Mi lista de blogs

sábado, 18 de abril de 2015

EL CIRCULO DE LA VIDA

Tiendas Indias
(Imagen sacada de Internet)



Hay libros que se te quedan grabados en un rincón de la memoria y sólo hace falta una escena cotidiana a modo de resorte, para que las imágenes que aquella lectura te crearon en la mente, empiecen a dar vueltas en tu cabeza, junto con las palabras que esas escenas crearon. Eso me ha pasado con el libro que quiero comentar hoy, y que leí hace un tiempo: "La Casa Redonda" de Louise Erdrich. Este es un libro que siempre que alguien me ha pedido títulos de novelas que me habían parecido buenas, lo he dado.
La historia se sitúa en el año 1988, los protagonistas son los miembros de una familia de indios ojibwe que vive en  una reserva, en Dakota del Norte. La familia la forman Geraldine Coutts, la madre, Bazil, el padre, y su hijo de trece años, Joe. Todo el tranquilo transcurrir de sus días se rompe cuando la madre sufre una brutal violación. A raíz de este hecho cada uno de los protagonistas tomará una posición. Se da la circunstancia de que el padre es juez. Él conoce bien las leyes y sabe que hay que respetarlas, incluso en circunstancias límite como la que le ha tocado vivir. Sabe que para hacer realmente justicia hay que investigar bien los hechos. Eso lleva su tiempo. Esta postura le hará chocar con las ideas de su hijo Joe, quien se siente frustrado con la investigacion oficial, y decide buscar  por su cuenta la verdad con la ayuda de sus amigos Angus, Cappy y Zack. Mientras, la madre que ha quedado traumatizada, se niega a revivir lo ocurrido, encerrándose cada vez más en sí misma. Lo que no ayuda a la investigación.
Los indios creen que la vida del ser humano es circular, que empieza en un punto y al final, se vuelve a ese punto despues de haber hecho un recorrido en forma de círculo. Todo acaba donde ha empezado. La casa redonda que da título a esta magnífica novela tiene aquí un doble significado. Por un lado se refiere a un espacio sagrado y de culto para los nativos de la reserva. Por otro, es utilizado como metáfora de la vida.
El doloroso ataque sufrido por la madre pondrá a prueba todos los valores que, como juez, ha defendido siempre el cabeza de familia. A Joe, el hijo, le hará madurar. Al final, todo encajará perfectamente, se cerrará el círculo de la investigación, pero ya nada ni nadie será igual.
Comentando esta novela con una librera, coincidimos en el acierto que ha tenido la autora de la misma a la hora tanto de dibujar los personajes, como alguna de las escenas. En el caso concreto de Bazil, el padre, apenas lo describe físicamente. Tan sólo lo hace con unos trazos en forma de palabras a la hora de dar su opinión sobre lo que está ocurriendo, sin embargo, puedes verlo perfectamente. La señora Erdrich ha tenido un gesto de respeto hacia los lectores porque no nos da las cosas mascadas, deja que sea el propio lector quien vaya perfilando a este y otros personajes. Da por hecho que el lector va a ser lo suficientemente inteligente como para ir sacando sus propios perfiles, sus propias conclusiones. Y eso es muy de agradecer. No me extraña que ganara el premio National Book Award 2012.
Una de las cosas que ha intentado conseguir la autora de esta novela es llamar la atención sobre los crímenes cometidos contra los indios que viven en reservas, y sobre el hecho de que la mayoría de ellos quedan impunes, sin castigo. Uno de los más comunes según comentaba en una entrevista la señora Erdrich, (también lo explica al final del libro), es el de violación de mujeres indias. Después de investigar los ataques sexuales sufridos por estas mujeres, se llegó a la conclusión de que la mayoría de ellos, habían sido cometidos por hombres que no era indios. Ésta no es una historia de hace siglos, sigue siendo, por desgracia, de plena actualidad.

Esta novela, como he dicho al principio, es de esas novelas que te hacen reflexionar sobre la vida, sobre nuestra existencia. Siempre me he sentido cercana a la filosofía de los indios. También creo que la vida puede ser circular, que volvemos al punto de partida una vez que hemos andado el camino que nos tocaba. Todo esto me vino a la memoria cuando mi padre estaba ya muy enfermo, en el hospital. Un día me fijé en la postura que tomaba para acostarse en la cama. Se encogió en sí mismo, como un feto. Como si buscara su posición inicial. El lugar donde todo empezó. Al día siguiente murió.

Las buenas novelas, las historias bien contadas como ésta, se te quedan tatuadas en el alma. Y cuando la vida te pone ante pruebas duras, sus palabras, sus enseñanzas, te sirven para mirar la realidad de frente. La lectura nos hace más fuertes y, quizás, un poco más sabios, porque al mostrarnos el dolor ajeno, nos prepara para el propio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario