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jueves, 17 de noviembre de 2016

A C O S O


"Every man is sorrounded by a neighbourhood of voluntary spies" (Jane Austen)
"Todo hombre está rodeado por una vecindad de espías voluntarios"

Esta frase me la envió hace un tiempo una buena amiga sabiéndome admiradora de la historias de Jane Austen. Esta escritora plasmó con una finura e ironía especiales todas las pequeñas y grandes miserias de la condición humana. En los tiempos en que acontecían sus relatos no existían los medios mecánicos ni electrónicos que ahora tenemos, lo que no era impedimento para que las noticias "volasen". Que había que caminar varios Kilómetros para saber de alguien y otros tantos varios kilómetros para extender éso que se acababa de averiguar, ¿y a quién le podía importar? El esfuerzo merecía la pena a cambio de ser el centro de admiración del resto de vecinos que no tenían la exclusiva. 
No hay comunidad que se precie que no tenga uno o varios cotillas en su epicentro.

Fotograma de la serie "Crandford"
(Imagen sacada de Internet)

Recuerdo que me contaban no hace mucho la historia de una de esas cotillas de comunidad de vecinos que controlaba todo movimiento de dicha comunidad, y luego pasaba a relatarlo con pelos y señales a quien tuviera a bien escucharla. Era como tener en continuo funcionamiento las noticias de Radio Nacional. Pobre del que cayera dentro del territorio de su mirada controladora. Ése ya no volvería a ser el mismo ante los ojos del resto de vecinos. Cada vez que lo mirasen, sería como si le vieran en paños menores.
La susodicha señora se cambió de casa a otra más nueva que tenía, entre otras ventajas, ascensor. Ni que decir tiene el alivio que sintieron el resto de vecinos ante semejante buena noticia. Alivio que duró lo que el agua en una cesta pues cuando la buena mujer se enteró que en su nueva comunidad había más de cien vecinos, casi le da un soponcio. ¿Cómo iba ella a controlar a tanta gente? y  siendo así, ¿cómo podría seguir viviendo en paz, sabiendo que una gran parte de esa vecindad se escapaba de su ojo avizor? No lo dudó y volvió a su antigua casa. Ahora ella es feliz aunque sufra de los huesos y tenga que subir y bajar las escaleras a pie. No hay mal que por bien no venga, pues aprovechando las paradas que su estado de saludo le obliga a hacer, se "acerca"  a cualquiera de las puertas de esa planta, más que nada por comprobar si hay vida detrás de ella.
El personaje del cotilla puede resultar hasta gracioso. Lo malo es cuando el cotilla se "profesionaliza". Eso sucede en el momento en que ese deseo de meterse en una vida ajena, se convierte en obsesión. Y si se da un paso más y con la  obsesión por saber de la vida de otros sin ponerse límites, incluso se llega a invadir su privacidad, entonces de lo que estamos hablando es de acoso.
Con las nuevas tecnologías el acosador lo tiene muy fácil. Se puede empezar por hacer una foto con el móvil. Y a poder ser haciéndose ver por la persona elegida, por aquello de irle metiendo la duda y luego el miedo. Se pueden grabar sus conversaciones. Es tan fácil hacerse con una vida ajena. Sólo es cuestión de observar. 
No hace mucho una bibliotecaria me decía: Por los libros que escoge una persona en la biblioteca, se puede saber mucho acerca de ella. 
Se observa lo que lee, ve, escucha, bebe, come. Con quién va o viene, cómo viste, dónde compra. Somos animales de costumbre así que es sólo cuestión de esperar en algún punto en mitad del recorrido diario de la persona elegida, y ya está. 
La diferencia entre el cotilla y el acosador es que el primero intenta hacerse invisible, el segundo no. Una de las metas del acosador es ésa precisamente, la de hacerse ver para meter el miedo en el cuerpo a su víctima. Ese miedo hará el resto del trabajo, consiguiendo que cambie de costumbres, de vida, hasta desequilibrarla. Un acosador no tiene por qué ser alguien desagradable. Se puede acosar con una sonrisa en la boca. Hace un tiempo me contaron de uno de esos tipejos que se dedicaba a acosar a uno de sus vecinos y luego se dirigió a este último todo amable, para darle el pésame por la reciente muerte de su padre. Ya ven. Y aunque se emplee el género masculino singular para definirlo, no se equivoquen, también hay féminas y plurales en ésto de acosar. Ellas suelen ser incluso más agresivas.
Un acosador puede ser un marido, (las personas amantes del cine clásico recordarán "Luz de Gas" protagonizada por Ingrid Bergman, quienes no la conozcan, no se la pierdan), un jefe, un vecino. Cualquiera que tenga capacidad de tener más de una cara. El acoso se puede utilizar incluso como herramienta de trabajo en algunas profesiones. Es ilegal, pero ¿por qué iba a importarles?
El acoso tiene algo de psicología (psyque = alma) (logía = conocimiento de). 
Si tienes conocimiento sobre el alma de otra persona, ¿no la tienes bajo tu poder?

