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sábado, 22 de agosto de 2015

ARMONÍAS ROTAS


El cuadro que encabeza esta entrada se titula "Paisaje con Dos Mujeres" de Francesc Masriera y Manovens. Pertenece a la colección Gerstenmaier que se está exhibiendo en la Sala de Exposiciones de la Casa del Cordón, aquí en Burgos, desde el 21 de Mayo, y que estará hasta el 30 de este mes. Yo la he ido a ver ya dos veces. Se la recomiendo sinceramente porque es una verdadera belleza. Se encontrarán con pinturas de distintos estilos, artistas y épocas, concretamente desde 1860 hasta 1959. Uno de mis preferidos es éste precisamente. En el cuadro vemos dos mujeres, una, la más cercana a nuestros ojos, está de pie, leyendo. La otra, más joven, está al fondo, agachada, recogiendo unas flores. Esas flores y la luz que descansa sobre las rocas que están cerca de la joven, hacen pensar que estamos en  época de primavera o principios de verano. Bajo esas mismas rocas se ha formado, no sabemos cómo, la entrada a una especie de cueva. Tengo que reconocer que mis ojos se iban una y otra vez hacia esa oscura boca. La sentía como una especie de amenaza.  Sin embargo, no parece que a ninguna de las dos mujeres les cause ningún tipo de temor. Quizás esa tranquilidad que ambas féminas parecen sentir, y a la vez transmitir,  se deba a la época  en la que se sitúa la escena. Según se indica al pie del cuadro, éste data de 1893. Su mundo, y dentro de él, ese paisaje, no había conocido aún ninguna de las dos grandes guerras. De ahí quizás la quietud, la armonía. 
Estuve pensando sobre ésto durante unos días. Sobre lo frágil que es todo, incluidos nosotros. Y lo sencillo que es perturbar esa armonía, causando que un entorno cambie totalmente. Y me dio por comparar este bucólico paisaje, con otro, tan bello como éste pero, por desgracia, menos tranquilo. Me refiero al  que, tan bien, describe Héctor Abad Faciolince, en su novela "La Oculta". Para expresar lo bueno que es el señor Abad Faciolince como escritor, no tendría suficientes adjetivos. Ya les hablé de él hace un tiempo, cuando les comenté en una de mis entradas, ese otro magnífico libro suyo: "El Olvido que Seremos". Pero en su caso, además de las cualidades que tiene como escritor, hay una que supera a todas: su valentía. Y en esta novela vuelve a demostrarlo.
La Oculta es una finca escondida en las montañas de Colombia, que ha pertenecido a la familia del escritor, desde hace siglos. En la novela también nos habla del primer miembro de la familia que se ganó ese pedazo de tierra a base de lucha y trabajo. Sus últimos herederos, tres hermanos: Pilar, Eva y Antonio Ángel  los protagonistas de la historia. Una historia llena de belleza en las descripciones del paisaje. Un paisaje que, a diferencia del que se exhibe en el cuadro que arriba les he comentado, es todo menos acogedor.  Y es que no sólo está  rodeado por salvaje naturaleza, la violencia y el terror también forman parte de él.
Hacía ya unas semanas que había leído esta novela, si no la he comentado antes es porque hay tanta desgarradora verdad en ella, que necesitaba ir asimilando poco a poco todo lo que había leído. Con la novela anterior, que arriba les he mencionado, me pasó lo mismo. Los libros del señor Abad Faciolince son tan intensos, que hay que dejar que se pose todo lo leído en nuestro interior. Si hoy he decidido hablar de ello es porque al leer la prensa esta mañana, me he encontrado con la grata noticia  que la hija de Héctor Abad, Daniela Abad ha hecho, junto con Miguel Salazar un documental basado en la novela "El Olvido que Seremos", titulado "Carta a Una Sombra", y que ya se ha estrenado con éxito en Colombia. Ojalá se estrene pronto aquí también. 
La Oculta podría ser una finca situada en el Paraíso, pero hay personas que se empeñan en convertir ese lugar en un Infierno, añadiéndole peligro a la fragilidad que de por sí posee todo lo que  es bello. Incluida la propia vida. Antonio lo expresa muy bien en estas palabras:
"La vida está colgada de un hilito, y en el aire hay tijeras que vuelan con el viento."
 Lo único que les inyecta el valor y las fuerzas suficientes para defenderlo es: el amor. Y hay mucho amor en esta historia. El propio Antonio lo expresa así:
"Se quiere una finca como se quiere un marido, una esposa, un viejo amor en el que hemos invertido mucho tiempo y casi todas las energías. La aprendimos a querer de niños y de jóvenes por felicidad genuina, espontánea, a primera vista, en el sol de la infancia y los días azules."
En esta novela no podía faltar el padre del autor. En uno de los primeros capítulos, se recoge el "soneto imperfecto", enmarcado encima de una cama, que el doctor Héctor Abad Gómez, escribió dedicado a La Oculta, y que demuestra lo fácil que es para la gente buena, como él, disfrutar de las pequeñas-grandes cosas de la vida.
Las camas duras, los colchones malos,
pero al amparo de la noche oscura,
los invitados duermen sin premura,
acostados en lechos, como palos.
Al despertar, dolor en la cintura,
calmado por dos huevos amarillos
que doña Berta trae en los platillos,
servidos con un gusto, que ni al cura.
Luego a leer, tendidos en la hamaca,
esperando la suerte tan verraca
de un almuerzo con yucas y gallina.
Un bañito a las tres en la quebrada,
por la noche una buena frisolada,
y a escuchar el roncar de la vecina.


No dejen de visitar estos bellos paisajes pintados y escritos.


4 comentarios:

  1. Transmite tranquilidad, un cuadro que recoge un momento de sosiego, leer, coger flores. No ven la cueva, está tapizada de vegetación, yo tampoco la había visto. En cualquier momento de nuestra frágil existencia puede surgir algo que la cambie para siempre, la cueva y sus peligros puede hacerse evidente.
    Iré otra vez a esa exposición. No tiene nada que ver pero he relacionado ese cuadro de las dos mujeres con "El descanso bajo las lilas" de Monet, me daba tanta paz que no paré hasta dar con una lámina que lo reprodujese y lo tuve muchos años en la cabecera de la cama, mientras viví en Campo Real. Ahora duermo al lado de unos nenúfares del mismo pintor.
    Besos, amiga caminante.

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  2. Cuando vas paseándote por una exposición, de repente aparece un cuadro que, no sabes por qué, te llama la atención. El color, los personajes, el paisaje, ¿por qué ese precisamente? Quizás nos evoque cosas que nos hacen sentir bien, o que asociamos con el bienestar interior. He buscado el cuadro que mencionas de Monet. Tienes razón, transmite paz. Yo creo que sí tienen algo que ver los dos cuadros. Representan la detención del tiempo. En ambos cuadros los personajes se limitan a disfrutar. Todo alrededor es quietud. Y a pesar de las zonas de sombra, la luz tiene más presencia. ¡Cuanta belleza! Gracias por compartirla conmigo en esta ventana.
    Un abrazo compañera de caminos.

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