"Una Pequeña Persuasión"
de William Adolphe Bouguereau
Ultimamente parece que todo intento de expresión o queja está prohibido, incluso perseguido. Y lo peor es que a veces esa prohibición ha sido disimuladamente transmitida con mensajes que querían dar a entender que esa prohibición se hacía por el bien común.
Hace un tiempo, cuando la mayor amenaza de crisis que tenía este país era la de una gripe a nivel nacional, descubrí mientras esperaba en la cola de una entidad bancaria, un cartelito que advertía a los clientes que para evitar el contagio de la gripe, se evitara el contacto físico y ponía como ejemplo el no estrecharse la mano, el hablar a cierta distancia, y en caso de toser o estornudar, cubrirse la cara, (esto último, creo, sería más una cuestión de buena educación). Incluso creo recordar que en éste último caso, aconsejaban el uso de mascarilla.
A mí me entró la risa floja. Por una parte me pregunté cómo una entidad financiera podía dar esos consejos, sería más lógico que este tipo de carteles se pusiera en la sala de espera de un consulta médica, por ejemplo. Por otro, empecé a recordar lo que había leído sobre la importancia de la expresión de acercamiento, incluso de afecto entre las personas, en distintas situaciones. Y cómo en algunos países, se utilizaba este tipo de prohibición para dar a la población una sensación de desamparo, de aislamiento, lo que les convertía en individuos más frágiles. Y puesta a pensar, (desde que han reducido el personal de atención al público en las entidades bancarias, tienes mucho tiempo para hacerlo mientras esperas a que te atiendan), pensé si ese consejo iba también dirigido a todas esas personas que, desde sus puestos en diferentes entidades bancarias, ofrecieron a los clientes que habían depositado su confianza y sus ahorros en dichas entidades, productos tóxicos tales como las tan, ya famosas, participaciones preferentes. ¿Se les obligaría a esas personas a evitar el contacto con sus clientes, mediante el uso de mascarillas o incluso guantes, para evitar que transmtieran todos sus "virus" a esos clientes?
El estrecharse la mano ha sido siempre una muestra de buena intención. Se originó hace mucho, mucho tiempo, como un gesto para mostrar que las manos no cargaban armas. Puesto que las mías no van armadas, no voy a dejar de estrechar mi mano a todo aquel que me extienda la suya cargada de buenas intenciones.
Y en cuanto a la gripe, que no se preocupe el personal de ninguna entidad bancaria, sabemos a dónde acudir para que nos la curen en caso de cogerla. Son ellos los que deberían poner cuidado para evitar transmitir otros males mayores a la sociedad.
Algunas entidades sí que resultaron tóxicas, firme usted este papelito...
ResponderEliminarUn abrazo
Cúanto engaño. Y qué manía con utilizar conceptos que nadie entiende, o que dan pie a entender el signigicado justamente contrario a la realidad.
ResponderEliminarY encima dicen que el enemigo es el contagio de la gripe.
Un abrazo.