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lunes, 18 de julio de 2016

EL LUDÓPATA DE ALMAS AJENAS

Imagen sacada de Internet


Empezó a trabajar, como casi todos los de su generación, siendo apenas un chaval de catorce años. Su desparpajo al hablar, su habilidad para llevarse a la gente al huerto, hacían de su imagen la de un hombre que sabía mucho de todo, aunque la realidad es que sabía bastante poco de casi nada. Fue creciendo como las palomitas en un estómago lleno de coca-cola. Mucho volumen por fuera, sólo aire por dentro. 
Llegaron los años de ligar con las chicas y aunque hubo una que le gustó particularmente, al final fue otra con la que se casó. 
Quería ser un hombre de éxito, esa fue su meta desde el principio, costara lo que costara. Fue medrando a la par que crecía su gula por el buen vivir. ¿Por qué iba a conformarse con ser un simple empleadillo, si podía llegar a ser el dueño de su propia empresa? Para eso hacía falta dinero. Se asoció con alguien que, aunque podía tener como él, el éxito como meta, prefería conseguirlo de una manera más tranquila. Eso le convirtió en el socio perfecto. Mientras que su socio caminaba con pausa, el se encargó de dar largas zancadas. 
Cambió de casa, un hombre de éxito debía tener una gran y buena casa. ¿Y por qué -pensó-, se iba a conformar con una sola, si podía tener dos?. Llegó entonces el apartamento en Torrevieja. Nuevo ambiente, nuevas rostros que había que atraer hacia el suyo para convertirlo en el centro de atención.
Su empresa iba bien, así que pensó que coger un poco de aquí y otro poco de allá, no tendría importancia. Él era quien más trabajaba y quien mejor lo hacía, ni su socio ni su secretaria,  podían eclipsarle. Él era un dios. Un dios griego, y ya se sabe que todo dios griego debe tener sus vicios, tan grandes como él mismo. Y así empezó todo. Un buen día se vio sólo como casi siempre estaba, pero aquel preciso día, la soledad era más punzante.Tenía un rato libre, por fin, sólo para él. Podía haber ido a buscar un libro, o a coger una cerveza más fresca. Decidió que éso era precisamente lo que necesitaba. Una bebida fresca, y allá que se fue a buscarla. Fue entonces cuando se percató de Nelly. Gordota, grande, llena de luces que atraían su atención. Una música le anunció que Nelly quería jugar con él, y ya se sabe que ningún hombre de mundo, rechazaría jugar con una dama solitaria y solícita. Buscó un euro en el bolsillo, y se la introdujo a Nelly por una ranura estrecha. A Nelly le gustaba tragar euros, eso se notaba a leguas. Cuando notó la moneda entre su pequeña ranura, Nelly sacó sus colores de gala y su música rechispeante. Empezó a disparar figuras de diferentes formas y colores, hasta que de repente, se produjo el milagro, una hilera de figuras del mismo color se paró en seco, y un montón de monedas salió por otra ranura más grande. ¡Había vuelto a ganar! Él siempre ganaba en todo. ¡Menudo era él!
No tuvo que esperar mucho tiempo para que el reconcome le advirtiera que estaba necesitando otra visita a su queridísima Nelly, y así empezó todo. Cuanto más se alejaban los suyos,  sus hijos hacia la adolescencia, su mujer hacia las rebajas de las distintas temporadas, él se acercaba cada vez más a Nelly. Se convirtió en una especie de amante metalizada. Y lo bueno es que había réplicas de ella en cualquier parte. Por fin encontró a alguien que le iba a hacer compañía siempre.
Según los expertos, los vicios engordan y cuando lo hacen, es cuando más necesitan alimentarse. Nelly era una caníval. Cada vez exigía más monedas a cambio de menos premios. Eso no importaba, él era capaz de encontrar lo que Nelly necesitara. Eso no le liberó de estar pendiente de la familia, de sus necesidades. otras que, como las de Nelly, parecían ser insaciables. y cada vez más numerosas. Nelly y él llegaron a ser inseparables. Cada vez necesitaba más tiempo para ella, y también más dinero. Suyo o ajeno, ¿acaso Nelly iba a hacer ascos de éste último? Pues claro que no, ella se lo comía todo. Literalmente todo. El que fuera empresario de éxito sólo tenía que cerrar los ojos, no pensar en el trabajo y meter una tras otra, las monedas que tenía para ese día. Quise decir, mañana. Porque una de las cosas que le pasó a lo largo de sus partidas, era que las monedas parecían achicarse. Empezaron a desaparecer cada día antes. No importaba, él siempre encontraba ***cash donde fuera. Cerraba los ojos y, ¡a jugar ...!
* porque con los ojos cerrados se va a todas las orillas,
pero siempre se está en el mismo punto con el destino en el alma
hecho un precipicio.
No había máquina que se le resistiera, ni moneda que le durara. Fue entonces cuando el negocio empezó a bajar. No había tantas ventas por lo que, era más difícil "trincar". Pero aún así él era lo suficientemente profesional para hacerlo sin que se notara. Mente ágil, manos rápidas, bolsillos sin fondo, ¿qué más iba a necesitar? Sólo el dinero que estaba esperando a que alguien hábil como él , lo cogiera. Y vaya si lo cogió. Fue tan obvio que hasta los que le rodeaban en el trabajo se dieron cuenta. De uno de ellos se encargó una enfermedad, de la otra, se encargaría él, personalmente. Una mujer sola, sin ambiciones. Era el chivo expiatorio perfecto, así que preparó sus incisivos y fue a por ella, a muerte. Que ella cometía un error en el trabajo, él se encargaba de anunciarlo a los cuatro vientos para que todo el mundo supiera de su incapacidad para el trabajo que debía realizar. Empezó hablando de sus torpezas y acabó acusándola de errores intencionados. Después de todo, es tan fácil destruir la reputación de alguien. Se deja caer un poco de mierda aquí, otro poco allá, y listo. Lo malo es que quien a veces parece débil no lo es tanto, y su secretaria parecía ser de las que caían con la dignidad intacta, y esa mirada acusadora que a veces le lanzaba y que tanto le molestaba, ¿quién se creía esa pobre mujer que era? Y esa mirada acusadora que a veces le lanzaba y que tanto le molestaba... No importaba que él intentara ahogarla en el lodazal una y otra vez, ella no bajaba la mirada.
** Acudo al abismo, con las manos a la espalda y la cabeza gacha, pero hay un momento en el que todo se acalla dentro: es el momento de la mirada.

