Mi lista de blogs

viernes, 16 de septiembre de 2016

EL LIBRO HOGAR

Hay libros que hay que ir a buscarlos, otros te llegan a las manos en forma de regalo de alguien que te quiere. Y cuando ves alguno de estos últimos, te das cuenta  de que, quien lo ha escogido, lo ha hecho con tanta delicadeza, con tanto tino, que piensas: tiene que quererme mucho para regalarme algo tan bonito.  Éso me ha pasado a mí hace muy poco. Del libro que hablo es éste: "Behind the Walls of Kylemore" (Tras los Muros de Kylemore).


(Imagen sacada de Internet)

Nada más llegar a casa, me puse a leerlo, y es una lectura interminable. Se trata de un diario visual, como reza en la portada. Ésa sería una de sus lecturas, recorrer con la mirada cada una de las pinturas que su autora, Sara Kyne, ha recopilado en el libro. Otra, mediante los textos, que a pesar de ser breves, están llenos de la belleza de las pequeñas cosas.  Pero vayamos por partes. Sara Kyne es profesora de química en la universidad de Lincoln Brayford (Lincolnshire) Reino Unido. Además estudió en el National College of Art en Dublín. 
Eligió el lugar de Kylemore por su gran belleza y misterio.
El edificio, que es actualmente la abadía de unas monjas Benedictinas, tiene tras de sí una gran y triste historia. Está situada en el Parque Nacional de Connemara  a los pies del lago Kylemore cerca del pueblo de Letterflack (Irlanda). En 1867 el matrimonio Henry visitó el Parque para pasar unas vacaciones pescando. Era una familia de comerciantes que se habían hecho ricos en Manchester.
 La señora Henry le pidió a su marido que le construyera una casa en ese lugar, a lo que su marido respondió: "No te haré una casa, querida, te haré un castillo". Tras cuatro años de construcción, y el trabajo de cien hombres, el sueño se hizo realidad. Pero en 1874 la tragedia se cebó con la familia. Primero murió la señora Henry, después su hija más pequeña, la preferida del comerciante. El hombre no pudo con tanto dolor, y decidió vender el lugar que tantos recuerdos albergaba. Los nuevos dueños, los duques de Manchester, no lo cuidaron tanto. Debido a sus continuas juergas, el castillo y sus jardines estaban completamente abandonados. Acabaron perdiéndolo todo en una partida de cartas. Fueron unas monjas Benedictinas quienes adquirieron años después el castillo, que convertirían en una abadía y en un colegio para niñas. Éste último acabó cerrándose, aunque actualmente se está pensando en volverlo a abrir.
Pero volvamos al libro. Está formado por capítulos que contienen una reproducción de un cuadro en su primera página, en la segunda, un texto que relata la escena que en el cuadro se ha plasmado. Se pueden contemplar escenas cotidianas de las monjas desde la cocina, al cuidado de los animales de granja, o el trabajo en su taller de cerámica. También hay escenas del personal que trabaja en la abadía. Igualmente se puede disfrutar de rincones del paisaje, de algún que otro joven lugareño y de los animales, que igualmente forman parte  de ese paraíso terrenal. 
Es un libro para leer y contemplar. Leer y disfrutar. Leer y absorber cada una de sus imágenes.
Me sería difícil elegir uno de los capítulos. Así que he escogido tres que quiero compartir con ustedes. Uno es el titulado "Apple Trees" (Los Manzanos). En el cuadro que corresponde a este capítulo, podemos contemplar un pequeño jardín dividido en dos por un camino de tierra rojiza, que empieza a verse cubierto de las primeras hojas de los árboles, que el Otoño les ha arrancado. En el lado derecho hay tres "habitáculos" de césped. En el del medio,  dos árboles. Uno, pequeñito aún. Está empezando a crecer, intentando, quizá, alcanzar al árbol más alto y frondoso que tiene a su lado. Frente a ellos, hay un recodo de tierra y césped donde ha echado raíces un árbol más alto que los otros dos y que, por su inclinación hacia el lado derecho, parece querer acercarse donde están los dos más jóvenes.
La artista ha hecho un paralelismo entre estos tres árboles y el recorrido de la vida. "El más joven, dice en el texto, está creciendo y tiene algo de fruta en sus, aún, cortas ramas. El segundo, mas adulto, tiene más manzanas. El tercero, el más alto y maduro, se alza más hacia los cielos porque su trabajo está completado". La pintura tiene distintos tonos de verde, dependiendo de la luz que cada árbol haya podido recoger entre sus hojas. El suelo está húmedo, supongo que del agua de la lluvia otoñal. Alguna que otra florecilla salpica su blancura entre la húmeda hierba. Hay un muro al fondo, de un tono rojizo parecido al de la tierra. Si te quedas contemplando la escena, puede que alguna brisilla consiga mover alguna de las ramas del árbol más viejo.  Sólo es cuestión de imaginación y un poco de tiempo para contemplarlo.

