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lunes, 4 de mayo de 2015

I N T E R I O R E S




"Interior Con Mujer Leyendo Una Carta"
De Vilhelm Hammershoi (1864-1916)

La primera vez que vi este cuadro me dio una especie de escalofrío y no quise quedarme mucho tiempo mirándolo. Tiempo después pude saber algo más de él  y de su autor. En 1898 el pintor danés Vilhelm Hammershoi, que estaba casado con la hermana de su compañero de estudios Peter Ilsted, se trasladó a un espacioso apartamento en el primer piso de una casa del siglo XVll situada en Strandgade 30, en Copenhague. Al parecer antes de empezar a vivir allí, la pareja había hecho pintar de un blanco uniforme las puertas, las ventanas, las molduras, y cubrir con una capa de color gris las paredes y los techos. Desde entonces ese lugar apenas amueblado serviría a sus ocupantes de laboratorio y de espacio de exposición de una pintura de interiores enigmática.
Ésta es la información sobre este cuadro,  un tanto resumida, que pude sacar de un libro que, por su belleza, visito continuamente, "Las Mujeres, que leen, son peligrosas" de Stefan Bollmann. Pero cuando lo miro,  mi mente forma su propia historia.
Al ver tanta blancura en la estancia, mis ojos buscan instintivamente un foco de luz, tal como una ventana abierta, por la que pudiera entrar la claridad de una mañana que, no sé por qué, me imagino nevada. Pero no se ve ninguna ventana. A la derecha del cuadro, una puerta abierta de par en par, parece tentar a la mujer que está frente a ella, a la fuga. Fuga que sólo podría conseguir atravesando una segunda puerta que la primera deja entrever. La mujer, sin embargo, está como petrificada, absortos todos sus sentidos en la lectura, o quizás relectura, de una carta que sostiene en sus manos. El color negro de su prenda superior,  así como su pelo oscuro, recogido en un perfecto moño, invaden la monotonía del blanco, y hace que te fijes más en ella. El contorno de sus ojos parece oscurecido por unas amplias ojeras que cubren hasta  casi la boca, su rostro.  ¿Ha estado llorando, quizás? Cuando la vi por primera vez, pensé: ¿es humana o se trata de una presencia?
Al otro lado de la mesa de donde está parada la mujer, hay un plato llano, vacío, cuyo fondo más oscuro que el resto, te da cuenta de su presencia. Frente a él, en perpendicular, descansa una taza sobre un plato, que la parte oscurecida por el uso, de lo que parece el delantal de la mujer, da cuerpo. Frente  a la taza, de un plato hondo, brota, como si de un tronco metalizado se tratara, una cafetera. Estas tres piezas forman un triangulo.
Esa especie de niebla que parece cubrir toda la escena, me hace imaginar que quizás el lugar no existe, que es fruto de la imaginación de la mujer, que al leer la carta, crea. Por la expresión que el perfil femenino parece transmitir, me arriesgaría a decir que no son buenas noticias las que la misiva le ha traído. Quizás esa mala nueva la ha dejado literalmente "helada" y eso ha hecho que todo su entorno pareciera escarcharse, detenerse en el tiempo. 
No importa las veces que haya mirado este cuadro, ni que la temperatura ambiente sea alta en el momento de contemplarlo, el resultado siempre es el mismo: siento frío.
No hace mucho me volví a encontrar con él. En esta ocasión estaba impreso en la portada de una novela, que parecía llamarme a gritos desde el escaparate de una librería del centro. Hice como si no lo viera. Y volví a latigarle con mi indiferencia cada vez que pasaba por allí. Hasta que un día no pude más, anoté el título y el nombre de la autora, y busqué información sobre él en Internet. El que semanas después buscase el libro, fue una lógica consecuencia de mi hambre lectora. Y lo leí, claro. Pero esa es otra historia, que les contaré en una próxima entrada.

12 comentarios:

  1. Querida Dorcas,
    me ha encantado leer línea a línea el fino análisis que haces de la pintura. Qué maravilla el que hayas podido apreciar e interpretar hasta las ojeras de la mujer que en soledad ocupa toda la atención. Lo cierto es que a mi también me invade una sensación de frío al ver este cuadro. Me pasa lo mismo cuando entro en una de estas casas de decoración moderna y minimalista. Me siento incomoda ante la sensación de vacío y frialdad. Creo que a mi me gustan los interiores cálidos, vividos, acogedores…pero como siempre esto es una cuestión de gustos y personalidades.
    No se si el libro al que aludes será "Del color de la leche". Yo tengo el título apuntado en mi libreta de novelas por leer, así que me encantará saber que te ha parecido si se trata de esta lectura.
    Te mando un abrazo grande y con calma iré deleitándome con tus entradas anteriores.

