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viernes, 8 de abril de 2016

EL DON DE VER

"LE CAFE"
De Georges Croegaert


Llevo días de retraso en mis lecturas, en mis entradas, en esa parte de la vida que hasta hace poco era su alimento . Ahora los problemas parecen haberse acumulado y a codazo limpio, están intentando echar de ella los pequeños momentos placenteros. Voy a intentar con todas mis fuerzas que no lo consigan.
Hoy traigo un cuadro, cuyo personaje central me ha recordado a otros. Uno de una película y otros dos de un libro. Pero vamos por partes, que no quiero amontonarme.
El cuadro que encabeza esta entrada se titula: "El Café". Es obra de un pintor que nació en 1848 en Amberes (Bélgica) y murió en 1923 en París (Francia). Pintor asociado al clasicismo y al arte anticlerical. Muchos de sus retratos eran femeninos.
La escena que en él podemos contemplar la forman pequeños grupos en los que a la vez, se producen pequeñas y diferentes escenas. Hay un hombre en el lado derecho del que sólo podemos ver sus piernas y su sombrero de copa, que asoma por encima de uno de esos periódicos de gran tamaño, y que cubre el resto de su persona. Justo a la vuelta de la esquina, tenemos a otro hombre, del que sí podemos contemplar su perfil. Frente a él, un camarero se acerca hacia las mesas para comenzar a servir. 
En la parte más cercana a nosotros de la terraza del café, hay dos mesas, en la de la izquierda un hombre de negro con su chistera parece estar ensimismado en sus pensamientos. O quizá lo que haga es contemplar a los de la mesa cercana a la suya. ¿Estará su mirada centrada en el hombre pensante, personaje central del cuadro? Frente a él hay una mujer de la que debemos adivinar su expresión, pues nos da la espalda. ¿Es sensación mía, o está intentando escuchar lo que las dos mujeres que tiene en la mesa cercana a la suya parecen cotillear?
Pero de todos los personajes, sin duda, el que más me atrae es el hombre protagonista central de la pintura. El que posa su brazo derecho en la mesa. Brazo en el que descansa su cabeza. No se sabe con certeza si lo que hace es contemplar algo que tiene en su mano, o simplemente centrarse en sus pensamientos. Su rostro parece más actual. De nuestra época más que de la suya. Es un hombre atractivo.
Yo tenía un tío que cada vez que me veía pensativa, me decía: Te doy una moneda por tus pensamientos. Yo nunca se los conté, claro.
Me pregunto en qué estará pensando. Su aspecto me ha recordado a otro personaje, el que interpreta Antonio Banderas (Marcelino Sanz de Sautuola) en la película "Altamira". Película que ha debido ser un fracaso de recaudación, pero que a mí particularmente me ha gustado. Su luz, su vestuario. Pero sobre todo de lo que habla. De la eterna lucha de los hombres que son capaces de ver más allá de lo que ven el resto de los mortales. Las dificultades que siempre tienen en demostrar que lo que nos han vendido como verdad absoluta e incuestionable, quizá no lo sea tanto. Porque los descubrimientos que se hacen cada día, pueden hacer temblar los cimientos de esa verdad institucionalizada. 
Hay gente que tiene el don de ver, y eso en una sociedad llena de gente anidada en su ceguera, puede acarrearles más de un problema. Marcelino Sanz es un hombre de vida acomodada, que podría haberse dedicado a disfrutarla junto a su mujer Conchita, (papel interpretado por la guapa actriz Golshifteh Farahani), sin más. Pero a él le gustaba saber. Se hacía constantes preguntas que le llevaban a respuestas, con las que nunca acababa de saciarse, así que tenía que seguir buscando. Y fue así como un día descubrió unas pinturas que estaban en el techo de una cueva. Ese descubrimiento parecía incluso poner en evidencia la, hasta entonces, irrebatible  creencia del origen del hombre. Y con la iglesia topó. Rupert Everett pone cuerpo y rostro al personaje del religioso que será uno de sus mayores detractores. No escatimará en recursos, incluso llegará a utilizar a la bella esposa del señor Sanz para conseguirlo. Pero no será su único perseguidor. Alguno de ellos surgirá del propio grupo de científicos, lo que le acabará hundiendo.
Este personaje me ha remitido a otros dos, femeninos en este caso, protagonistas de la novela de Tracy Chavalier titulada en su versión original como "Remarkable Creatures" y traducida inexplicablemente como: "Las Huellas de la Vida". Esos personajes son Mary Anning, que posee el don de "el ojo", para captar en la playa cercana a su casa,  fósiles que nadie más puede ver. Ésto en lugar de dotarla de la felicidad del reconocimiento, lo que hace es enfrentarla a las autoridades religiosas, al cotilleo de la gente de su ciudad, pero también a iluminar el mundo científico. La otra mujer protagonista, Elizabeth Philpot, le ayudará en sus descubrimientos, pero también con su amistad.
Según el antiguo refrán: "Ojos que no ven, corazón que no padece". ¿No es una ironía que a aquellos que son capaces de ver y poseen la generosidad de compartir con el resto de nosotros sus descubrimientos, se les haga padecer por ello?


