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domingo, 8 de mayo de 2016

EQUILIBRISTAS

"CLASE DE BALLET 1881"
De Edgar Degas



Siempre he admirado a los bailarines de ballet. Son una especie de equilibristas sobre las puntas de sus pies, con la dificultad añadida de hacerlo guardando una estética. Cada movimiento además de precisión, tiene que ser realizado de una manera bella. 
Muchos son los que empiezan ya desde niños, normalmente por decisión de los padres. De ésos algunos descubrirán que realmente les gusta, otros acabarán dejándolo. Hay que reconocer que tiene que ser duro, sobre todo cuando se va avanzando. Ensayos, posibles caídas, alguna que otra fractura. Pero cuando hablas con alguno de ellos, no te mencionan esa parte, hablan con ilusión de lo que están aprendiendo y hasta dónde quieren llegar. Incluso te mencionan algún bailarín ya consagrado al que querrían parecerse.
Al contemplar el bello cuadro de Degas, me ha venido a la mente la hija de unos familiares que, con a penas seis añitos, comenzó a dar clases de ballet. Me gustaba mirarla mientras bajaba las escaleras. Solía ponerme detrás de ella sólo para poder contemplar con qué arte lo hacía. Extendía su corta pierna, luego estiraba su pequeño pie, dejándolo en el aire durante unos segundos y lo posaba después, con tanto cuidado, que parecía caminar sin tocar el suelo. El cuerpo erguido. La cabeza en alto, mirando al frente, los brazos un poco separados del cuerpo. Era como un pequeño cisne en su plenitud. Cuando se integraba al grupo de los que la acompañábamos, parecía aterrizar de un lugar inalcanzable para nosotros. Allí sólo podía estar ella y los que como ella, eran capaces de levitar.
En la danza, como en la vida, lo difícil es mantener el equilibrio.

Hace unos días, por casualidad, descubrí una serie en la Sexta titulada "Merlí". Éste es el nombre de un profesor de filosofía en un instituto, papel muy bien interpretado por el actor David Solans. 


"Merlí"
(Imgen sacada de Internet)

Un profesor bastante atípico que revoluciona a sus alumnos con su peculiar estilo de dar las clases. Él despierta sus mentes pensantes, aunque para ello tenga que remover viejas doctrinas, viejos miedos. 
Parece de carácter tosco. Casi siempre va ceñudo por la vida, pero en cuanto se le trata, aparece el hombre comprometido, honesto que es. Capaz, incluso, de esbozar una sonrisa.
Su verdadero problema es que no tiene miedo a decir lo que piensa y eso, en un principio, choca en sus alumnos, aunque con quien realmente le enfrenta es con los padres que, a su vez, le enfrentan a sus superiores con sus quejas.
El señor Merlí está en las Antípodas de los bailarines de ballet. Él no camina posando levemente sus pies, lo hace con tanta firmeza y seguridad, que parece que quisiera aplastarte. No se para en estéticas, tiene la suya propia. Pero cuando habla, en cada palabra que dice hay mucha verdad.
Los jueves a las 22,30. No se lo pierdan.

6 comentarios:

  1. ¡Cuantas veces andamos de puntas por la vida! Nos duelen los dedos pero esbozamos una sonrisa para la galería. El mundo del ballet está también lleno de sonrisas estereotipadas y de frustraciones cuando el ejercicio no sale perfecto. No me parece una buena idea llevar a una niña a algo tan duro a no ser que ella lo elija y quiera seguir después de conocer su cruz. No merece la pena, hay muy pocas Paulovas por el mundo. Es mi manera de pensar.
    Ese profesor televisivo es mejor espejo, llevas razón. Los jueves salgo de clase a las diez y cuando llego a casa no oso coger el mando...
    Besos amiga caminante, ya te echaba de menos.

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    1. A los niños a veces se les impone actividades que realmente no han pedido. En cuanto a los adultos, más de una vez nos toca en la vida hacer alguna que otra cabriola, y como tú dices, con una sonrisa para la galería.
      Las veces que he visto la serie, ya estaba empezada. Pero aunque sea a trocitos, ese profesor ha conseguido que quiera estar en su clase.
      Yo también echaba de menos volver a teclear. Las obligaciones de la vida real se imponen.
      Gracias por echarme de menos y un abrazo laaaargo, como tus caminatas.

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  2. ¡El ballet! Quién supiera vencer la gravedad...
    Besos.

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    1. ... ingrávidos para dejar que sea el viento quien les meza. O quizá es al contrario y de lo que se trata es de tener un gran auto-control del propio cuerpo.
      Saludos.

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  3. Me gusta Degas, y sobre todos sus cuadros, los de bailarinas. Y también veo la serie de Merlí, y aunque no soy muy de series esta me enganchó, me parece bien hecha y entretenida, el tema aunque conocido es interesante, y bien contado.
    Me parece muy acertado que unas las dos cosas precisamente por lo opuestas que son, y que en casos, pueden convivir perfectamente. Y será casualidad, pero ahora recuerdo que el hijo del profesor Merlí, toma clases de Ballet, no pueden estar más juntas la rudeza y la delicadeza, aunque esto es en la ficción.
    Muy bueno tu poder de observación.

    Abrazos.

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    1. Tengo un paraguas, que me regalaron, con una reproducción de un cuadro de Degas, también de bailarinas. No importa que el cielo esté lleno de nubarrones oscuros, cuando lo abro, todo se llena de luz.
      A veces lo opuesto vive junto. Las mismas manos toscas que pueden arañar la tierra, son capaces de acariciar la cara de un niño con toda la ternura del mundo.
      Gracias por tu visita.
      Un abrazo.

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