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    1. Hola Marie:
      Cuando empecé a fijarme en los detalles de este cuadro fue a la tercera o cuarta vez de contemplarlo, porque la primera vez sentí una especie de rechazo.
      A mí me pasa como a tí, me gustan las estancias cálidas. Con colores, formas y materiales que les den un aire de hogar.
      Ayyy! que has adivinado el título del libro. Voy a esperar un par de días más para dejar el comentario. Me gusta dar un plazo entre una entrada y otra para que la gente que, como tú, tenéis la amabilidad de visitar mi blog, podáis leerlas con tranquilidad.
      Gracias por tu amabilidad y recibe un cálido abrazo.

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  2. Es una imagen que transmite silencio, soledad, melancolía... va tremendamente bien con la temática de "Del color de la leche". Gracias por tu entrada, invitas a pararnos y a reflexionar sin prisas sobre la imagen. Un beso!

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    1. Que alegría encontrarme con visitas nuevas.
      Este cuadro invita a que el tiempo se detenga mientras lo contemplas. Y cada persona, con su particular mirada, sacará una historia diferente de él.
      Me ha surgido una duda al ver el nombre de tu blog, ¿qué significa Kabu?
      Saludos.

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  3. Qué bueno... Yo leí el libro precisamente por esa portada. Tonta de mí no se me ocurrió "investigar" sobre ella. Yo que soy muy de Van Gogh, Klimt, Dalí... ese "frío" que transmite esta imagen me incomodaba a la vez que me atraía. Curioso.

    Gracias por la entrada, me ha encantado :)

    Un abrazo

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    1. A veces un libro, te lleva hacia una pintura. Otras es ésta la que te conduce a una historia. Al final lo que hacemos es seguir una misma ruta, la que nos lleva a la belleza.
      Gracias Ana por tu visita.
      Saludos.

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  4. Un buen análisis del cuadro en cuestión, no lo conocía, el tema me recordó a
    Vermeer, holandés, nórdico también, aunque él utiliza el color para sus mujeres leyendo.
    Es admirable tu relación con los libros, los cuadros; en resumen, la belleza en general. Y me gusta como lo relacionas todo.

    Abrazos.

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    1. Vermeer, otro pintor que me encanta, tiene también un cuadro parecido, que se titula: Mujer de Azul Leyendo Una Carta. La mujer en esta ocasión está al lado derecho, y está embarazada. Vermeer me resulta mucho más cálido porque pinta la luz de una manera íntima, y aunque utilice tonos oscuros, no resulta tétrico.
      Gracias por tu amable comentario.
      Un abrazo.

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  5. A mí también me llamó la atención ese Vermeer descolorido, ya sé que no lo es pero así lo veo yo. Y la mujer parece un fantasma.
    "Las mujeres que leen son peligrosas" es un bello libro, me lo regalaron en una despedida. Más tarde compré "Las mujeres que escriben son peligrosas" cuando alguien arremetió contra mis sinceros escritos blogueros. ¡Ay!
    Tus análisis son minuciosos y certeros. Queda pendiente el libro, quiero saber si merece la pena leerlo.
    Besos y a caminar que hay sol.

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    1. Creo que te has liado un poco. El que pintó el cuadro de la mujer en la estancia toda de blanco no es Vermeer, es Vilhelm Hammershoi.
      Conozco el libro que mencionas sobre las mujeres que escriben. Bellísimo también. Parece una especie de tradición a lo largo de la historia que cuando alguien escribe, siempre aparece alguien que se siente ofendido o molesto por lo escrito. Tal vez si se parasen a reflexionar el porqué de esa reacción, podrían descubrir que el problema no está en lo que otro exprese, sino en ellos mismos.
      Como veo que en la entrada sobre el libro me has dejado también un comentario, te contesto allí sobre él.
      Hay que aprovechar este fin de semana que el sol se ha detenido en el cielo burgalés. La ciudad está preciosa, y el campo en plena explosión de colorido.
      Un abrazo grande.

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  6. ¡No! ¡Yo no me liado ni poco ni mucho!
    Digo: “A mí también me llamó la atención ese Vermeer descolorido, ya sé que no lo es pero así lo veo yo. Y la mujer parece un fantasma.”. Subrayo: “ya sé que no lo es”. Pero a mí me lo parece, es una apreciación mía, lo que no le quita mérito a Vilhelm Hammershoi. Vermeer nunca hubiera pintado algo así porque lo suyo era el derroche de azules y amarillos, y de escenas íntimas y plácidas, nada fantasmales.
    Es una imagen muy adecuada para un libro como el que tan bien nos comentas.
    Besos, me voy a tomar un poco el sol con “Sefarad”. Ya lo terminé pero quiero repasarlo para escribir el comentario de esta semana.

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    1. Al volver a leer tu comentario, me he dado cuenta de que lo había interpretado mal.
      Esta mañana he estado paseando por el campo ¡qué calor! pero daba gusto ver la luz y el sol.
      Un abrazo amiga caminante.

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