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jueves, 2 de octubre de 2014

LO QUE NUESTROS OJOS NO VEN


"NIEBLA DE OCTUBRE"
De John Francis Murphy



Me gusta la niebla por el toque de misterio con el que impregna el paisaje. Si se hace presente en toda su espesura, te permite imaginar lo que puedes descubrir al atravesarla. A veces lo que descubres al otro lado puede ser grato o no para tus ojos, pero esos minutos de misterio, son impagables. Cuando se nos presenta en su forma más sutil, cubriendo lo que nos rodea con una fina capa de blancura el peligro es mayor, contrariamente a lo que podríamos pensar, ya que lo que hace es distorsionar la realidad. Algo parecido nos pasa con las ideas que llevamos en la cabeza, con esos prejuicios que a veces tenemos ante una persona o situación desconocidas. ¿Quién no ha hecho un juicio de valor ante una escena, creyendo que por el simple hecho de ser testigo de ella, ya la conocía en toda su totalidad? ¿Quién no ha caído alguna vez en la trampa de creer saber cómo es una persona, sólo por su apariencia?
Uno de los sabios consejos que me dio mi padre es que no me fiara nunca de lo que parecían en principio las personas y las cosas, porque a veces mis ojos podían engañarme, y para documentar su teoría me contó esta historia, que no sé si sería real o no, pero que quiero compartir con ustedes:

Una de esas tardes de verano en las que el calor cae como una manta de plomo, iban por un camino un hombre sexagenario y un chaval de unos catorce o quince años, nieto del hombre. Se dedicaban a la venta ambulante. Los productos que iban ofreciendo por los pueblos, los llevaban guardados en las alforjas que cargaba un borriquillo, que les servía también de medio de transporte. El muchacho iba andado, y el hombre montado en el burro. Cuando ya avistaron un pueblo, decidieron parar antes de entrar en él. El hombre se bajó del burro, y en su lugar, se montó el chaval.
Cuando les vieron llegar, las mujeres empezaron a acercarse por donde ellos iban a pasar, con el fin de mirar si traían alguna cosa que podía interesarlas. Al ver que el hombre iba andando y el chaval montaba cómodamente sobre el burro, alguna de ellas saltó con voz de reproche:
-¿No te da vergüenza, chaval, dejar que tu abuelo vaya andando, con lo mayor que es, mientras que tú estás todo repanchingado sobre el burro?
El hombre hizo caso omiso de los comentarios, y en un gesto le indicó al chaval que hiciera lo mismo. Después se puso a vocear las grandes cualidades de todo lo que llevaba a la venta.
Al terminar la jornada en ese pueblo, decidieron seguir camino hasta el siguiente, que estaba a una cierta distancia. Al empezar a ver las casas de su nuevo destino, decidieron volver a intercambiar sus puestos. El chaval se bajó del burro, y le cedió la montura a su abuelo. Cuando entraron en el pueblo, ya había gente esperándoles para ver lo que traían en sus alforjas. Y también ahí hubo quien recriminó:
-¿No le da vergüenza, hombre de Dios, hacer andar a un niño tan pequeño, mientras usted está cómodamente sentado en el burro?
El hombre guiñó un ojo a su nieto, y ambos esbozaron una leve sonrisa de complicidad.

Hoy me ha venido a la memoria esta historia, que tan bien parece que tengo aprendida porque he caído, una vez más, en el error de juzgar a una persona que no conocía, sólo por su apariencia. Entonces me he acordado de ella y de las palabras que me dijo mi padre, al acabar de contármela.
Hagas lo que hagas -me dijo- siempre va a ver alguien dispuesto a criticarte. Así que actúa siempre según tu conciencia. Y guárdate de criticar lo que hacen otros, porque la mayoría de las veces, la realidad no es lo que te puede parecer, sino lo que tus ojos no ven.

4 comentarios:

  1. La niebla nos impide ver la viga en nuestros ojos; aunque veamos la paja en los ajenos. Siempre hay algo que criticar para los cortadores de chalecos. El cuento del burro tiene plena vigencia.
    Un abrazo, amiga caminante.

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  2. A veces la realidad se nos presenta sólo a medias y la otra parte la construimos en nuestro pensamiento. Según lo que llevemos en nuestra cabeza, así será la conclusión de la historia. El problema es que nuestra conclusión, normalmente, no tiene nada que ver con la historia real.
    Un abrazo compañera de charlas y caminos.

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  3. Hermosas y sabias palabras las de tu padre, nunca sabemos con exactitud que hay detrás de cada rostro, de cada encuentro..., me gustó tu historia

    Saludos desde Caracas

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  4. Qué lejos estás y sin embargo, qué cerca te siento . Es lo bueno de la tecnología. Me alegro que te gustara mi historia. Gracias por tu visita.
    Saludos.

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