11 comentarios:

  1. hola! hermoso tu blog recien descubierto mirando la entrada de virginia wolf de un blog amigo. tus reseñas son encantadoras. nos quedamos un rato y te damos la bienvenida desde argentina, nuestro cariño. amamos el cafe y todo lo relacionado con el, fotos, lecturas, dibujos, tazas,.todo!

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    1. Hola!, gracias por vuestras amables palabras. Me ha hecho mucha ilusión recibir un comentario desde, nada menos que Argentina. Podéis quedaros aquí lo que gustéis, es vuestra casa, como la de cualquiera que quiera asomarse a esta pequeña ventana, y disfrutar del trocito de belleza que hay en ella en forma de pinturas y palabras. Os doy la bienvenida y un abrazo cariñoso.
      Me he pasado por vuestro blog, me parecen fantásticas vuestras aficiones, algunas de ellas las comparto totalmente (como la del chocolate).
      Las imágenes son bellísimas. Me quedo con la del Doctor Cornelius, mitad científico, mitad duende.
      Un abrazo grande.

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  2. Tengo pendiente ver Altamira...es cierto que me echa un poco para atrás, ciertos aspectos, y críticas que he leído, pero tras leerte, puede que le dé una oportunidad. Hay cuadros que dicen más cuanto más los miras...lo bonito es irlos descubriendo. Recuerdo haberme quedado horas admirando a la Dama de Shallot, en Londres. Un cuadro que además, ha removido tantas historias...en casa tengo una copia, pero no se acerca a la gran belleza que obviamente, inspira el original.
    A disfrutar de lo que nos rodea, y espero que los asuntos personales, mejoren.
    Un abrazo.

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  3. El cuadro que mencionas es de una inmensa belleza. Tiene muchos elementos alrededor del personaje principal. Como dices, lleva mucho tiempo el descubrirlos. La expresión de la dama de Shallot a mí siempre me produce tristeza, parece tener tantos enigmas en él.
    Gracias por tu visita y por tus buenos deseos, María.
    Un abrazo.

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  4. Espero que lo personal se resuelva, amiga de caminos.
    Unas veces hablamos, otras nos metemos en nuestros pensamientos, como en el cuadro. Una moneda por tus pensamientos, como te decía tu tío.
    Las cuevas de Altamira son un gran espectáculo, es una pena no poder ver las auténticas. Yo tuve ese privilegio tres veces cuando se podía. Gracias a don Marcelino, a su tesón y atrevimiento. Aguantó que le llamaran farsante y de todo, menos guapo. Personas como él abren los ojos a los demás.
    Besos, sigamos con el alimento vital de la lectura y la escritura.

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    1. A mí también me ha ocurrido alguna vez que al ver a alguien sumido en sus pensamientos me he preguntado dónde estaría esa persona en esos momentos.
      Me han gustado los efectos que han utilizado en la película para dar vida a las pinturas de Altamira. Son imágenes muy bellas. Don Marcelino tenía una mirada abierta a todo lo que le rodeaba. Era un captador de belleza.
      Seguiremos con el alimento vital de la lectura y la escritura, y con el espiritual de los buenos paseos.
      Un abrazo grande, amiga.

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    2. gracias, te esperamos siempre en" la morada del buho lector", mira que hay otros buhos pululando por alli! saludosbuhos, sumate a la lista de seguidores, por favor a si te tenemos bien a la vista.

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  5. Guarda siempre unas horas para ti, por muchos que sean los problemas. Te lo agradeceremos quienes te leemos.

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  6. Estoy empezando a hacerlo, a pesar de todo lo que me rodea. Es necesario defender tu atalaya del tiempo y de las aficiones, como si de un fuerte se tratara. Con uñas y dientes.
    Gracias a ti, Pedro, y a todos los demás por leerme y por aportar vuestros puntos de vista tan abiertos y llenos de conocimiento.
    Un abrazo.

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  7. Por fin parece que puedo poner comentarios en tu blog.
    Me has hecho recordar la única vez que he visto las cuevas de Altamira en mi vida. Y seguramente tu estabas ahi ese día. Fue en tercero de EGB, de excursión con el colegio...¿Te acuerdas?
    A ver si en unas de mis vacaciones hacemos una escapadita y nos vamos a verlas juntas otra vez.
    Un abrazo grandoteeee

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    1. Hoooola MJ! No, yo no fui a ninguna excursión con el cole, excepto cuando íbamos al campo antes de las vacaciones de verano. A mi madre le daba por pensar que podía pasarnos algo en el viaje, y nunca nos dejó ir más allá del Monasterio de Piedra. Todavía no le he perdonado las oportunidades de convivencia que nos hizo perder.
      Me ha alegrado mucho tu visita. Un abrazo con mucho cariño para ti y para la buena gente que te rodea.

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