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lunes, 16 de enero de 2017

FRÍO ENERO

Se ha ido Diciembre y con él, el viejo año. Enero ha empezado su carrera y ya hemos rebasado la mitad del mes. El frío, las primeras gotas de agua convertidas en nieve, que el sábado y el domingo cubrieron de blanco los tejados, parecían querer anunciar tímidamente un año de bienes. 
Hace un par de días un chaval le preguntaba a su madre dónde estaban los Reyes Magos. Ya han vuelto a su país -le contestó la mujer-. Y el crío se quedó con cara  de preguntar ¿tan pronto? Esa sensación la tenemos también los adultos. La de que nada apenas dura nada. Los buenos momentos vuelan, no así los más duros que parecen instalarse de okupas en nuestra vida. Pero incluso ésos, acaban pasando. Claro que ni unos ni otros dejan las cosas como estaban. Su paso cambia el paisaje y a quienes lo habitan.

"PUÑOS ETERNOS"
Fresco de la Isla de Thera


Tony y Alberto son un par de chavales de 5 y 4 años respectivamente. Son hermanos. Ambos tienen unos ojos azules preciosos. Los de Tony son más grandes, más vivos que los de su hermano menor. Pero la mirada de este último, despierta una ternura infinita. Por ser hermanos son totalmente diferentes. El mayor se instala en su papel de líder en cuanto tiene la oportunidad. Inquieto, travieso, a veces cruel con su hermano. El pequeño es tranquilo. Espera a que su hermano decida y entonces,  él hace lo mismo. Esa fidelidad, esa ciega obediencia, al final, se vuelve contra él porque su hermano mayor abusa del poder que sabe que ejerce sobre su hermano más pequeño. Quizá fue por esta razón que desde que les conocí, por aquello de mantener la balanza equilibrada, me incliné ciegamente a defender al más pequeño de su tiránico hermano mayor. Éso no hizo más que empeorar las cosas porque Tony no estaba dispuesto a perder su liderazgo, así que, siendo como es un chaval de acción, en cuanto tuvo oportunidad, le recordó a su hermano menor quién era el que mandaba. 
Un día Alberto, en una reacción totalmente opuesta a lo que nos tenía acostumbrados, le dio una bofetada en la cara a su hermano mayor. ¡Zas!, sonó.Todos los que estábamos presentes nos quedamos boquiabiertos. Y el más sorprendido fue precisamente Tony, quien durante unos segundos fue incapaz de reaccionar. Con lo tranquilo que parecía, dijimos. Hubo quien añadió que quizá al pequeño Alberto le había dado un ataque de cólera. Pero los ataques no dan porque sí. Lo que algunos no habían visto es que Tony, a escondidas, le había pinchado con un alfiler a su hermano menor en las nalgas. El más pequeño actuando en propia defensa, reaccionó al dolor causándoselo también a su hermano. 
Ésta no es más que una anécdota, ya saben, cosas de críos. Lo malo son las reacciones, las respuestas que tenemos ante una situación similar, los adultos. Éso ya no es un juego. Hay situaciones en las que cada cual toma su postura. Que sea equivocada o no, se va a ver con el tiempo, pero el hecho es que cada vez que alguien toma una decisión, hace que quienes le rodean también tomen sus posiciones. Y ésas pueden ser diferentes, incluso contrarias. La cuestión es ser capaces de al hacerlo, evitar hacer  daño. Pero ya he dicho antes, que entre adultos, no hay juego que valga y, a veces, cuando quien ha tomado una decisión sabe que puede ejercer el poder sobre otro más débil, más miedoso, más inseguro, lo hace sin piedad. Claro que en esas decisión la víctima no sólo es el débil, de alguna forma el fuerte también se va hundiendo en su propio fango. 
Volviendo a la historia de los dos hermanos, quienes no habían visto a Tony pinchar con el alfiler a su hermano, pensaron que la reacción del más pequeño era completamente ilógica, irracional, pero en mi caso, que sí lo había visto, pensé que esa bofetada le había venido muy bien al abusón del hermano mayor. Esta opinión quizá no sea muy pedadógica, ni políticamente correcta, pero aún así creo que el hermano mayor se lo tenía un tanto merecido.

Enero frío, nebuloso, húmedo. Para mañana, casi ya hoy por la hora en la que estoy escribiendo esta entrada, han anunciado temperaturas mínimas de 6 bajo cero. Este mes hace que deseemos estar en casita, al calor. Con una de esas mantas amorosas y  a poder ser con un buen libro. En esta noche de frío y reflexiones, he recuperado un libro que compré en Salamanca, en el verano del 94. Hace ya unos años. Un libro de poesía, cariñosamente dedicado por el propio autor Miguel Bueno Martin. Su título: "Resaca". Cuando acaba el verano se siente un poco de esa resaca. Resaca de sol y mar, de luz y color. No sé si les pasa a ustedes que hay momentos que se añora el invierno y viceversa, cuando el invierno empieza a alargarse, se desean los días largos y luminosos. 
De aquel viaje a Salamanca, me traje el calor del sol en la piel, las risas de las personas con las que estaba, alguna de ellas ausente ya para siempre. El recuerdo del sabor de una ensalada de lentejas. La búsqueda de la rana de la suerte en la fachada de la Universidad, que luego también encontramos en los escaparates de las tiendas de souvenirs, la breve charla que mantuvimos con un poeta. Ninguna de estas cosas me produjo resaca, más bien al contrario, el deseo que de que no acabara nunca. Aquellos fueron momentos felices que espero que se repitan, aunque sea en otros lugares y con otra gente. 
Enero con sus primeros copos de nieve, invita a la lectura y ¿por qué no? de poesía. He elegido el poema Vlll  del libro que arriba he mencionado. Un poema que puede servirles como antídoto a la resaca que pueda producirles el largo invierno.

Siento en las manos vibraciones del Mar,
Toreo las olas según vienen,
Se van de rodillas como los mejores faeneros.
Brava casta tienes,
Océano preñado de vientos,
Oleajes cautivos embarcados.
Hoy conviene amarrar en cualquier Puerto.
Que los faros no duerman el Oriente.
Lucero amanece, antes siempre hay,
un marinero que siente.
Llevaré en los libros las arenas de tu playa.
Recuerdo de los caminos pisados.
Caladeros remolcados.
Vuestra brisa ahogue la agresividad del Viento.
Cuando sopla calima de un estruendo altivo.
Contemplo mirando al Sol.
Veo la Ego importancia de salvación.

(Miguel Bueno Martin)

"DOS MUCHACHOS, 1899"
De Valentín Aleksandrovich Serov






4 comentarios:

  1. Solemos juzgar sin tener todos los elementos...

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    1. ... y eso hace que se elija una posición equivocada.
      Saludos, Pedro.

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  2. Es tiempo de recuperar libros y vivencias buenas. O de leer el Quijote donde hay de todo, historias de hermanos también. Espero que los virus se hayan ido de paseo, pero no contigo
    Hay muchas clases de virus. Un abrazo amiga caminante.

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  3. Los libros te acercan a las vivencias de otros, las propias hay que disfrutarlas fuera de las páginas.
    Tienes razón, hay muchas clases de virus. Algunos se resisten a dejarte.
    Un abrazo, compañera de caminos.

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