No quisiera dejarles con el miedo en el cuerpo, y con mi costumbre de mencionar, siempre que puedo, alguna lectura en mis entradas, hoy les traigo un libro de Roald Dahl. Ésta es una historia para adultos. Su título: "El Librero". El ejemplar que hace unos días tomé prestado de la biblioteca es de la editorial Nórdica. Está bellamente ilustrado por  Xesús Fraga.
Los relatos del señor Dahl suelen estar impregnados de ironía y un fino tono agri-dulce a la hora de plasmar las miserias humanas. En este libro se nos relata la historia de una pareja formada por el señor William Buggage, dueño de una librería de  libros raros y su secretaria-amante la señorita Tottle.
A diferencia de la mayoría de libreros, al señor Buggage no le importan demasiado los libros, sino el dinero que puede conseguir con ellos. Es más un especulador que otra cosa. Si fuera un verdadero librero tendría también algo de psicólogo, y conocería mejor a su clientes. Es esa falta de interés por los lectores, lo que le hará caer en un enorme error.
No se lo pierdan.





6 comentarios:

  1. ES cierto. Estamos aún en las primeras fases del uso de estas tecnologías. Esperemos que poco a poco estos acosos que facilitan se puedan evitar.

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    1. Las tecnologías nos ofrecen un abanico de posibilidades. Son herramientas que depende de quien las use, pueden hacer bien o todo lo contrario.
      Saludos.

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  2. El cotilla tiene déficit de vida propia y vampiriza la de los demás. El acosador va más lejos, las nuevas tecnologías son un banquete para él. Luchemos para que se queden en ayunas.
    Besos, amiga caminante.

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  3. El librero de Roald Dahl, lo tuve en mis manos y lo ojee largo rato, pero no me hizo "tilín". Quizá para otro momento.
    Me ha sorprendido ver esta entrada...en la última mía también hablo del acoso, pero desde otro punto de vista muy diferente.
    Los acosadores de los hablas, están en cualquier lugar...incluso los vecinos pueden ser esos cotillas "del visillo" que te vigilan cuando menos lo imaginas. No obstante, no hay nada mejor para un cotilla que no darle nada que observar. El aburrimiento pasa factura y terminan por no hacer nada.
    Si te refieres a la pedofilia la cosa cambia...Confiemos en que el mundo avance poco a poco por ofrecer mejoras en la vida humana...aunque sean pequeños destellos. En lo pequeño se ve lo importante.
    Un abrazo

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    1. Acabo de pasar por tu blog, y a mí también me ha sorprendido la coincidencia.
      A lo que me refiero es al poder de extorsionar una vida que puede tener una persona que hace mal uso de la tecnología.
      En cuanto al libro de Roald Dahl, le pondría un pero, el final es un tanto previsible. Pero la historia tiene su miga.
      Un abrazo.

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