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viernes, 27 de noviembre de 2015

EL EXTRAÑO NOVIEMBRE

Hace unos días me comentaba una amiga que a ella siempre le ha parecido el mes de Noviembre un tanto raro. Tiene algo que hace que no le termine de gustar. Y quizá tenga razón. En Noviembre los árboles están más desnudos que en Octubre, que cubre las hojas con los tonos ocres, tan cálidos. Como si las lenguas de una fogata cercana las hubiera lamido, cubriéndolas de color. La luz de Noviembre es más fría. El cielo suele estar cubierto de un tono blanco- apagado, aunque he de confesar que a mí las nieblas que a veces cubren toda la ciudad, me gustan. Añaden un toque de misterio. 
Es un mes ideal para recogerse, adentrarse en uno mismo, pensar, recordar. Es un tiempo ideal para la lectura. 
Siempre que puedo, veo el programa que presenta Sánchez Dragó, en la segunda cadena, los domingos, sobre la una del mediodía: "Libros con Uasabí". Es un programa en el que se habla de libros, de escritores, de lecturas, de lectores. Tiene tres colaboradoras, entre ellas su propia hija, que unas veces le hacen rabiar con las sugerencias literarias que dan,  porque no coinciden con las suyas propias. Otras, con las opiniones que tienen de los autores o del tema de alguno de esos libros. Son tres mujeres cañeras, que no se callan lo que piensan. Otra de ellas es  Anna Grau, y de un título que ella sugirió hace unos días, y que acabo de terminar de leer, voy a hablarles hoy:
"Salir a Robar Caballos" de Per Petterson, un escritor sueco,(Oslo-1952), que antes de dedicarse a escribir fue librero, traductor y crítico literario. En esta novela el autor nos cuenta, a través de la voz de su protagonista, Trond Sender, un hombre de sesenta y siete años, que vive aislado en una casa de un bosque, lo que le aconteció en el verano de 1948. Hay un recorrido paralelo en esta historia. Por un lado el que hace con las personas que acompañan al protagonista. Por otro, el recorrido a través de la naturaleza que le rodea, y que por las descripciones que hace, es maravillosa. Vean si no en estos extractos de la novela.
"Principios de noviembre. Son las nueve. Los paros carboneros se estrellan contra la ventana. Unas veces salen volando, aturdidos por el choque, otras caen y quedan tendidos sobre la nieve reciente, pugnando por echar a volar de nuevo. No sé qué tendré yo que quieran ellos. Miro por la ventana hacia el bosque. Una luz roja brilla sobre los árboles que bordean el lago. Empieza a correr el aire. Veo la forma del viento sobre el agua."

"Me encontraba en medio de todo. Olía a resina, me olía la ropa y me olía el cabello y por la noche, notaba que la piel me olía a resina cuando me iba a la cama. Me quedaba dormido con ese aroma y me despertaba con él y me acompañaba durante todo el día. Yo era bosque."

Pero en esta historia no todo es belleza, también hay drama, como en la vida misma. Un chaval amigo del protagonista en esos años cuarenta, deja una escopeta cargada, apoyada contra una de las paredes de su casa. Se le olvida poner el seguro y se va a sus cosas. Sus dos hermanos menores, gemelos, ven aquel arma que nunca han podido llegar a tocar, y que ahora tienen a su alcance. Uno de ellos la coge, el arma se dispara y mata a su hermano, a su igual. A partir de ahí todo cambia. El paisaje, el paisanaje, se convulsiona, parece que levemente. Como el agua de un río cuando se ve perturbada por la caída de una piedra. Ésta es una de las historias de las que el bosque que rodea a los personajes, es testigo. Pero no es la única. 
Trond hará también un recorrido por la relación que tuvo con ese padre que les abandonó. La vida puede ser dura para algunas personas, y cambiante. Como la naturaleza, que se viste de diferente manera según la estación que la visite.
Una de las cosas que averiguamos a través de la novela sobre el padre del protagonista es que es un buen lector de Dickens. Sobre este autor nos dice Trond:
"...pero cuando lees a Dickens, lees una larga balada procedente de un mundo que ha desaparecido, en la que al final todo se resuelve como una ecuación, y el equilibrio perturbado se restablece para regocijo de los dioses." 
A través de las confesiones de Trond conoceremos también sus miedos. Uno de ellos es el  de llegar a parecerse al hombre del cuadro de René Magritte. Éste cuadro:

(Imagen sacada de Internet)

"aquel que se mira  así mismo en el espejo y solamente ve su propia nuca, una y otra vez".

