EL APACHE, 1906
Fotografía de Edward S. Curtis
Uno de los mejores libros que durante mi vida he recibido de manos de mis amigos, es el titulado "Los Indios de Norteamérica" de Edward S. Curtis. En él se recopilan palabras de ellos, algunas en forma de poemas, y unas fotografías preciosas en tonos ocres, lo que les da mayor intensidad. Desde que abrí ese libro por pimera vez, mi fotografía preferida fue, y sigue siendo, la que les he puesto encabezando esta entrada. Es una imagen que, en esos momentos en los que parecía que todo a mi alrededor se estuviera moviendo a la velocidad de un cetrifugado, me dio una paz inmensa.
En ella se ve a un indio, apache, sobre las piedras que hay cerca de la orilla de un río. La figura humana está tan mimetizada con el paisaje, que parece un elemento más de él. Si se fijan en sus pies, no se sabe dónde empiezan éstos y donde han acabado las piedras. Toda la figura es como un dios griego. Las piernas, muy bien formadas, sostienen un cuerpo atlético. Sobre los hombros y cubriendo parte de la espalda, descansa su melena. Coronando la cabeza, se ve una especie de gorro que parece hecho de alguna clase de piel.
En la mano derecha el hombre sostiene algo que, por su color claro, hace que tus ojos se posen sobre el objeto, a pesar de su pequeño tamaño.
Del rostro, por su postura de perfil, apenas se puede ver alguna de sus facciones. Casi adivinamos su frente y parte de sus cejas. La nariz sobresale algo más, mostrándonos su punta un tanto respingona. A la sombra de ésta, se intuyen los labios carnosos que forman la boca.
El hombre parece totalmente atraído por algo. No sabemos el qué.
A su derecha, bordeando el río, se ve la frondosidad de la vegetación del lugar, en forma de arbustos más cerca del agua y, de árboles, más alejados de ella, que parecen querer verse reflejados en el río, intentando asomarse sobre los primeros.
Todo parece estar en equilibrio. Hay armonía entre el paisaje y quien lo habita. Aunque la fotografía no posee sonido, se puede adivinar de qué naturaleza será éste. Depende también de la imaginación que cada uno ponga en la contemplación de la imagen. Yo me imagino silencio, apenas perturbado por el correr de las aguas. Quizá en algún momento el canto de algún pájaro responda al lenguaje de éstas. ¿Será eso, un pájaro, lo que el hombre está contemplando con tanta atención?
Silencio. ¡Cúantas veces lo he extrañado! Ahora mismo, según escribo estas líneas, tengo que soportar el sonido de la radio que un vecino que vive al lado, parece quererme imponer a toda costa. Pero no lo va a conseguir.
Vuelvo a la fotografía. Vuelvo a la paz de ese lugar. Ya solo oigo el río. Miro hacia donde está mirando ese apache, y unas bellas palabras sobre el silencio, empiezan a brotar de no se sabe dónde.
El silencio es el equilibrio absoluto entre el cuerpo, el espíritu y el alma. El hombe que preserva la unidad de su ser se mantendrá siempre sereno e inquebrantable ante las adversidades de la existencia --ni una sola hoja moviéndose en el árbol, ni una sola ondulación en la superficie centelleante del lago--: ésta debe ser, según el sabio iletrado, la actiud ideal y la mejor conducta en la vida.
Si le preguntáis: <<¿Qué es el silencio?>>, os contestará: <<¡Es el Gran Misterio!>>; <<¡El silencio sagrado es Su Voz!>>
Si preguntáis: <<¿Cúales son los frutos del silencio?>>, os dirá: <<El dominio de uno mismo, el valor verdadero o la resistencia, la paciencia, la dignidad y el respeto. El silencio es la piedra angular del carácter.>>
(Palabras de Ohiyesa,escritor indio contemporáneo. Sacadas del libro: "Palabras de los Indios Norteamericanos". Seleccionadas y presentadas por Michel Piquemal")
En equilibrio porque viven en sintonía con la Naturaleza.
ResponderEliminarBesos, amiga caminante.
Eso es precisamente lo que nosotros hemos perdido, el contacto con la naturaleza. Ahora cuando la gente va al campo, se lleva toda la tecnología encima. ¿Cómo se puede oir el canto de los pájaros o la corriente del agua del río con los cascos puestos?
ResponderEliminarYa ni siquiera nos escuchamos los unos a los otros.
Esta foto muestra como el hombre puede estar totalmente integrado en la naturaleza, más aún ser ella misma. Por eso me gusta tanto.
Un abrazo Abejita andante.