Mi lista de blogs

domingo, 22 de diciembre de 2013

CUENTO INACABADO DE NAVIDAD



Una fría noche de Diciembre de hace muchos, muchos años,  en una pequeña aldea rodeada de montañas y con espesos bosques y verdes prados cubiertos de nieve,  nació un niño del que empezó a correr el rumor, que era mitad humano, mitad divino. Se decía que los espíritus de los antiguos moradores de los bosques que rodeaban la aldea, le habían bendecido con la energía de los cielos, la velocidad del rayo, la rapidez del viento, la profundidad del mar, la luminosidad del sol, el resplandor de la luna, el brillo del fuego, la estabilidad de la tierra, y la firmeza de la roca.
Como nació sin ninguna posesión material, uno de los hombres de la aldea decidió hacerse cargo del cuidado del niño y de la madre.
Fue tanto el revuelo que el nacimiento de ese niño causó, que los poderosos del lugar vieron una amenaza en él y, decidieron que debía desaparecer. Así las cosas, la nueva familia tuvo que huir de la aldea, y se vieron obligados a emigrar de un lugar a otro.
Cuando ese niño se hizo adulto, empezó a hablar a todo el que quería escucharle. Habló de libertad, de amor y respeto a uno mismo y a los demás, como semejantes que uno y otros eran. Pero sobre todo, habló de vivir sin temor a nadie ni a nada.
Al principio, fueron sólo unos pocos los que se pararon a escucharle, pero luego se extendió el poder de sus palabras, la atracción que su presencia irradiaba, y fue consiguiendo que mucha más gente le escuchara y siguiera. Y cuando alguno de sus seguidores le decía que admiraba esa parte divina que poseía, él humildemente respondía que esa parte la poseían todos los seres humanos.
Fue tal su poder de atracción, que nuevamente los poderosos vieron en él no sólo una gran osadía, -¡ cómo se le podía ocurrir hablar de libertad y de igualdad!-,  sino un gran peligro, pues aconsejaba a la gente que viviera sin miedo. Y fue eso, precisamente, lo que le condenó a ser perseguido hasta ser arrestado.
Tras uno de los más bochornosos y corruptos juicios que se han celebrado nunca, ese niño,  que ya estaba en la treintena, fue condenado a morir de forma violenta.
Si bien es verdad que acabaron destruyendo su cuerpo, no pudieron hacer lo mismo con su espíritu, pues como he dicho al principio de esta historia, nuestro protagonista nació con una parte humana y otra divina. Y fue ésta última la que quedó intacta.
Los poderosos no han dejado, desde entonces, de intentar destruir todo lo que les recordara el mensaje que aquel hombre bueno había extendido allá por donde iba.  Y lo han hecho utilizando diversas estrategias como las guerras mundiales, o las nacionales. Creando conflictos entre personas de distintas etnias y creencias, sembrando el miedo, la desconfianza mutua, la miseria y la ignorancia. Pero debido a esa parte divina que todo ser humano tiene en herencia, en cada conflicto, en cada situación desesperada, surge alguien que rompe las reglas que los poderosos quieren imponer y, actúa regido sólo por su conciencia. Por eso hay pilotos de aviones militares que en lugar de bombas, dejan caer desde sus aviones de guerra, alimentos y medicinas. Y soldados que en lugar de disparar balas, reparten tabletas de chocolate, y juguetes para los niños que viven en países destrozados por la ambición de unos pocos. Por eso existen médicos y enfermeras que curan a las personas que lo necesitan, sin importarles de qué nacionalidad, raza o creencia sean, y sin preocuparse de que no tengan un puñado de papeles en regla. Por eso hay profesores que enseñan todo lo que saben, sin cobrar las clases a la gente que no podría pagárselas. Por eso surgen personas que se agrupan para luchar contra la especulación y destrucción de los bosques, montes y mares. Por eso hay gente que cuando se entera de que en un sorteo les ha tocado una cesta de Navidad, deciden donársela a otra familia más necesitada que la suya. Por eso aparecen perros-flauta dispuestos a informar a la gente y evitar que se les siga engañando y manipulando. Por eso han habido, y hay, hombres que sin importarles que puedan quitarles la libertad, incluso la vida, han seguido dando el mensaje de aquel niño divino. Personas como Gandhi, Martin Luther King, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Nelson Mandela. Y otros muchos cuyos nombres no conoceremos quizás jamas, pero que en su labor diaria y anónima, dejan aflorar esa parte divina que todos hemos heredado.
Y así ha ido creciendo la ola de gente buena, a la par que la ambición y corrupción de los poderosos. 
Y,  colorín, colorado... Este cuento, aún no ha acabado.


P.D. Dedico esta historia a toda la buena gente que hay en el mundo, que es mucha, con mis mejores deseos de que pasen una muy Feliz Navidad, y que el Año Nuevo les traiga salud, alegría, y fuerza, para que sigan siendo como han sido hasta ahora.
¡ARRIBA LA GENTE BUENA DEL MUNDO!.

Para los otros, los corruptos, que utilizan el poder y el dinero que tienen en sembrar la miseria y la ignorancia, incluso en países enteros, para esos también tengo un deseo. Que el Espíritu de la Navidad ilumine sus espejos, y cuando se vayan a mirar en ellos, (conociendo el enorme ego que todos ellos poseen, supongo que lo harán varias veces al cabo del día), les devuelva con toda claridad, el reflejo de  su verdadero rostro.

2 comentarios:

  1. En efecto, los poderosos siempre intentan destruir cualquier mensaje de esperanza. Por eso mismo, hay que unirse en las cosas esenciales.
    Felices días.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Felices días también para tí Pedro. Y gracias por estar ahí con tu mirada siempre atenta en las pequeñas-grandes cosas.

      Eliminar