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martes, 23 de junio de 2015

UNA PASEO MÁGICO

Nada más pasar el Arco de Santamaría giro hacia la izquierda, y comienzo a andar sin rumbo fijo. Una hilera de árboles me hace sentir que voy acompañada. Avanzo por la calle de la Audiencia. Siempre que paso por ahí me quedo mirando las bonitas fachadas de los edificios. Cómo cambian según la estación del año. En verano sus colores claros relucen con la luz del sol pero, confieso, que a mí me gustan, incluso más, los días de lluvia. El cielo nublado les da un toque de misterio. Uno de los bloques de viviendas tiene, en la última planta, unas ventanas con forma de pequeños arcos. Cuando alguna tarde a hora ya avanzada, he pasado por ahí,  he descubierto que una luz de cálido color amarillo, salía por una de ellas. No sé por qué pero siempre que he visto esa luz, me he imaginado que tras la ventana podía haber alguien escribiendo un poema, o quizá una carta de amor. Inclinado sobre una mesa de madera noble. Los dedos manchados de la tinta de una vieja pluma, y en sus labios una sonrisa que el recuerdo del rostro de la persona amada,  ha dibujado en ellos.
Sigo avanzando y me encuentro con el Colegio Niño Jesús. Su fachada de ladrillo, su puerta de hierro desde cuya parte superior, varios pequeños dragones custodian la entrada, me transladan a otros tiempos. No hay día que no mire hacia uno de sus ventanales. Mi imaginación echa a volar, y me da por pensar que en cualquier momento puedo llegar a ver, tras uno de sus cristales, la figura de Jane Eyre.
Desde luego esa imagen no desentonaría nada en ese edificio -pienso.
Sigo avanzando sin poder evitar echar una mirada hacia atrás, por si acaso. Cuando llego al Paseo de la Isla, me detengo. Me gusta contemplarlo durante un rato. Un montículo de flores de colores parece querer captar toda mi atención, pero mis ojos se detienen en él sólo unos segundos. Después vuelven hacia el horizonte bordeado de árboles.
Decido ir por el lado derecho del Paseo, mi preferido. Enseguida me encuentro con un árbol que, desde que descubrí qué arbol era, no puedo dejar de visitar. Es el árbol del Amor como un cartelito que había cerca de sus raíces, indicaba. Y digo "había" porque ahora descubro que alguien ha arrancado el letrero donde ponía su nombre. ¿A quién puede molestar la palabra Amor? Cerca de él está el busto de Cervantes, ¡Ay, si los bustos hablaran!
Pocos pasos más allá se haya un arco de piedra. Su piedra sí me habla. Me trae voces de hace muchos años. Las voces de unas adolescentes que, entre risas, juegan a adivinar lo que les puede deparar el futuro en tema de amoríos.


Me han contado -dice la más alta de pelo liso y negro, tan negro como sus ojos-, que si pasas dos veces bajo ese arco, te casas.
¿Y si no lo haces? -pregunta la de melena rubia y ojos de azul-mar.
Pues te quedas, como diría mi abuela, para vestir santos -contesta la primera.
Pues yo no pienso pasar -interviene una tercera, de pelo corto y rizado.
¿Por qué?-preguntan las otras dos a coro.
Porque quiero ser una mujer independiente.Como Mary Jo -recalca mientras abre de par en par, sus ojos castaños.
Desde que has leído "Mujercitas", no hay quien te aguante -se burla la joven de ojos azules-. Además, por si no lo recuerdas, Mary Jo acaba casándose con el profesor alemán.
-Pues yo he decidido que no me voy a casar -insiste la más rebelde.
Entonces las otras dos intentan tirar de ella, cada una por un brazo, para obligarla a pasar por debajo del arco. Pero la de pelo rizado consigue escapar de entre sus "garras" y echa a correr, perseguida por las otras dos.
El eco de sus risas me acompaña, hasta que el sonido del agua de la fuente de la Sirenita, consigue apagarlo. Allí me detengo a contemplar su belleza.






 Me quedaría horas contemplándola. ¡Es tan bonita! Llevo años esperando a que la mariposa que la sirena intenta alcanzar con su mano, alce el vuelo. Pero ha decidido quedarse inpertérrita, como si fuera de mármol. No cejo en mi empeño, algún día la pillaré.

Miro el reloj y me doy cuenta que se me ha hecho un poco tarde. Me despido de la sirena con una sonrisa.
No la dejes escapar -la susurro en un tono de complicidad.
Vuelvo sobre mis pasos. Atrás queda la fuente con su música fresca y cristalina. Atrás queda el arco cuyas piedras fueron testigo de las ilusiones de un trío de jovencitas.
Paso, ya casi corriendo, el colegio de aspecto victoriano.
Alzo una última vez mi mirada para ver si desde alguna de las pequeñas ventanas con forma de arco, brota un rayo de cálida luz que me dé la pista de que tras ella, puede estar latiendo un corazón de poeta.
Regreso al mundanal ruido, pero ya nada es lo mismo porque llevo conmigo toda la magia de ese paseo.






Las imágenes incluidas en esta entrada, las he sacado de Internet.



4 comentarios:

  1. Recorro tu paseo mágico casi todos los días. Me detengo a contemplar el deterioro del arco romanico, el arco iris de la sirena de la mariposa, el agua cantarina de la fuente colonial, los lirios amarillos de la orilla del río,los árboles que se desmayan. Y a la vuelta el colegio victoriano, ñas damas negras decíamos.
    Todo tiene la vida que le queremos dar, no hay paseo de la Isla, hay miles de paseos, uno para cada paseante.

    Besos, amiga caminante.

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    1. Tienes razón, cada cual vive un mismo recorrido de forma diferente. Yo he querido compartir la belleza que descubro en los edificios, monumentos y naturaleza que descubro en esa zona cada vez que la visito.
      Al leer tu comentario me he despistado un poco, ¿ el de las Damas Negras no es el colegio que está antes de la gasolinera de La Castellana? Lo digo porque el que yo menciono está justo al otro lado.
      Un abrazo, compañera de paseos.

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  2. Ayer pensé en tu paseo mágico en la Isla, Vi a Jo March y a Jane Eyre entrando en el edificio con pinta victoriana. Yo también quise ser Jo cuando tenía la edad, ahora soy mamá March. Las Damas Negras eran las del Niño Jesús, ese colegio que ahora tiene un edificio nuevo en Parralillos, Se las llamaba popularmente así. Busco información:
    http://www.niñojesusburgos.es/colegio/historia-del-colegio
    El otro colegio, el cercano a la gasolinera, es el de las Esclavas, hoy Campo Lara. También tiene aspecto victoriano, creo que más que el otro, más austero, más Jane Eyre. No lo incluyo en mi paseo mágico porque está al otro lado y no suelo ir por ahí.
    Un placer entrar en tu paseo.
    Besos, amiga caminante.

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    1. Según van pasando los años vamos cambiando de lecturas y personajes. Con ellos nosostras también vamos madurando. Es el recorrido del camino de la vida. Un camino que con buena literatura, se hace menos duro.
      Un abrazo.

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