El final de esta historia aún no se sabe. El ludópata sigue en sus trece de destrozar todo y a todos los que se le pongan por medio. Su vicio está por encima de cualquier otra valoración. Y ahí sigue, sólo, con la mirada de lobo hambriento de dinero. Cada vez más adicto, cada vez más vacío. Ahora es un tigre que ha encontrado un ratón al que aún no puede matar, pues entonces no le serviría de juguete. Y él, como el ludópata que es, necesita jugar. Lo necesita para disimular la mierda en la que ha convertido su vida. Lo necesita para rellenar el chupado rostro de su soledad. Lo necesita como toldo que tape el vagón lleno de frustraciones que lleva atado a su espalda, como una bola de presidiario. En el juego todo vale.






*sacado de "Carta a Don Álvaro de Campos" del libro "Entrada para la Vida" de Fermín Heredero Salinero.
**Sacado de "Echo Al Fuego Los Restos Del Naufragio" de Pedro Ojeda Escudero.



***dinero en efectivo.

5 comentarios:

  1. Gracias por tus palabras perdurables, por su sinceridad y personalidad. Gracias por la belleza de cada frase, simplemente llenas de tus palabras, porque con ellas tú conviertes sal, hombre y mundo en cielo en remolino. Huelen tan bien tus palabras.
    Me alegro de coincidir en gran parte con tu visión de la vida.

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    1. Hay veces que se escribe con las vísceras, y es cuando aparece el remolino que mencionas, de éso sabes tú bastante. En "Entrada para la vida" hay mucho de contemplación interna, de vez en cuando lo recupero.Lo abra por donde lo abra, siempre acierto.
      Gracias por tu visita, Fermín.

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  2. Me dan miedo esas máquinas de frutitas y luces. Y pánico cuando soy espectadora cuando tiene una víctima entre sus garras. Y no sólo la que se ve, la que introduce o recoge monedas...Hay familias que pagan el pato de la voracidad de las Nellies. Dicen que el jugador tiene todos los vicios, además del juego...Un relato muy humano el tuyo, tanto que hasta la máquina parece una persona...
    Un abrazo amiga caminante.

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    1. El protagonista de esta historia es un hombre con una ambición sin límites. Tiene hambre de dinero, gula. Y eso le lleva a no respetar a nadie ni a nada.
      Un abrazo, compañera de paseos.

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