres que peinaba a su hija, mientras ambas cantaban una canción a la lluvia. Y lancé un deseo: que lloviese copiosamente en ese lugar. Que cayeran millones de gotas de letras, para que todos esos niños pudieran construir con ellas bellas canciones, poemas, historias, sueños que pudieran hacer  realidad. Entonces pensé en la enorme capacidad que tienen algunas personas, desde pequeños, de esforzarse para conseguir aquello que más desean. A pesar de lo difícil que se lo ponen.  Es impresionante la fuerza de algunos seres humanos para superar las barreras que, una y otra vez, parece querer imponerles la vida. Y pensé también en la paradoja que se da en el mundo. Mientras que unos en una parte del planeta se dedican a despilfarrar dinero y medios, sin orden ni conciencia, en la otra punta, hay gente que con humildes herramientas de trabajo, son capaces de ir avanzando. Y reflexionando, me acordé que el próximo día 25, se celebra el Día Internacional de la Violencia Contra la Mujer y me pregunté, como muchas veces hago, ¿por qué hay individuos que se dedican a matar a las mujeres? Las respuestas que se me ocurrieron fueron las siguientes:
Porque son inteligentes
Porque son trabajadoras
Porque son estudiosas
Porque son tiernas 
Porque son fuertes
Porque son valientes
Porque pueden reír y llorar
En resumen, porque están vivas. En el más profundo significado de la palabra. Y al mirarlas, esos individuos ven en ellas todo lo que ellos no tienen, porque su odio, su ciega obsesión por dominarlas, les ha convertido en muertos-vivientes. Seres sin alma. Y entonces llegué a la conclusión de lo importantísimo que es que todos los niños del mundo reciban una buena educación.
Para todos esos pequeños héroes de la India, y de otras muchas partes del mundo, que son capaces de levantarse cada mañana rodeados de miseria y avanzar a través de ella, directos hacia cualquier punto que les lleve al conocimiento, transcribo aquí el poema de Juan Carlos Martín Ramos, titulado:
PAISAJE EN EL TINTERO

Miro por la ventana
y escribo en mi cuaderno.
El paisaje está fuera
y a la vez aquí dentro.
La luz mancha la página
debajo de mis dedos.
Los pájaros son letras
escritas en el viento.
Las huellas del camino,
palabras que me dicen
si estás cerca o vas lejos.
Un arroyo murmura
dentro de mi tintero.
De pronto, cae la lluvia.
Borrón y cuento nuevo.
(Sacado del libro "Las Palabras que se Lleva el Viento)





3 comentarios:

  1. En mi escuela celebramos el día 25 con cincuenta globos de helio, uno para cada mujer muerta este año por violencia de género. Cincuenta sueños que no se cumplirán.

    La educación es un arma valiosa contra la desigualdad.

    En mi cole manifestamos el deseo de que el año que viene sean cero los gobos.

    Besos amiga.

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  2. Los globos, que no gobos, echaron a volar rápidamente. Así volaron los sueños.

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    Respuestas
    1. Ayer pasé por tu cole y vi los carteles colgando de la verja. Leí alguno de ellos. ¡Cuantos pequeño-grandes sueños!, con lo fácil que sería hacerlos realidad. No logro entender que haya personas capaces de destrozar la vida de su pareja.
      Ojalá que los próximos globos sean para celebrar que no hay ninguna víctima de malos tratos. Ése sí sería un gran sueño realizado.
      La gente que como tú, os dedicáis a formar a las personas, hacéis una enorme labor. Dais alas que hacen volar las mentes.
      Un abrazo grande.

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