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sábado, 15 de febrero de 2014

EL ENGAÑO





Siempre he pensado lo fácil que es engañar a la gente. Y mucho más fácil engañar a toda una sociedad. Basta con extender una idea resumida en una frase sencilla, para que no se olvide fácilmente, dejarla caer entre los miembros de una generación, esperar a que éstos se encarguen de extenderla entre sus descendientes, como si de un mantra se tratara y, ya tenemos a varias generaciones atadas a esa idea, que en la mayoría de los casos sirve para esclavizarles en cuerpo y mente. Una de las que más me han molestado, por lo letal, es esa de : "Primero el deber, luego el placer". Pasados los años, la he comparado con esa otra, nacida de una mente retorcida, como no se ha conocido otra posteriormente. Ésa que decía: "El trabajo os hará libres".
Recuerdo de niña, alguna tarde que estaba jugando, y mi madre me llamaba diciendo que tenía que ayudarla con alguna labor de casa. Yo le contestaba diciendo que me dejara jugar un poco más. Era entonces cuando me soltaba la frasecita de marras. Y encima, como broche de oro, me decía aquello de : Ya tendrás tiempo de jugar más tarde.  Y así una y otra vez, y ese "más tarde", no llegaba nunca. Cuando me di cuenta, ya se me había pasado la edad de jugar, y entonces la frase adquiría mayor fuerza, pues ya era una persona adulta, de la que no se podía esperar otra cosa que cumpliera con mi deber en cada momento, posponiendo siempre el placer, el disfrute. En suma, el vivir.
Pero lo que más rabia me daba era ver que había niños que sí podían estar todo el rato jugando. Niños a los que nadie les imponía el deber como algo prioritario.  Niños a los que se les dejaba ser eso: niños.
Crees que al hacerte adulto la cosa va a cambiar, pero ¡qué va!. Si hay algo de lo que pueden presumir los que se consideran "maestros" de los demás, es su tenacidad. Y así nos encontramos, en mi caso, que estando sentada leyendo un libro, siempre había alguien que me soltaba: "Ahora que no estás haciendo nada, podías echarme una mano en ésto".
El leer un libro ¿es no estar haciendo nada? ¿por qué consideran algunos que lo que ellos tienen que hacer, es más importante o interesante que lo que están haciendo los demás? La respuesta es muy sencilla: porque están tan bien adoctrinados con ciertas ideas, que exteriorizan en las frasecitas a las que hacía anteriormente mención, que no les cabe la menor duda de que eso debe ser así y punto.
Claro que en ésto como en todo, siempre hay alguien que rompe las normas. Para eso están precisamente.
Recuerdo, también de la época de mi niñez, que hubo algún caso de hombres que se iban a por tabaco, y no volvían. Olvidaban sus deberes de esposo y padre de familia, y se largaban a un destino desconocido. Las lenguas viperinas que en todo barrio que se precie hay, se ponían entonces a vibrar, esparciendo su veneno por doquier.
A quién se le ocurre -decían-. El muy miserable, dejar a su suerte a su mujer y a sus hijos.
Si en lugar de ser un hombre el que lo hacía, era una mujer, ni les cuento las lindezas que se le lanzaban, cual flechas igualmente envenenadas:
- Adónde habrá ido, la muy zorra.
Nadie se paraba a pensar si esas personas tenían alguna razón para actuar así o no. Y si la familia abandonada, realmente no sabía nada sobre lo que les había hecho decidir marcharse de esa manera.
Yo, interiormente pensaba: "Ole, ole, y ole". Porque lo que veía en su decisión era valentía. Habían decidido romper con la vida que otros habían diseñado para ellos. El modelo de sus antepasados no les valía, y habían decidido crear otro.
Yo les veía como águilas de enormes alas hambrientas de libertad.  Y sabido es que las alas de un águila son demasiado grandes, como para poder abrirse entre un grupo de gallinas.
Mientras, los que les criticaban, que en su mayoría lo hacían con una mezcla de rabia y envidia, seguían fieles a las doctrinas que habían recibido desde pequeños. Siempre dejando el placer, el vivir para "más tarde". Hasta que llegó el día en que se hicieron viejecitos y, cuando alguién, cogiendo su testigo de controlador de vidas ajenas, les preguntó:
-Ahora que está jubilado, abuelo, tendrá tiempo para divertirse, para disfrutar.
Ellos contestaron, con un triste hilo de voz:
¡Uy, divertirse!, ¡eso queda para los niños o los jóvenes!.

2 comentarios:

  1. En efecto: el engaño tiene que revestirse de sencillez y autoridad. Y repetirse continuamente. Al finl, hasta los que lo sufren se lo creen.

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  2. Siempre me ha parecido sospechoso que aquellos que creaban estas odas a las excelencias, bondades y beneficios del trabajo duro y sin descanso, eran precisamente los que no lo ejercitaban. Sería bueno que alguna vez en sus vidas, y por variar, predicaran con el ejemplo.
    Gracias, Pedro, por tu acertado comentario.

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