Mi lista de blogs

domingo, 23 de febrero de 2014

CIUDADES MUSEO





Hace unos días una amiga me decía:
-Estamos en la era de la cultura de la nada. Nos están vendiendo el vacío, a precio de obra de arte. 
Y pensando luego a solas, me dí cuenta que tenía razón. Pero no sólo en cuestión de arte, sino en todo lo que debiera estar al servicio de la gente. A poco que uno se fije en la transformación de la ciudad donde vive, se da cuenta de que muchos cambios que se han hecho, han sido a espaldas de sus habitantes, más bien diría yo, que se les ha ignorado completamente. Como si las ciudades fueran museos donde cada uno de sus elementos estuvieran de mero adorno. Como algo merecedor de una eterna contemplación y no para uso y beneficio de las personas que habitan esas ciudades, que sería lo lógico. A veces da la impresión de que los profesionales encargados de esa transformación dan por hecho que las ciudades que están transformando están vacías. Y así desde que a nuestras autoridades incompetentes les diera por rehabilitar nuestras calles,  se ha dado una situación que no sé si definir como surrealista.
 Centrándome en la zona del casco viejo de mi ciudad como ejemplo, empezaron por las casas. Es verdad que había que mejorar elementos, como tejados que estaban ya en malas condiciones, o quitar cableado que además de antiestético no era bueno ni para la salud. Además se arreglaron y  pintaron las fachadas. Y, ¿a quién no le gusta ver su casa pintadita y arreglada? Pero eso tenía un precio. Y no me refiero sólo al económico, que ha sido bastante considerable. Al empezar a quitar elementos, anularon algunos que sí eran necesarios, como por ejemplo los tendederos para poner a secar la ropa recién lavada. Aprovechando que mucha gente había solicitado ayudas oficiales para la rehabilitación del edificio donde vivía, se decretó por ley que una vez rehabilitadas las fachadas, no se podía colocar ningún tendedero. Esta ley hubiera estado bien si se hubiera dado otra alternativa, sobre todo para las casas que no tenían patio interior donde poner a secar la ropa. Pero como dan por hecho que en las casas no vive gente, no se les ha pasado por la cabeza tener en cuenta este detalle. Convirtiendo algo como la rehabilitación de un edificio, que debería hacerse para mejorar la calidad de vida de los que habitan dicho edificio, en una pesadilla. Ahora esos ciudadanos tienen que tender la ropa mojadita dentro de sus casas. Con lo cual tienen la humedad en sus viviendas y, además, el tener el tendedero en el interior, les quita espacio que debería estar a disposición del habitante de la vivienda.
Los que ignoran todo esto se limitan a la contemplación,  y así ya tenemos grupitos de gente que se dedica a visitar nuestra calle, como si de una nueva exposición pictórica se tratara. Y se les oye repetir hasta el aburrimiento:
- ¡Oh, qué bonitas fachadas!, ¡Oh, qué colores tan bonitos!.
Pero es que en las calles, la cosa no mejora. Según se iba transformando el aspecto estético de las mismas,  iban reduciendo los elementos al servicio de los ciudadanos. Ahora tenemos calles con un suelo nuevo y brillante, pero que cuando llueve o hiela resbala como una pista de patinaje. Si la calle además tiene cuesta, se pueden imaginar lo que es bajar y subir por ellas y, si usted necesita muletas o una silla de ruedas, mejor ni se le ocurra pasar por esas calles.
¿Se han dado cuenta de la cantidad de asientos públicos que han quitado? Los que han puesto nuevos, los han colocado en sitios donde no hay ni una sombra. Será para que cuando el ciudadano de a pie se siente en una de esas tardes de verano de treinta y tanto grados de calor, se quede bien tostadito. Imáginese en el caso de las personas mayores que necesiten sentarse cada pocos metros. Pero como las personas mayores tampoco existen ...
Y de las nuevas estatuas que han ido salpicando por doquier ¿qué me cuentan?  Para algunas de ellas, como la de la foto que adorna esta entrada y que he sacado de internet, sí que han tenido la consideración de ponerlas debajo de una de las pocas sombras que hay en la ciudad,  será para que no le dé una insolación.
En cuanto a las fuentes públicas, ¿me  quiere alguien explicar para qué sirve una fuente que no da agua? De esas hay unas cuantas en mi ciudad.
Se emocionaron tanto rehabilitando edificios y fachadas, que se atrevieron incluso con los edificios antiguos. Para lo que han hecho con la fachada del Palacio de Justicia aquí en Burgos, no tengo palabras.
Y puestos a hacer obras, tiraron el edificio antiguo de la Biblioteca Pública, y ahora tenemos uno nuevo, cuya fachada ignora totalmente el concepto de armonía con todo lo que le rodea. Se emocionaron tanto a la hora de romper y romper, que cuando tuvieron que reconstruir se les olvidó algún que otro detallito. Por ejemplo, volver a poner, al menos, el mismo número de plazas para que los estudiantes pudieran quedarse en la biblioteca. Plazas que han reducido considerablemente. Claro que bien pensado, ¿dónde se ha visto una biblioteca pública que permita a la gente sentarse a estudiar?
Otro nuevo edificio emblemático donde los haya es el Hospital Universitario de Burgos. Edificio que prometía muchas más camas que los antiguos hospitales, y se ha quedado en eso, en una promesa que nos ha costado un ojo de la cara a los ciudadanos. Ojo que puede ir a pedir que le repongan al servicio de Urgencias de dicho hospital. Claro que la espera puede ser eterna.
Y si me permiten seguir con el tono irónico, para ceguera la de los que han premiado a los arquitectos que han rehabilitado alguna de las calles de mi ciudad.
Como doy por hecho que soy una más de esos ciudadanos que no habitan las ciudades, lo único que me queda es unirme a ese coro de peregrinos locales que he mencionado al principio de esta entrada, y repetir con ellos al unísono:
¡Oh, qué bonitas fachadas!, ¡Oh, qué bonitos colores!.