Confieso que yo no conocía este cuadro, pero en cuanto lo vi mencionado en la novela, lo busqué. Y desde hace unos días le estoy dando vueltas a lo que nos ha querido decir el autor de la pintura, a través de ella. 
Un hombre frente a un espejo ve su espalda, su nuca. Lo primero que me vino a la cabeza es que la imagen real no es la que está en primer plano, sino la más alejada. Pero ¿cómo hizo el autor para pintar la parte trasera? ¿con un segundo espejo, que no aparece en el cuadro? Un poco complicado.
Los tonos que ha elegido son agradables, incluso serenos. Sin embargo, hay algo que al mirar el cuadro, hace que sientas un cierto repelús. El hueco que se ve en la parte superior del cabello, no ayuda a quitar esa sensación. Es como si de esa separación del  pelo, fuera a surgir un agujero, una especie de pozo, del que no se ve el fondo. La sombra del cabello que cubre en parte el cuello, oculta también una cierta tensión, que llega hasta los hombros.
 En la repisa que sostiene el espejo, hay un libro. No he logrado leer el título, pero algo me dice que no es sugerente el tema que esconde entre sus páginas. 
La forma de vestir de ese hombre, le hace parecer uno de los personajes de las películas de Hitchkock, ¿"Vértigo", quizá?
Lo que más incomoda es no poder ver el rostro. ¿Qué expresión tendrá? ¿Y si no tuviera rostro y la parte oculta fuera igual que la de la nuca? ¡Uff, qué agobio!
En la novela, Trond que cree conocer a su padre, averiguará que también posee un rostro desconocido para él.
El título de esta novela lo da la invitación que, con esta frase, le hace el padre de Trond cada vez que quiere que vayan a pasear juntos: ¿Salimos a robar caballos?
En uno de esos paseos ecuestres, Trond se caerá del caballo. Ésto le dará pie a su padre a hablarle sobre los golpes que, a veces, puede atizarle la vida. Y le transmite un mensaje, quizá consejo, que le servirá para saber recibirlos, incluido su abandono por parte de ése que ahora le habla:
"somos nosotros quienes decidimos cuándo nos duele".

Afortunadamente también decidimos nuestras lecturas. No se pierdan esta buena novela y, si pueden, disfruten también de "Los Libros con Uasabi".


2 comentarios:

  1. Se decía de noviembre: bendito mes que comienza con los Santos y termina con San Andrés. Lo de bendito seguro que es ironía, es el mes en que la tarde se traga el sol cuando no ha hecho más que empezar. Es el otoño casi invierno y los colores bonitos toman un tono mate apagado. Más frío y más oscuridad.

    El cuadro de Magritte me encanta, tiene que ser terrible asomarte al espejo y ver sólo tu nuca, para volverse loco. Un temor justificado el del personaje de la novela que nos presentas, tiene un buen argumento, por lo que cuentas.

    Lo de Sánchez Dragó...no sé, no me gusta nada ese señor. Tal vez sean etiquetas que le han puesto y yo estoy echando mano de los prejuicios. Puede ser.

    Un abrazo,amiga caminante.

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    Respuestas
    1. Parece que tenemos telepatía, acabo de pasearme por tu entrada, bellísima.
      Noviembre es el que nos va presentando la frialdad del invierno. Todo se vuelve de un blanco mortecino. La niebla, como elemento de misterio, es la que aporta un toque diferente, sobre todo a los edificios antiguos de la ciudad.
      A mí Sánchez Dragó antaño me resultaba un poco insoportable. Ahora no sé si con la edad, la suya y la mía, le veo de otra manera. Aunque lo que de verdad me gusta del programa, además de los libros y le entrevista que cada domingo hacen a un autor, es la vidilla que dan las tres mujeres con su desparpajo a veces, y otras, con su sensibilidad. Al "jefe", no le dejan ni hablar, me encanta.
      Un abrazo grande.

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