"MAÑANA DE DOMINGO"
De Jozef Israels
En estos días previos a las fiestas navideñas, siempre he deseado alejarme del bullicio. Como un caracol que cuando ve movimiento a su alrededor, se recoge en sí mismo, intentando hacerse invisible.
Cuando alguien me ha preguntado cúales serían para mí las navidades ideales, siempre he contestado lo mismo: descansar en una cabaña en mitad del bosque. Una buena chimenea, algo de comer en la despensa, y una pequeña biblioteca a la que ir arrancando historias. Si todo esto lo pudiera compartir con una buena compañía, mejor, claro. Pero tampoco me importaría pasar unos días retirada de todo y de todos.
Para mí, uno de los momentos mejores de la lectura, es cuando cierro el libro tras haber leído unas cuantas páginas, y reflexiono sobre lo que el autor me ha estado contando. Levanto la vista mirando hacia ninguna parte, y pienso: que bella frase ha construído o, por el contrario, ésto yo lo hubiera dicho de otra manera, (así de atrevida soy cuando leo). A veces la duda también acecha entre líneas, ¿qué habrá querido decir con esta expresión? ¿Tendrá este comentario una segunda intención que no acabo de captar? Y así pasar las horas. Dejar que el tiempo me adelante, sin tener la necesidad de perseguirle. Quietud, silencio. Belleza con forma de palabra, con aspecto de naturaleza. Tierra, madera, hierba. Hojas, río, aire. Lluvia, frío, nieve.
Que los árboles que rodeasen mi cabaña, tuvieran como únicos adornos navideños los débiles rayos del sol en la mañana, o el plateado brillo de las estrellas en la oscura noche. Y que el sonido de sus ramas azotadas por el viento, fueran el único villancico que me amenizara estos días.
Leer, pasear, escribir, reflexionar. Leer.
Que el crepitar de la leña en la chimenea intentase sacarme la cabeza de entre las páginas de un libro, recordándome que debería retirar la tetera, antes que, enfadado, con su calor, el fuego la hiciera estallar.
Tiempo. Tiempo para descansar, disfrutar, perder. Sin remordimientos. Que cuando llegase la noche, la invitase a quedarse conmigo, compartiendo con ella varias tazas de té, más allá de la madrugada. Tiempo. Tiempo para poder disfrutar de esos momentos, ya tan míos, a base de recrearlos una y otra vez en mi mente.
Yo también desearía eso. Tiempo y tranquilidad. Una casa en el campo, una chimenea, libros, reflexiones, soledad a ratos y compañía a ratos.
ResponderEliminarDesde un piso en la ciudad, leemos cuando nos dejan y soñamos.
Hay que levantarse para buscar otro tronco de leña...limpiar cenizas, el tiro...
Un abrazo, amiga paseante. ¡Feliz Navidad!
Me encanta, Angeles, con que facilidad me devuelves a la tierra. Pues claro que habría que limpiar las cenizas, y poner nuevos troncos de leña, pero eso es parte de su encanto. Ahora es todo más higiénico, más cómodo, que está bien, ¿pero qué tiene de malo lo otro?. Cada forma de vida tiene dos caras. A cambio de todo lo demás, creo que merece la pena tener que cuidar del tiro, ¿no te parece?
EliminarTe deseo que pases una muy Feliz Navidad.
Un abrazo grande.
Que sigas teniendo esos momentos, tan necesarios, de vez en cuando.
ResponderEliminarFeliz Navidad
Besos.
Yo también te deseo que puedas vivir todo aquello que alguna vez has deseado. Y que pases una muy Feliz Navidad.
EliminarUn abrazo grande.