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martes, 21 de abril de 2015

BUSCANDO EL MAR EN BURGOS

Messi acaba de meter un gol en este martes de fútbol. Aprovecho para escabullirme y empezar esta entrada. Soy una profesional de la "escapada". Dejo atrás el bullicio y comienzo a escribir. Hoy quiero hablar sobre la belleza expresada en pinceladas, en colores que explotan entre recovecos de antiguos, muy antiguos monumentos.
El pasado sábado dejé atrás cazuelas, plancha, y demás artilugios y, me escapé, (ya he dicho que soy una profesional en eso), para ver la exposición que desde el día 17 de este mes hasta el 12 del próximo, está en el Arco de Santa María. Son los cuadros de Niña Vero. Nada más entrar me encuentro con un paisaje marino que me hace trasladarme a un lugar lleno de silencio y luz. Voy recorriendo tranquilamente la planta baja. Me encuentro con una catedral totalmente desconocida. Maravillosa. De ella parecen brotar pétalos de flores multicolores, que se hubieran desprendido para salpicar el paisaje nevado que rodea al enorme edificio. Hay varios cuadros con la catedral como protagonista. Mis ojos se dirigen hacia sus colores; amarillos vivos, rosas, rojos, azules.
Según avanzo, me encuentro con el templete del paseo de El Espolón, también cubierto de nieve. La zona ajardinada que le rodea tiene una perspectiva diferente a la que suelo encontrar cuando paso por ahí. Parece como si setos y árboles estuvieran de fiesta ante tanta luz.
Subo a la primera planta. Me recibe un simpático elefante rosa. Sigo recorriendo la pared. Mis ojos se quedan clavados en una pintura con la palabra "yellow", que parece estar dando título al cuadro en el que predomina ese color. Cerca de ese espacio de amarillo, hay un niño sentado sobre un noray "abrazado" por una gruesa cuerda, a la que está amarrado un barco grande. El niño mira hacia un punto que sólo él puede ver. Uno de sus brazos luce piel morena por el sol. El otro está vacío de color. Quizás la pintora quiere dar un toque de contraste. Me quedo un rato mirándolo. Tal vez de un momento a otro el niño se levante y me salude.
Sigo avanzando. Entonces descubro una playa maravillosa. El cielo en pleno amanecer, cubierto de un precioso tono rosado-malva. Es el amanecer en África.
Más adelante una mujer de raza negra, con su pelo lleno de pequeñas trenzas, descansa su cabeza sobre una almohada. A su lado, un bebé de piel blanca y enormes ojos azules. La artista vuelve a mostrarnos su tendencia a los contrastes. No puedo dejar de mirar tanta belleza.
Niña Vero se me acerca, nos miramos y nos reconocemos de otra ocasión en la que coincidimos, y de la que di cuenta en otra entrada. Me saluda con dos besos.
Bienvenida -me dice con su cálida voz de niña.
Al acercarse percibo en su pequeño cuerpo una especie de energía, de  nervio. Ahí dentro hay mucha vida, pienso.
Qué cosas más bonitas haces -le digo.
Cuando me va a contestar, una pareja solicita su atención. Empiezan a hablar los tres, yo me alejo y sigo mi recorrido.
Al final me doy de frente con una pared llena de pájaros que parecen pintados con plumilla. La exposición se ha terminado, y a mí me ha sabido a poco. Vuelvo sobre mis pasos y me detengo, otra vez, en los cuadros que más me han gustado.
Al bajar a la planta inferior, la vuelvo a recorrer. Entonces descubro algo que en un principio no había visto. Un trineo descansa sobre uno de los tejadillos salientes de la catedral ¿será imaginación mía?
Voy hacia la salida con una sonrisa en mis labios y mucha paz en mi corazón.
En la mesa donde está el vigilante, veo unos cuantos folletos de la exposición. Me cojo uno. Ya en la calle, empiezo a leerlo. En sólo dos páginas Niña Vero explica el significado de su nombre y apellidos. Nos da trazos de su vida. Nos habla de los lugares que ha conocido, de sus inquietudes de artista. Al final dice, y copio textualmente del mencionado folleto:
Hoy os muestro un poquito de mi Yo. Tenues esperanzas y respuesta a los instintos. Espacios idealizados donde fortalecer los sueños y utopías de quienes compartimos este nuestro frágil planeta.
Gracias por Ser parte de mi imaginario real y figurado.

Gracias a tí Niña Vero, por compartir esa belleza que eres capaz de crear. Gracias por traernos el bello mar al centro de Burgos.



 
"Fotografía de una playa en Zanzíbar"
(Imagen sacada de Internet)

5 comentarios:

  1. Me voy en busca del mar, dices que en el Arco de Santa María. Me bañaré en los colores de Niña Vera. Huiré de los artilugios, yo también.

    Un abrazo, amiga caminante-

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  2. Me ha gustado como le ha "sacado" los colores a la catedral. Es una exposición que recomiendo. Si te quedas mirando los cuadros de los paisajes marinos, parece que hasta se puede oir el ruido de las olas. Sales completamente relajada.
    Un abrazo compañera de caminos.

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  3. Hace un año visité esa hermosa ciudad, quedé prendado de ella sin necesidad de ver el mar, aproveché y entre otras cosas visité el magnífico museo que ahí teneis y ya de paso esa zona donde aparecieron nuestros primeros padres Atapuerca.

    Un saludo y gracias por asomarte por mi blog

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  4. Hace un año visité esa hermosa ciudad, quedé prendado de ella sin necesidad de ver el mar, aproveché y entre otras cosas visité el magnífico museo que ahí teneis y ya de paso esa zona donde aparecieron nuestros primeros padres Atapuerca.

    Un saludo y gracias por asomarte por mi blog

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  5. La verdad es que ahora la ciudad va ofreciendo cada vez más ofertas culturales, a parte de toda la historia que tiene.
    Yo sí extraño el mar. Por eso cuando encuentro a alguien que lo pinta tan bien como Niña Vero, no lo dudo, y me voy a verlo.
    Gracias por tu visita y saludos.

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