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lunes, 18 de enero de 2016

PIEZAS DE RECAMBIO

"Pinocho"
(Imagen sacada de Internet)


Vivimos en una sociedad en la que se rinde culto al cuerpo. Es importante dar una imagen de eterna juventud, de personas saludables y llenas de vida. Constantemente nos bombardean con la publicidad de productos que nos quitan años, arrugas. Que hacen desaparecer los defectos de "fábrica" que tenemos al nacer. Es tal la gama de posibilidades que hay, que a menudo nos olvidamos que nuestro cuerpo es sólo éso: un cuerpo. Todo lo bello, fuerte y saludable que pueda ser, sí,  pero también frágil. Que como materia que es, puede estropearse, romperse incluso. 
Cuando una amiga me aconsejó la lectura de la novela que quiero comentar aquí, al decirme su título: "Reparar a los Vivos", mi mente se fue enseguida por un camino por el que estaba casi segura  iba a transcurrir la historia. Sin embargo, me equivoqué. El título de esta novela lo deja tan claro, que ni lo contemplé. La historia nos presenta a Simon Limbres un joven que practica el surf. A nadie le extrañaría que un joven obsesionado por encontrarse con la ola más grande del mundo, acabara atrapado por una de ellas, pero no es así. Lo que le arranca la vida es un accidente de tráfico. La camioneta donde viaja el joven Limbres con otros dos amigos, choca contra un árbol. Él, que es el único que no lleva cinturón de seguridad, muere en el accidente. Sin embargo, su corazón sigue latiendo. A partir de ahí todo cambia para un grupo de gente, cercanos unos al joven, otros, totalmente desconocidos, pero todos ellos "conectados" de algún modo a ese joven corazón aún latiente, del joven Simon.
Ésta es una historia que, por su temática, hay que leerla despacio. Es una de esas novelas que dejan "tocado" al lector. En mi caso, tuve que parar de leer en algún momento para ir asimilando lo que transcurría en  ella. 
Varias cosas me sorprendieron al ir avanzando. Una de ellas lo bien documentada que está su autora Maylis de Kerangal, en un tema que, supongo, no es fácil adentrarse: el de los trasplantes de órganos. 
La novela tiene varios protagonistas de historias paralelas a la principal, que es la muerte del joven. A partir de ahí, conoceremos a sus padres. La forma en que cada uno de ellos reaccionará ante la horrible noticia de la muerte de su hijo. Será la madre, Marianne quien dé la noticia al padre, Sean. Cuando quedan los dos para hablar de lo sucedido:
"... los brazos doloridos a fuerza de oprimirse, se amalgaman en las bufandas, las chaquetas y los abrigos, la clase de abrazo que uno se da para ser una roca ante el ciclón, para ser una piedra antes de saltar al vacío, una cosa de fin del mundo en cualquier caso, cuando al mismo tiempo, exactamente al mismo tiempo, es también un gesto que los reconecta -sus labios se tocan-, acentúa y elimina su distancia, y cuando se liberan, cuando se desasen por fin, sorprendidos, extenuados, son como náufragos."
 Cerca de ellos, estará Thomas Remige, un especialista en trasplantes, quien tiene la ardua misión de convencerles  de que donen los órganos de su hijo. Y deberá hacerlo con la suficiente habilidad como para hablar claro, pero convincente porque:
"las conversaciones donde se eterniza la ambigüedad son trampas de sufrimiento. Thomas lo sabe."
 Ésto nos conducirá a su vez,  a los enfermos que están a la espera de un trasplante. Como Claire:
"A ratos tiene la sensación de sustituir las trabajosas contracciones de su órgano enfermo por un vaivén fluido, el que se establece entre su francés de nacimiento y el inglés aprendido,  de que ese movimiento rotativo abre en ella una anfractuosidad en forma de cuna, una cavidad nueva -hubo de aprender otra lengua para conocer la suya, por lo que se preguntaba si ese otro corazón le permitiría seguir conociéndose: te dejo un sitio, corazón mío, creo espacio para ti." 
Esta novela la leí antes de Navidad, pero cuando Diciembre cayó encima, pensé que no era un tema para tratar en esas fechas. Si no me resigno a no comentarla es porque creo que está muy bien escrita. Además la señora Kerangal ha tenido el buen sentido de intercalar las escenas más crudas con otras descritas de forma poética. Lo que da oxigeno al lector.
Al leer este libro, nos damos cuenta de que nuestro cuerpo es útil en la medida en que cada una de su partes, cada uno de sus órganos, recibe vida como motor para su funcionamiento. Pero que cuando no haya vida en él, si alguno de sus órganos todavía sigue conservándola, puede servir para otro cuerpo distinto, y hacer que todo en él funcione. 
Una novela intensa.


4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Lo has expresado muy bien en pocas palabras. Al fin y al cabo, todo lo nos rodea, incluso nuestro cuerpo, es un préstamo que recibimos al nacer.

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  2. La solidaridad en el último momento de la vida. Tengo una amiga que espera un transplante de córnea para no quedarse ciega. Me cuenta que una sola córnea se puede filetear y servir para varias personas. ¡Grandioso lo que se puede aprovechar de dos ojos solamente!

    Es bueno que haya libros con ese mensaje.

    Besos, amiga caminante.

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    1. Es una novela que te hace reflexionar sobre la importancia de tomar ciertas decisiones, y lo hace desde los diferentes puntos de vista de los protagonistas de ambos lados.
      La medicina ha avanzado mucho pero ésta sin el buen corazón de la gente, está incompleta.
      Ojalá que la espera de tu amiga sea breve.
      Un abrazo.

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