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lunes, 16 de febrero de 2015

ESOS ENANOS LOCOS

Me acerco al mostrador de la librería para recoger un libro que había encargado. A mi lado un niño juguetea con un cuento que su madre está a punto de comprarle. La dependienta le coge el libro, para pasarlo por la máquina registradora. El chaval se entretiene mirando unos marcapáginas que tienen expuestos dentro de un bote, que descansa en un rincón del mostrador.
Tenemos alguno infantil, si lo prefieres -le indica la dependienta. Entonces se agacha y saca un señalizador lleno de muñecos, de alguna estantería bajo el mostrador. Se lo entrega al niño con una sonrisa.
¿Has visto qué bonito? -le dice la madre.
No me gusta -sentencia el crío.
Oye -parece reprocharle la madre-, eso no se dice.

 

Estoy esperando a que un semáforo de una calle céntrica de mi ciudad se ponga en verde.  En la acera de enfrente una niña que lleva unas orejas de Micky Mouse de chispeante luz intermitente sobre la cabeza, espera a cruzar agarrada de la mano de la que parece ser su madre. Un espontáneo comienza a cruzar antes de que el semáforo cambie de color.
-¡Oye -grita la niña-, que no puedes pasar!.  ¡Que está en rojo!.
Calla, loca -le dice la mujer que está con ella. No grites así.
La niña se pone aún más nerviosa, lo que parece acelerar la intermitencia de sus orejas ratoniles.
Pero es que está en rojo -insiste.

Estoy pasando la tarde con unos amigos que tienen dos niños. La madre empieza a hablar sobre los disfraces para el Carnaval.
¿Qué disfraz pensáis que me podría ir bien a mí? -pregunta.
El de bruja -contesta escuetamente el más pequeño de los chavales.
El aire se tensa. El sonido de una risilla nerviosa envuelve la estancia.

Ya saben cómo son los niños. Esos enanos locos que nos llenan de alegría, y a veces nos quitan el sueño. No importa el maquillaje, ni la máscara que se les ponga. Sea cual sea su disfraz, son incapaces de dejar de ser ellos mismos.

Hay un hada que ofrece
tres deseos
a cambio de una rosa.

Hay princesas dormidas
y príncipes azules
que galopan.

Hay dragones con alas
que, en vez de echar fuego,
soplan.

Hay brujas que en otoño
barren la hojarasca
con su escoba.

Y hay un viejo muy viejo
que va al bosque a por leña,
y en su choza,
el amor de la lumbre,
cuenta todos los cuentos
que se le antojan.

"EL BOSQUE ENCANTADO" sacado del libro de poemas "Las Palabras que se Lleva el Viento" de Juan Carlos Martín Ramos.


Niños Disfrazados
(Imagen sacada de Internet)



Esta entrada se la dedico a todos los niños del mundo,  sin límite de edad.

2 comentarios:

  1. La sinceridad de un niño es aplastante. Y qué mal ejemplo les damos, lo del semáforo ocurre muy a menudo en esta ciudad donde lo normal es saltarse el semáforo si no hay coches a la vista. Yo, mea culpa, paso en rojo y cuántas veces pienso: esto no lo hacías en el paso de Atocha. En Atocha un burgalés se siente como el Paco Martínez Soria de "La ciudad no es para mí", con la cesta de los pollos. ¡Ay que estoy a la mitad y ya se ha cambiado!
    Esos locos bajitos nos dan lecciones. Que todos los niños puedan ser niños y que habiten su bosque encantado.

    Besos, amiga caminante.

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    1. El mea culpa también va por mí. Cuando procuro aguantarme las prisas y no pasar, es cuando tengo algún niño cerca. He visto la contrariedad que les causamos continuamente. Tiene que ser difícil para ellos entender que lo que les pedimos a ellos que hagan, nosotros no lo hacemos. ¡Es una locura!
      Ojalá que todos los niños puedan habitar el bosque de su niñez y disfrutar de él plenamente.
      Un abrazo grande, compañera de camino.

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