El segundo capítulo elegido es "Going Fishing" (De Pesca). En él aparece un cuadro de dos hombres en una barca. Van a pasar un día pescando. Están con todos los aparejos precisos. Uno de ellos tira de la caña de pescar, inclinándose un tanto hacia el río. El otro contempla la escena, quizá a la espera de echar una mano a su compañero, en caso necesario. En esta pintura el verde oscuro de la espesa vegetación del fondo, se rompe con los colores de la escena principal, la de los pescadores. El azul, el amarillo de sus prendas, al igual que el rojo que bordea la parte superior de la barca, dan una explosión de luz al cuadro. A la izquierda, unos rayos de sol han decidido descansar sobre la orilla donde está parada la barca. En el texto que acompaña al cuadro, la autora nos explica: "Es un juego de oportunidad, fe y evasión. Una simbiosis entre hombre y naturaleza.
Bajo la superficie del agua, la sombra del cebo se remueve".

He dejado para el tercer y último lugar, el capítulo titulado "An Angel in Waiting" (Un ángel a la Espera). En el cuadro que adorna este capítulo se puede contemplar a una de las monjas de la abadía, abstraída en la lectura de un libro. Está sentada en una butaca, cuyas esquinas del respaldo sobrepasan la figura de la mujer. La pintora, con su gran capacidad de captar la magia dentro de las personas y los objetos, ha visto en el respaldo de esa butaca, la forma de unas alas. A penas con un par de dedos de su mano izquierda, la hermana sostiene las páginas del libro que ya ha debido contemplar. Los dedos de su mano derecha, descansan sobre las que aún le quedan por recorrer. No parece tener la espalda apoyada en la butaca, quizá es tanta la atracción que el libro le está causando, que necesita inclinar un poco su cuerpo sobre él, para tenerlo más cerca de la vista. Su velo y el hábito  son de color azul. La blusa que sobresale de éste último, es blanca, haciendo juego con el color de los cabellos, que el velo que  cubre su cabeza no ha llegado a tapar. 
A la belleza de la escena hay que añadir la de las palabras del texto, en ellas se ve también el cariño que esta monja había despertado en la pintora:"En el cuadro ella está observando a través de la luz, un libro de arte que descansa en su regazo. Según contempla las pinturas,  alza la mirada de repente, con una radiante sonrisa en su cara.
Es entonces cuando a mí se me ocurre que ella es como un ángel y el respaldo de la butaca, son sus alas.
Mi querida Hermana John era una buena amiga, pero tristemente, ha fallecido. Ella tenía una gran energía y entusiasmo por la vida. La recordaré siempre con afecto."

No es difícil averiguar por qué he dejado este capítulo para el final.

Como no he podido encontrar en Internet ninguna imagen de los cuadros que he comentado, dejo para el final la imagen de la contraportada de esta bello libro.
No se lo pierdan, es de esos libros donde a uno le gustaría quedarse a vivir.

(Contraportada del libro "Behind the Walls of Kylemore")
Imagen sacada de Internet



Esta entrada se la dedico a la persona que me ha regalado este precioso libro, y a todas las que son capaces de captar la belleza y compartirla.


3 comentarios:

  1. Un buen regalo te hizo. Sabía esa persona lo mucho que lo inas a apreciar. No hacen falta imágenes, tus palabras son pintura. A ver si lo traducen a la lengua de Cervantes.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Quizá sí esté traducido a varias lenguas. No obstante, la otra lectura que tiene, y ésta es más internacional, es la de las imágenes. Pasear la mirada sobre ellas, te alimenta el espíritu.
    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar