"Cajero con Monedas" de
Gabriel-Germain Joncherie
Acabo de leer una novela que recomiendo por su calidad: "La Balada del Abuelo Palancas" de Félix Grande. Es una de esas novelas que se quedan en la cabeza y en el corazón para siempre. Llama la atención la riqueza de lenguaje que ha demostrado poseer el autor. Se nota su vena de poeta. Pero es que además se puede considerar un documento histórico, porque por medio de la vida de sus personajes, nos hace viajar a través de la historia de España en unos años, todo sea dicho de paso, durísimos. Comienza allá por los años veinte. El señor Grande nos cuenta la historia utilizando la voz del hijo de el Palancas. Es a través de los recuerdos que de su padre tiene, y que va relatándole a la vez a su propio hijo, como vamos siendo introducidos en la historia de esta familia y la de su país, que es el nuestro.
La familia de el Palancas es de origen humilde pero nos dan una verdadera lección de honestidad, de valentía, de orgullo. No hay página de la que no se pueda sacar un buen consejo para encarar la vida con una dignidad que ahora parece que algunos han olvidado que poseen.
Ayer sin ir más lejos, en un programa de televisión se comentó que un joven anunciaba en Twitter, con no poco orgullo, que su padre le había dado veinte euros para que votara al PP en estas últimas Elecciones al Parlamento Europeo. Parece ser que el chico aceptó, y como digo, se sentía tan orgulloso de ello, que decidió debía compartirlo con el resto del planeta.
Al oir esta noticia, me vino inmediatamente a la cabeza la historia del abuelo Palancas, y pensé lo que habían cambiado las cosas en unos años. No he podido resistir la tentación y he buscado entre las páginas de la novela que les comento, un fragmento, que bien podría servir de consejo para la criatura que tan feliz se siente de haber aceptado un soborno, evitando así tener que hacer un ejercicio de madurez, esto es, pensar y decidir por él mismo. Y que, igualmente, podría ser un buen consejo para el papa de la feliz y descerebrada criatura que, con ese gesto de aparente generosidad, ha reducido a su hijo a algo parecido a una máquina tragaperras. Y sabido es que las máquinas, por mucho dinero que tengan dentro, carecen de cerebro y de alma.
El fragmento que les menciono es el siguiente:
"... y lo que distingue a un cantamañanas de un hombre que se toma la vida en serio, es justamente eso: que el cantamañanas convierte su vida en una chapuza pero que el hombre de verdad, el que tiene pundonor como lo tienen los buenos toreros, sabe que cuando hay que hacer una cosa a su propio servicio o al servicio de sus semejantes, que son tan sagrados como él, o hace bien esa cosa, o aprende a hacerla bien antes de hacerla, o la deja sin hacer y aprende la humildad de que la haga otro que sí sepa." (página 229).
Éstas son palabras de el abuelo Palancas, un hombre que no había podido recibir educación académica, pero que tenía la sabiduría que da la vida, y un sentido de la honradez como pocos.
No se pierdan esta joya literaria.
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