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martes, 6 de septiembre de 2016

SEPTIEMBRE Y SU RENTRÉE

Septiembre ha comenzado sus pasos. Es el primer mes de una serie de meses que contienen la "r". Dicen que estos meses son los mejores para el marisco. 
Se hace extraño volver a la rutina con treinta y tantos grados de calor. Aunque quizá la rutina no lo sea tanto. Todo está por ver, por estrenar. 
De estos días de calor lo mejor son las noches, que cada vez llegan un poco antes. Cuando me asomo al balcón descubro otros balcones, otras ventanas abiertas. Al fondo, en alguna de ellas, brilla la luz cálida de alguna pequeña lámpara. Todo se aquieta. Toma otro ritmo. Se agradece esa brisilla de aire que viene a rozarte, aliviando temperaturas extremas que parecen haberse adherido a la piel, como una pegatina. De vez en cuando el ladrido de un perro. A veces el canto de un grillo. Ese aire del que hablaba antes es como una cinta transportadora que te trae sonidos, voces, olores. Las plantas, la hierba, algunas hojas de los árboles huelen más intensamente cuando el sol se ha apagado. Su color toma más cuerpo y se diría que  de esa fuerza es de donde emana la intensidad de su aroma.
Agosto ha sido un tanto atípico, tanto, que ni siquiera he leído algún título nuevo. He vuelto a alguno de los ya leídos.
Me he estado paseando por alguno de los blogs  a los que soy asidua. He descubierto otros veranos y algún que otro libro cuyo título me ha llamado la atención, y que he apuntado en uno de los muchos papeles que siempre suelo tener cerca para anotar los nuevos descubrimientos literarios. Incluso esta buena manía de anotar posibles joyas por descubrir, la había dejado aparcada. 
Septiembre ya está aquí, de nuevo.
He estado ojeando un libro que me regalaron hace un tiempo. Es de esos libros que contienen poco texto, aunque muy acertado, y una amplia gama de preciosas fotografías, su título: "Las Casas Románticas de Inglaterra", de Barbara y René Stoeltie. En él aparecen varias de las más bellas casas, incluso mansiones. Sin embargo, a mí me ha llamado la atención una pequeña casa por varios motivos. Su nombre, su peculiar estructura, así como por la historia de sus dueños. La casa se denomina the crooked house. Sus orígenes datan de la Edad Media. Siento no poder incluir ninguna fotografía de su exterior. Intentaré describrírsela de la mejor manera posible para que puedan hacerse una idea.
La casa chueca, que sería la traducción en español, es una casa que "corona la cima de una verde colina en Knhighton". Es una casa que por su techo inclinado, su fachada torcida y sus ventanas ladeadas parece necesitar urgentemente una renovación. Está dividida en tres partes. La fachada de la parte principal es de un color rojo intenso, que contrasta con el verde que le rodea. Otra parte, ésta más baja, tiene la fachada pintada de blanco. Y por último la tercera parte, de la misma altura que la anterior, tiene cubierta la fachada de madera. 
El acceso hasta ella tampoco es fácil, sólo a través de caminos cenagosos. Y ustedes se preguntarán ¿qué  atractivo puede tener  esta casa? Dejénme que siga con su historia, que no es otra que la de sus propietarios: Tia y Mark Swan. Ella era maestra, él se dedica profesionalmente a la restauración de casas antiguas. 
Según cuenta Tia lo que le llamó la atención de la casa la primera vez que se acercó a curiosear a través de una de sus torcidas ventanas, fue la luz. La luz que atrapó a Tia fue ésta:

Imagen sacada de Internet


¿Nunca les ha ocurrido contemplar una estancia y sentir que ése lugar era un lugar reservado para ustedes?Como si les perteneciera desde siempre. Supongo que algo así sintió Tia en esos momentos. Decidieron salvarla de su decadencia pero respetando su aura romántica.
Cubrieron las camas con colchas multicolores, llenaron la despensa de conservas de frutas y verduras de su propio huerto. Ocuparon las estanterías de su peculiar baño, en el que hay retretes con tapas de madera, como antiguamente, de vasos y jarras llenos de cepillos de dientes coloristas. Y así, poco a poco, llenaron de vida una casa que estaba adormecida por el tiempo.
Es una casa en la que se puede dejar pasar los días.
La historia de esta casa me ha recordado a un hombre que conocí hace un tiempo. Un hombre que ha sido capaz de reconstruir la vieja casa de sus padres con sus propias manos. Pero ha puesto mucho más que éso. Ha puesto tesón, y mucho mucho amor, porque solo así se puede deshacer una vieja casa ladrillo a ladrillo. Limpiándolos uno a uno y volviendo a colocarlos, pues siendo de los antiguos, de barro, quería conservarlos. Tenacidad frente al tiempo que corre inevitablemente. A él no le ha importado. Se pasó días, semanas, meses, años.  Robándoselos del tiempo de estar con su familia o con sus amigos. Ladrillo a ladrillo. Supongo que cuando acabó sentiría una satisfacción difícil de describir. Sirva esta entrada de homenaje a ese hombre y a todas las personas que son capaces de convertir una ruina en un bello lugar donde vivir. 

"Tras la puerta y los arbustos, la silueta de una casa se presentó frente a mi vista... Buscando la puerta, doblé una esquina y de pronto encontré una luz brillando acogedora y amablemente a través de un ventanuco con celosías romboides... 
La vela que me había servido de faro ardía sobre la mesa..."

("JANE EYRE" De Charlotte Brontë)







4 comentarios:

  1. Septiembre nos trae otros colores y olores. La luz del otoño es más suave. ¡Vamos a la casa de la colina! No figura en el Google maps porque está en nosotros.
    Un abrazo, amiga caminante.

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    1. La casa de la colina suena a lugar confortable y además estará rodeada de los colores de la naturaleza. Cada uno podrá pintar ese paisaje de los colores que desee o sienta.
      Un abrazo, amiga de caminos.

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  2. Regresamos. Los mismos y diferentes, si hemos sabido aprovechar el verano lento, moroso y cálido.

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    1. El verano puede dar mucho de sí, incluso para renacer y comenzar Septiembre renovados.

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