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martes, 4 de octubre de 2016

M I R A D A S


(Imagen sacada de Internet)




Sentada en la hierba,
contemplo
del campo toda su grandeza
y su colorido tiñe mis ojos
 de azul, de verde,
de marrón tierra.

Un manantial de agua cristalina 
poco a poco penetra,
la tierra que el sol brillante
dejó sedienta.

El fuerte calor aminora
la brisa mañanera,
que mueve de los chopos 
las hojas,
que entre el trigal
serpentea.

Arriba, un cielo sin nubes
abajo la blanca vereda
y envolviendo el paisaje todo,
tu mirada, cerca,
muy cerca.


("Tu Mirada" de Concepción Saldaña)



Revolviendo papeles, mi mirada topó con este poema que hace muchos años escribí. Y algo se me ha removido por dentro. 


Hay miradas que parecen contener un desierto, un bosque, un inmenso mar. Miradas acariciantes que te hacen sentir  la temperatura de una cálida chimenea. Fuego.
Dicen los entendidos en eso de los asuntos amorosos que el primer beso se da con la mirada.

"JUEGO DE MIRADAS"

Luego están las heladoras, amenazantes incluso. Como incisivos de dorberman. 
Las miradas esquivas, algunas por timidez de su dueño, otras, por miedo. 
Las que menos me gustan son las de soslayo. Las de los ojos que no miran de frente, y que cuando los tuyos los buscan, huyen cobardemente.
Hay miradas de muchos colores, pero a pesar de su diferente apariencia, todas son capaces de mandar los mismos mensajes: cariño, amor,desprecio, odio, duda, miedo. 
Hay miradas que abrigan, otras, te desnudan.
Están las miradas de la experiencia. Ésas que contienen historias grabadas en sus retinas. Años encerradas en una burbuja de ámbar cual crisálidas a punto de abrir sus alas, deseosas de que alguien se cruce con ellas para compartir todos sus tesoros guardados.
En el otro extremo podríamos situar las miradas que están casi sin estrenar. Esas miradas limpias, de ojos vivos, deseosos de captar, grabar, todo lo que les rodea. Como pequeños telescopios de submarino, que recorre cualquier nuevo territorio para descubrir lo que en él habita.
Hay miradas que cuando se cruzan con la tuya, te invitan a quedarse a vivir en ellas. Otras, sin embargo, te echan a patadas.
Miradas hacia fuera. Miradas interiores, que suelen ser las propias. Miradas que escrutan hasta el último rincón de tu alma.
Miradas que leen las que tienen enfrente. Miradas que son ventanas abiertas de par en par  al corazón de sus dueños.
Miradas continentes, ésas que retienen las penas y las lágrimas que éstas le originan. 

(Imagen sacada de Internet)

Ojos de distintos colores y formas en los que anidan miradas maravillosas, o terribles.  Miradas que son el espejo del alma de quienes así miran. Miradas que reflejan, como espejos, el alma del que tienen frente a ellas.
Miradas, territorios sin límites, profundos, por descubrir.


P.D. Esta vez he tardado un poco más en incluir una entrada. Hay momentos en los que, más que contar, te  apetece recorrer con tu mirada lo que otros cuentan.
Echaba de menos escribir, espero que ustedes también me hayan echado  un poquito de menos.
Intenten compartir con los demás su mirada más bonita.











6 comentarios:

  1. Se te ha echado de menos, desde luego.
    Yo me quedo con la mirada que besa y con la sorpresa de tus versos.

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    1. Gracias, Pedro. Yo también echaba de menos escribir, aunque me seguía asomando a otras ventanas.

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  2. Miradas, sólo las buenas.
    Un poema rescatado, una joya que habías olvidado. Me asomé a tu ventana y te eché de menos.
    Besos amiga

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    1. Gracias. Las verdaderas joyas son las de los grandes poetas que nos enseñan a mirar y a convertir en bellas palabras lo que vemos.
      Un abrazo.

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