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sábado, 24 de octubre de 2015

LAS VOCES DEL BOSQUE

Imagen sacada de Internet

"De la tierra procedemos, y en nuestro camino el rizado musgo sobrevivió a los rayos del sol, alivió nuestros labios sedientos, pues retiene la lluvia perdida. Descendientes del musgo somos, y así se llamarán nuestros hijos."

Este extracto lo he sacado del maravilloso libro que acabo de terminar, "Los Descendientes del Musgo" de Moisés Pascual Pozas. Es uno de esos libros que yo defino como "dolientes" porque  en las historias que en él nos narra su autor, hay mucho dolor, mucha miseria, mucha injusticia. Hay muchas voces acalladas, voces que se quedaron colgadas de las ramas de los árboles de los bosques que, en un principio, los protagonistas habitaron. Uno de sus descendientes, nos narra todas esas historias para que no caigan en el pozo de la indiferencia, o lo que sería peor, del olvido. Pero es que además el señor Pascual Pozas nos lo cuenta con una riqueza de vocabulario, con un tono poético, que según lo vas leyendo, no te vas dando cuenta que, precisamente por toda esa belleza en la que está envuelto, su mensaje se te queda tatuado en la mirada y en el corazón, para siempre.
El autor respeta la lengua de los protagonistas de sus historias. Una lengua que ya no se usa, pero que era rica en vocabulario y en matices. Éste es un libro para disfrutar de buena literatura, pero también para aprender. Es de esos libros para los que se necesita el diccionario cerca. Cuando acabas de leerlo, sabes más sobre la historia de los descendientes del musgo, que no es otra que nuestra propia historia y, además, tienes un vocabulario más amplio.
Es un libro para leer despacio, masticando cada palabra. Salivando cada frase. Cuando acabas una página y avanzas a la siguiente, te das cuenta  que no puedes seguir,  que tienes que volver a leer esa página porque te ha aportado tanta belleza, que no te puedes despegar de ella. Y retrocedes. Vuelves a dejar que tus ojos recorran esa frase, ese trozo de poesía doliente, sí, pero hermosa. Palabras que te hablan de muerte, pero también de vida. De injusticia pero también de esperanza. 
El paisaje es protagonista pero no el único, porque el señor Pascual Pozas da importancia a todo lo que rodea a los humanos que habitan en sus historias. Los objetos, los sonidos, tienen también su importancia. Los gestos, esos en los que, por pequeños y cotidianos, pocas miradas se detienen. La del señor Pascual Pozas sí lo hace. Vean sino en estas frases:

"Las campanadas se agarraban unas a otras en la eterna canción de la prisa. Los faroles agujereaban la oscuridad golpeando la llama en su cárcel de cristal".

"En la alcoba una vela y una mano callosa que limpia el sudor de una frente".

Hace unos días pude oír un comentario de una representante de un partido político que decía, refiriéndose a las personas que siguen buscando el lugar donde sus seres queridos fueron enterrados durante nuestra guerra civil, que no contaran con ella para abrir viejas heridas. Que era necesario olvidar lo ocurrido y mirar hacia adelante.
Hablando sobre este tema  con una amiga, se preguntaba: ¿cómo se puede abrir una herida que no ha sido previamente cerrada?  ¿A quién puede molestar saber dónde están, a los que ganaron la guerra? Porque los que la perdieron muertos están, y sus descendientes, lo único que piden es saber dónde se encuentran sus restos.
Estuvimos comentando también las declaraciones que, en ese mismo programa, hicieron algunos de los que siguen buscando los huesos de sus familiares. Una de ellas era maestra, como lo fueron sus padres, asesinados durante nuestra guerra civil. Ella también buscaba el lugar donde sus progenitores estaban enterrados. Decía que quizá ella ya no podría llegar a encontrarlo antes de morirse, máxime teniendo en cuenta todas las trabas que la estaban poniendo,  pero que mientras viviera, las voces de sus padres no iban a ser acalladas.
Nunca he entendido que se hable de la importancia de conocer toda la verdad sobre las guerras de otros países. Se escriban informes superdetallados sobre todo lo acontecido en Alemania, Francia, Polonia y un largo etcétera de países y, cuando se habla de España, se cierra la pluma, se apagan los ordenadores y chitón.
La historia de un país castrada, no es historia, es una pantomima. Es necesario dar fe de lo acontecido, enterrar como es debido a los muertos. A todos. Y entonces, sí, mirar hacia adelante, pero sin olvidar nuestro pasado para evitar caer en el mismo error. 
Para eso están los libros como el que ha escrito Moisés Pascual Pozas, para contarnos  esa parte de la historia, de nuestra historia, que con tanto celo algunos quieren mantener en la oscuridad.
Lo mismo que el musgo retiene la lluvia que en tiempos de mucho calor puede aliviar nuestra sed, nuestra memoria debería retener todo lo sucedido en el pasado, para que cuando surgieran tiempos de incertidumbre, pudiéramos alimentarnos de su conocimiento y evitar repetir sus errores.
No dejen de leer esta joya.




2 comentarios:

  1. Hace dos años estuvieron, en mi centro, dos mujeres víctimas de la desmemoria histórica. Personas que tuvieron que luchar para poder sacar a sus familiares de las fosas donde ignominiosamente los enterraron. El relato de aquellas dos mujeres nos hizo llorar a muchos de los que estábamos allí escuchándolas. Una de ellas fue arrancada de los brazos de su madre, en el mismo camión donde la llevaban a la muerte. Voces acalladas, como dices.
    Un libro emotivo, sin duda.
    Un abrazo,amiga caminante.

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    1. Con lo fácil que sería hacer las cosas bien y evitar alargar sufrimientos y angustias. Es una cuestión de respeto al otro. Tan simple como eso. Que en los colegios e institutos se hable de este tema con naturalidad. No es justo que a las nuevas generaciones se les transmita la historia amputada. Es como si a un niño se le dijera que la tabla de multiplicar del 9, sólo llega hasta el 5. Cuando salga al mundo y se encuentre con que tiene que saber el resultado de 9x7, ¿cómo lo va a solucionar? Absurdo ¿verdad?
      Este libro deberían leerlo profesores y alumnos, y desmenuzarlo en debates y comentarios. Si puedes, no te lo pierdas.
      Un abrazo grande.

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