6 comentarios:

  1. Paso a saludarte, paisana. Te leo y...es verdad, así es, como dices. A la ciudad la han lavado la cara pero de paso han volado elementos que merecía la pena conservar. Nunca entendí por qué tiraron una casa de cultura que yo vi construir, no mi abuela. De los pongos, sin comentarios. Y de ese suelo resbalinche, qué te vpy a contar yo que acompaño a mi madre de noventa años. Tender, nunca pude tender, voy a poner la secadora, Iberdrola a hacer la ola.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Hola Abejita de la Vega:
    Me ha hecho mucha ilusión tener un comentario tuyo. Hoy he oído en el telediario, que en una de nuestras ciudades, al ayuntamiento se le ha ocurrido la genial idea de colocar en mitad de algunos bancos públicos, un posamanos, para evitar que los mendigos duerman en ellos. Y mira qué casualidad, los bancos en cuestión están situados en el centro de la ciudad.
    Empiezan desde abajo y suben y suben, hasta echarnos a todos. Lo gracioso es que los bancos en cuestión los pagamos entre todos.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Llevas razón, esta cambiando muchisimo, modernizando todo pero no mira por el bien de los demás. Si quieren peatonalizar la ciudad entera, para que sirven los automoviles? otro negocio a pique?

      El suelo de la Plaza Mayor debería de cambiar, cuánto gasto por repararl?o o cuántos ancianos habrán tropezado por un azoquin roto o sobresalido?

      Lo que más echo de menos son las fuentes.

      Besos

      Eliminar
    2. Hola Jezabel:
      Las ciudades deben ser funcionales para los ciudadanos, deben estar a su servicio y no al contrario. Al final nos van arrinconando poco a poco.
      Gracias por dejarme un comentario.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Las ciudades son cada vez más inhóspitas para los que viven en ellas, como si los concejales de urbanismo trabajaran contra los ciudadanos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me temo que es intencionado. Se trata de echarnos a nosotros, para que ellos tengan más espacio.

      Eliminar